Hace ya más de un mes que las calles nocturnas de Sant Antoni cuentan con unos nuevos inquilinos que se dedican a poner paz en el municipio a partir de la disuasión y de la intención de predicar con el ejemplo. Son los denominados agentes cívicos, o serenos, y han sido contratados por la Asociación Hotelera de Sant Antoni y Bahía para «dar refuerzo a los vigilantes jurados de los hoteles a fin de ayudar a disminuir los problemas en las zonas hoteleras», según explica Juanjo Planells, vicepresidente de la asociación.
Los agentes cívicos rondan en grupos de dos y siguen unas rutas concretas a fin de cubrir las inmediaciones de un total de 40 hoteles de Sant Antoni. Desde las 12 de la noche hasta las 7 de la mañana repiten una hora y media de recorrido, entrando a saludar a los recepcionistas y vigilantes de seguridad de los hoteles por si necesitan algún tipo de ayuda. Esa es su principal tarea, pero no la única. También ejercen la denominada función de «ciudadano ejemplar», consistente en llamar la atención a aquellas personas que están cometiendo algún tipo de infracción o ilegalidad en la vía pública. Un ejemplo de ello se dio el pasado miércoles, cuando se toparon con unos jóvenes extranjeros orinando en unos contenedores de basura. Los serenos desenfundaron sus linternas y apuntaron a los turistas, que reaccionaron subiendo la bragueta con velocidad y pidiendo disculpas tras ser requeridos a tal efecto por los vigilantes. Eso sí, de manera educada. Son conscientes de que no tienen ningún tipo de autoridad para exigir a nadie que deje de realizar una conducta en la calle. Simplemente, se lo piden correctamente y el hecho de ir vestidos con uniforme, sumado a la corpulencia que exhiben, normalmente provoca un efecto disuasorio que desemboca en la obediencia. Lo que acaba siendo una manera de colaborar para reducir, incluso, la delincuencia menor en la zona.
Dicha tarea la complementan, a su vez, con una tercera función más servicial hacia el ciudadano, en el sentido de orientar a turistas perdidos, dar indicaciones o asistir a cualquiera que lo necesite. El mismo miércoles se dio la circunstancia de que los serenos se cruzaron con un joven inglés que estaba en el suelo, en estado ebrio, y con sus gafas desencajadas. El turista pidió a los agentes que le ayudasen a colocar los cristales en los orificios correspondientes de la montura ya que no se veía capaz. Ellos respondieron diligentemente y auxiliaron al joven, arreglándole las gafas.
Como trabajadores de seguridad privada que son, no tienen legitimidad para intervenir abiertamente en las calles. Para eso está la policía: «La Policía Local y la Guardia Civil hacen muy bien su trabajo, pero por temas de presupuestos faltan efectivos» apunta Planells, que pretende que «Sant Antoni sea tranquilo».