En torno a las nueve y cuarto de la noche, y una vez concluida la misa anual oficiada en honor a los cofrades difuntos, y bajo los acordes del himno de España interpretado por los miembros de su agrupación musical, la imagen del Santo Cristo Yacente dentro de su urna salió de la Catedral de Eivissa para comenzar con su tradicional procesión por las calles de Dalt Vila.
Una edición más, los 18 cofrades encargados de portar esta imagen, tallada por los escultores Román y Salvador en el año 1944, demostraron su habilidad llevando a hombros la impresionante figura en su recorrido con salida y entrada en el templo por estrechas, angostas, complicadas y empinadas calles de Dalt Vila como la calle Major, Sant Ciriac o Joan Ramón.
Y eso por no hablar de los sucesivos esfuerzos que tuvieron que hacer cada vez que levantaban la imagen y su pesado trono tras sus merecidos momentos de descanso. Y es que los carteles de algunos negocios o los cables que cuelgan de ciertas viviendas no ayudan lo más mínimo.
De negro riguroso
Afortunadamente, ninguno de los 18 valientes, todos ellos vestidos de riguroso negro, se sintieron solos a lo largo del recorrido. Además de Jose Martínez, secretario del Obispo de Eivissa, como única representación eclesiástica y los presidentes de las otras cofradías de Vila, también siguieron la procesión una veintena de fieles vestidos de color oscuro salvo algún caso aislado, y haciendo lo imposible para que no se les apagaran las velas y no resbalar por el adoquinado.
Igualmente también ayudó la música constante de los cerca de treinta miembros de la agrupación musical de la cofradía, que apenas descansaron y demostraron su verdadera vocación por el Santo Cristo Yacente.