La Guardia Civil efectuó ayer una actuación puntual contra la venta ambulante en Cala Saladeta (Sant Antoni), desmantelando tres puestos de comercialización irregular de comidas y bebidas y un almacén ubicado junto a la torre de socorro, donde se acumulaban decenas de bolsas, neveras portátiles, sillas, sombrillas y otros enseres.
La actuación se saldó con sanciones administrativas contra al menos uno de los vendedores ambulantes y con la identificación del socorrista, al parecer, colaborador de la red, pues fue sorprendido en posesión de varias riñoneras que contenían teléfonos móviles y cantidades de dinero.
Se trata de la segunda actuación de la temporada en este emplazamiento contra esta actividad ilegal. Sin embargo en la primera, el pasado 9 de julio, participaron 19 agentes (dos de la Benemérita, dos del Seprona y cinco de la Policía Local de Sant Antoni) y en esta ocasión solo intervinieron dos agentes de la Guardia Civil.
La Benemérita confirmó que la actuación de ayer fue eventual, pues los dos agentes se personaron para atender «otra incidencia».
Por otro lado, una portavoz del restaurante Cala Salada afirmó que la Guardia Civil actuó en un atasco de tráfico el pasado domingo y «uno de los agentes se indignó tanto con la venta ambulante que dijo que pasaría en unos días». Sin embargo, la restauradora lamentó que «venir un par de días en todo el verano no sirve de mucho; al día siguiente están todos de nuevo».
Hasta la irrupción de los agentes, sobre las 15.35 horas, la jornada transcurría con su normalidad: es decir, con decenas de vendedores ambulantes despachando mojitos y otros artículos a los bañistas.
Los ambulantes se esfumaron ante la presencia policial y los agentes solo pudieron identificar a uno de ellos, de nacionalidad italiana, que se lanzó al mar como un bañista más. El sospechoso salió del agua y colaboró en el desmantelamiento de hasta tres puestos dedicados a la venta ilegal (un cuarto fue desmantelado por los propios ambulantes).