Encontrar plaza de aparcamiento en Dalt Vila se ha convertido en una experiencia traumática para sus residentes, sobre todo en temporada alta. La limitación de plazas y la proliferación de usuarios con tarjetas falsas de residente, como denuncian muchos vecinos, hacen que aparcar en la ciudad vieja sea un verdadero calvario. Además, en verano no son pocos los que dejan sus vehículos en zonas restringidas, lo que entorpece las maniobras y la circulación para el resto de conductores.
Vecinos de Dalt Vila advierten de que en verano «entre procesiones y conciertos» hay días que tienen limitado el aparcamiento y lamentan las pocas facilidades que les ofrecen las fuerzas del orden para reubicar sus vehículos. Además, recuerdan que la nueva corporación municipal ha eliminado plazas de parking en la zona del Museo. «Ahora han puesto cuatro rayas blancas y macetas que no sirven para nada. Es desesperante, sobre todo en la zona de sa Carrosa y el baluarte de Santa Llúcia», denuncia un residente, quien lamenta que ni aun vendiendo su Toyota para adquirir un Smart encuentra sitio algunas noches de verano.
Vecinos del conjunto amurallado se quejan de que la Policía Local ni multa ni retira vehículos mal aparcados, y exigen a la administración municipal que persiga infracciones como la utilización de tarjetas de residente falsas. «Este ayuntamiento está intentando hacerlo bien, pero hay muchos problemas. Para aparcar debe tener prioridad el que vive y duerme aquí; los otros pueden subir en autobús», sostiene uno de los afectados, quien denuncia el mal funcionamiento del servicio de minibús: «En lugar de dar media vuelta por Dalt Vila y quedarse un rato en Vara de Rey debería estar subiendo y bajando constantemente». Además, sostiene este mismo vecino, «debería ser un servicio gratuito o prácticamente gratuito». En este sentido, en temporada alta ha comenzado a funcionar un transporte privado en Calessino (una especia de carroza) con servicios diarios cada 15 minutos desde 4 euros por persona y trayecto.
Plazas para ‘los de casa'
Los vecinos insisten en que visitantes y trabajadores de Dalt Vila «tendrían que subir en autobús y no dejarnos sin aparcar a los que vivimos aquí». «Cada vez odiamos más la ciudad vieja», lamenta uno de los afectados.
Mientras tanto, fuentes del Ayuntamiento aseguran que con la llegada del nuevo equipo de gobierno «se ha restringido el tema del acceso a Dalt Vila» y explican que entre las primeras medidas puestas en marcha se encuentran acciones de control como quitar coches mal aparcados en la plaza de Espanya así como la instalación de pivotes para evitar la entrada de vehículos. Asimismo, recuerdan que el alcalde Rafa Ruiz accede en motocicleta al Consistorio y que los miembros de la corporación dejan sus vehículos en el aparcamiento de El Soto.
Desde el Ajuntament d'Eivissa afirmaron esta semana no tener constancia de la existencia de tarjetas falsas de acceso a Dalt Vila. Estas autorizaciones, indican, tienen carácter anual y se renuevan a principios de año. Están restringidas a residentes (que tienen que aportar documentación que acredite su residencia en Dalt Vila) y comerciantes. De todos modos, desde la concejalía de Mobilitat, reconocieron fuentes del Consistorio, será uno de los temas que, acabada la temporada y de cara a las renovaciones, se valorará y estudiará.