La vida pautada, les salineres a la vora, el trenc amb l'arena que trepitja, vola un ocell, floreix un lliri d'arena a hora foscant... La vida se'n va, però les ones del mar recomencen infinites». Es uno de los fragmentos poéticos de Ángel Terrón que acompañan el cartel de presentación de la nueva exposición del artista Horacio Sapere (Buenos Aires, 1951), en la que la sal es la gran protagonista de la colección. La muestra, que se presenta bajo el título Oració per la sal, se inauguró el pasado martes y se puede visitar hasta el próximo 15 de noviembre en el espacio cultural de es Polvorí, en Dalt Vila.
El centro de la sala está presidido por su obra homenaje a la banda de Möbius con una instalación que se asemeja a un Scalextric y que evoca movimiento a través del concepto del infinito, que es la lemniscata de Bernoulli (un ocho horizontal).
Para el artista, la sal es ese elemento que siempre perdura y que tiene su simbología sobre el tiempo y el espacio. Recurre a la sal y el sarmiento para profundizar en lo efímero en una exposición que, además del lado artístico, tiene su toque filosófico.