La aparición de un espectacular banco de medusas junto a los islotes de es Vedrà y es Vedranell, captado a mediados de semana por un pescador aficionado, ha puesto en evidencia la presencia cada vez más frecuente de este tipo de animales marinos en las costas pitiusas, con la preocupación que genera entre bañistas y veraneantes.
Verónica Núñez, coordinadora del Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM), admite que la tendencia «va en aumento» y que en los últimos años este fenómenos se ha hecho más habitual en el litoral de Eivissa y Formentera. «Cuando era pequeña era raro verlas y la anécdota era encontrar alguna en el mar; ahora siempre hay alguien que ve alguna medusa en una cala o en otra», señala la doble licenciada en ciencias ambientales y ciencias del mar.
La propensión al bloom o crecimiento exponencial de medusas es cada vez mayor, apunta Núñez, quien recuerda que este animal marino «no tiene capacidad de movimiento» por lo que sus migraciones se producen «por las corrientes marinas o la fuerza del viento». Precisamente por ello, añade la experta, «no se puede predecir» si este verano habrá más o menos medusas que en años anteriores.
Este fenómeno responde a varios factores, aunque según explica Núñez, no existe ningún estudio científico que explique el comportamiento de esta especie marina. La coordinadora del CREM atribuye este repunte al «descenso en la población de depredadores», como el atún, el pez espada, el pez luna o las tortugas. Pero también al incremento de la materia orgánica que se arroja al mar y que contamina las aguas, «nutrientes de los que se alimentan las medusas», sostiene, y que imputa a los fondeos masivos de embarcaciones en la costa.
Una de las especies de medusa más frecuentes en las Pitiüses es la Pelagia noctiluca, que suele adquirir un tono lila y cuya picadura causa irritaciones y escozor a nivel de piel, pudiendo incluso dejar herida abierta que se puede infectar.
La experta ibicenca llama a la calma y recuerda que esta especie no es la más peligrosa. «En Eivissa tenemos mucha suerte porque si te dicen que hay medusas en Sant Antoni, te vas al lado opuesto y es suficiente», aclara. Por último, la especialista del CREM recuerda que hay métodos para limitar su llegada a las playas como la red antimedusas instalada el año pasado en Cala Vedella, un método que tampoco convence a todos los expertos «porque renueva menos el agua».