«Es difícil saber si hay 5.000 o 10.000 serpientes en Eivissa. Las cifras pueden ser de millares. Se ha multiplicado muchísimo su población».
Los cálculos, ajustados a estudios de abundancia de ofidios realizados durante los tres últimos años, provienen del biólogo y técnico de medio ambiente del Consell d'Eivissa Jaume Estarellas, quien se muestra «sorprendido» por la aparición de esta especie invasora en núcleos urbanos y en el centro de Eivissa, como se ha detectado en las últimas semanas.
El experto avisa de que por culpa de la «dispersión interna» de estos reptiles puede ser «normal» hallarlos merodeando casas de campo y viviendas cercanas a polígonos industriales, porque «hay fauna, ratones y comida de perros y animales» de los que se alimentan los ofidios.
Hasta el momento, los ejemplares localizados en la isla corresponden a culebras comunes y serpientes de herradura, que aunque carecen de veneno pueden atacar y morder si se sienten acorraladas. Estarellas, que ha sufrido en sus propias carnes el ataque de estos reptiles, define la picadura como «el mordisco de un gatito». «Hay que desinfectar bien la herida con agua y jabón porque suele tener bacterias. La herida es pequeña pero incisiva y al haber poca oxigenación puede infectarse fácilmente», apunta. El biólogo, asimismo, admite que hasta el momento no hay forma de controlar la entrada de otro tipo de serpientes, incluidas las venenosas.
Traslocación de ejemplares
En Eivissa se está produciendo lo que Estarellas denomina una «traslocación de ejemplares», producto del flujo interno de árboles ornamentales, olivos y otras mercancías que podrían estar infectadas. «Aunque estén en un vivero, luego van a una casa o a un polígono y la serpiente puede ir embarcada», subraya el técnico del Consell, quien destaca que su distribución por la isla «se ha movido muchísimo» y ya está presente en zonas rurales del centro y Este de la isla. En pisos de núcleos urbanos «es raro» que aparezcan, sostiene el biólogo.
La primera recomendación ante un avistamiento es llamar al 112, el teléfono de Emergencias, donde se encargan de contactar con agentes de medio ambiente, la Policía Local o la Guardia Civil para entregar el ejemplar en el Consorcio para la Recuperación de la Fauna de les Illes Balears (COFIB).
Sobre todo en áreas rurales, los expertos aconsejan sacrificar el ejemplar de la forma más efectiva posible para evitar que se escape. «Mientras se llama al 112 y llega un agente pueden pasar 20 minutos y la serpiente es rápida y huidiza. Si se tiene el suficiente arrojo, aconsejamos sacrificarlas lo más rápido posible, aunque sea mediante un método cruento», puntualiza.
El Consell ya ha instalado medio centenar de trampas por zonas ‘calientes' de la isla y espera llegar a 350 a lo largo del verano. De estas, 150 se distribuirán en una segunda remesa entre propietarios que estén interesados, a cambio de que cuiden a los cebos vivos –ratas o ratones– y por un precio «simbólico».
Sin embargo, para Jaume Estarellas lo fundamental para erradicar la invasión de ofidios es impedir su entrada en la isla. «Hay que cerrar el grifo. Si se deja abierto, por mucha agua que quites de la bañera seguirá habiendo y no se vaciará», indica. Para ello, desde el Govern se está trabajando con el gobierno de Canarias y con el Ministerio de Medio Ambiente para conseguir establecer algún tipo de acción respecto a los olivos ornamentales que vienen del sur de la Península y en el que viajan estas serpientes.
LAS CLAVES
Zonas
Avanza su dispersión. Según los técnicos, su distribución se ha ampliado desde zonas rurales de Santa Eulària a otras áreas de Sant Carles, Santa Gertrudis y Sant Rafel.
Protocolo
Llamar al 112. Si se localiza un ejemplar hay que llamar al 112, donde contactarán con agentes de medio ambiente o del COFIB para proceder a su retirada o sacrificio.
Medidas
350 trampas. El Consell repartirá 200 trampas por zonas ‘calientes' de la isla y prevé entregar otras 150 entre particulares por un precio simbólico y a cambio de que cuiden los ratones.
Mordedura
Desinfectar la herida. Las serpientes localizadas no son venenosas, pero pueden morder si se sienten acorraladas. En caso de ataque, hay que lavar bien la herida con agua y jabón.