El madrileño Carlos Berrozpe es el principal artífice de la restauración en un 5 estrellas del Hotel Montesol, uno de los edificios más emblemáticos y conocidos de Eivissa. El director general de ADH Hoteles relata el proceso de rehabilitación del edificio y las principales novedades que presenta un establecimiento con una marcada personalidad gracias al inimitable Café Montesol.
—¿Qué supone para ADH y Hilton reabrir un hotel tan importante para la isla como es Montesol?
—Para nosotros es una oportunidad desembarcar aquí en la isla con este producto; un hotel que ha sido, igual que su café, un icono para que la isla se abriese al mundo y por ese motivo todo el equipo que ha trabajado en la remodelación del Montesol le estamos dando todo el cariño y cuidado que se merecía. La ubicación es excelente, el mismo edificio en su configuración como estructura arquitectónica es una maravilla. Todo lo que hemos intentado es mantener la fachada y las ventanas de madera y luego hemos querido mantener ese espacio abierto que es el café. Aunque hayamos hecho un hotel de 5 estrellas pasando de un hostal o pensión, es importante abrir Café Montesol dando una personalidad fuerte incluso superior a la del propio hotel. La gente seguirá entrando a su café y tendrá una gastronomía de calle, divertida, fresca, con productos de aquí. Desde por la mañana temprano puede venir la gente a desayunar y a las dos de la madrugada tomar un buen cóctel. Y la parte hotelera, la reacción de estar en una café que no es estar en un hotel 5 estrellas y bajar a la cafetería del hotel. Hemos roto esa barrera y desde que hemos abierto no para de entrar gente de la isla sorprendida por la transformación, que lo merecía y requería el espacio. Día a día la gente de aquí nos irá contando ‘qué tal' para ir mejorando.
—No habrá sido sencillo el trabajo de rehabilitación durante estos meses, en un edifico clásico, protegido, y sujeto a las normativas del PEPRI.
—Desde el principio cuando presentamos el proyecto básico hemos intentado seguir la normativa al 100%, adaptándonos. Desde que adquirimos el activo se sabía que era el bien a nivel histórico más protegido de la isla. Si desde el principio se definen las cosas de esta manera, al final hemos consultado todo, hasta el color de la fachada sobre la paleta de colores que existía. Cuando alguna cosas no han comentado que habría que cambiarlo, como las luminarias del exterior, lo hemos quitado automáticamente. Ha habido una gran celeridad por querer llegar a la estación estival, pero al final como abrimos todo el año tampoco ha habido grandes cosas. Ha habido una colaboración por parte del equipo técnico de arquitectos, instaladores, el grupo Avintia de la casa que ha hecho un trabajo espectacular, y luego de forma simultánea con la parte de los técnicos del Consistorio, que han hecho su trabajo como tiene que ser. Al final entre todos se ha hecho una obra récord de remodelación de un activo que nadie apostaba porque abriera esta temporada. Desde que se obtuvo la licencia de obra hemos tardado cuatro o cinco meses y ya habéis visto como se encuentra el hotel y el Café Montesol. El equipo que hemos seleccionado, desde el director al friegaplatos es gente magnífica. Hemos hecho cursos de formación en espacios del Consell y de Fomento de Turismo en tiempo récord, también con el Ayuntamiento en el museo arqueológico. Hemos ido dando una preparación, que normalmente se hace dentro del hotel, fuera para llegar a ofrecer este verano el activo al público ibicenco e internacional.
—¿Qué inversión se ha realizado y cuántos empleados tiene el nuevo Gran Hotel Montesol?
—La parte de inversión del grupo Avintia [constructora] la desconozco, pero la parte nuestra de explotación, todo lo que son vajillas, cristalería, equipamientos, uniformes, etc. entre 300 y 400 mil euros. En el apartado del personal no sé con cuanta gente contaba el antiguo Montesol, pero nosotros ahora para la temporada alta tendremos entre 67 y 70 empleados. El ratio del servicio en habitaciones es muy bueno. Aunque Eivissa tiene unas tarifas muy altas en meses centrales, el servicio debe tener el mismo nivel. Hay que pensar que tenemos un café que abre de siete de la mañana a dos de la madrugada, con all day food, un servicio sin horarios. Puedes comer cualquier cosa a cualquier hora del día.
—¿Qué diferencia al nuevo Montesol de otros 5 estrellas de la isla?
—Hemos intentado que no haya horarios. Si un cliente del hotel se levanta a las 12.00 o a las 15.00 de la tarde puede desayunar a la carta. Cuando el hotel tenga una ocupación más alta haremos una mesa payesa al margen, pero ningún cliente tendrá el estrés de levantarse rápido porque le cierran la hora del desayuno. Aquí le preguntamos al cliente qué va a querer desayunar al día siguiente, como un ‘room service', lo puede hacer en la terraza o en el interior del café. Tenemos a parte un servicio de ayuda en habitación, la antigua mayerdomía, si quieres que te deshagan la maleta, o te ayuden a empaquetar, acompañar para ir de compras... A nivel interno queremos que el cliente se sienta en una nube. No hay ruidos a pesar de estar en Vara de Rey porque las habitaciones están insonorizadas totalmente. Otros temas diferenciales son el ‘room bar' que tenemos en las habitaciones, donde el cliente puede seleccionar qué tipo de bebidas quiere en su habitación y puede preparar sus cócteles y combinados [hay libros de recetas junto al ‘room bar'] dentro de un fantástico mueble bar. Luego los materiales nobles y lo que ha hecho el decorador Lázaro Rosa y su equipo ha sido fantástico para un hotel que abre en invierno y en verano. Te sientes bien tanto si vienes a trabajar como si vienes por ocio.
—Se han reducido habitaciones y hay cuatro tipos de dormitorios. ¿Qué precios alcanzan?
—Cuando cogimos el hotel tenía 55 habitaciones muy pequeñitas, dos pasillos con patinillo, habitaciones que no tenían ni siquiera ventanas ni luz natural. Lo que hemos hecho es reducirlas a 33 habitaciones y creciendo en gran dimensión. No tenemos habitaciones gigantes, pero están muy bien. Tenemos cuatro tipologías: clasic, superior, premier y dos suites. Dependen de su orientación; las suites dan hacia el puerto con una visual muy bonita del mar y también a Dalt Vila. Las clasic no tienes esas vistas, pero tienen una dimensión muy interesante. Las premier y superior dan a Vara de Rey y dependiendo del nivel en que se encuentren tienen una mejor visión a Dalt Vila. Los precios que estamos cobrando al arrancar en temporada alta van a estar rondado, las habitaciones clasic, 700-800 euros; las suites, 1.500-2.000. Ya veremos, al final es la ley de la oferta y la demanda. Si no hay habitaciones en Eivissa de 5 estrellas al final subes o bajas precios. Y en invierno ya bajaremos a otra dinámica.
—¿Qué objetivos de ocupación se marcan para la primera temporada y qué volumen de facturación confían alcanzar?
—Pensábamos abrir anteriormente. Nos hubiera gustado hacerlo para coincidir con el 4 de junio de 1933, que fue cuando se inauguró el Montesol, y el año que viene haremos algo interesante sobre esa fecha. Pero el éxito de abrir esta temporada ya es suficiente. Nos hubiera gustado coger una velocidad de crucero diferente, que te permite haber estado en un sistema de reservas mucho más acolchado, con un personal mucho más formado, pero bueno. De ocupación, en las fechas que estamos, no nos marcamos grandes objetivos. El ritmo de reservas va bien, en agosto creo que vamos a tener una buena ocupación. Ya tenemos reservas para septiembre y, a partir de octubre, ya jugamos a otra velocidad, pero este año va a ser de configurar la oferta gastronómica, horarios y también el hotel. Va a ser un año de arrancada y en cuanto a cifras, tenemos que recalcularlas por la nueva fecha de apertura.
—¿Han tenido que reubicar a clientes con reserva cuando todavía no tenían permisos para abrir?
—Sí, hemos tenido que desviar a algunos pero tampoco han sido muchos porque eran compromisos nuestros, gente de la casa o clientes de empresas nuestras. Se les ha reubicado y ha habido una buena colaboración por parte de otros hoteles.
—¿Qué ha pasado para que no hayan podido abrir a tiempo, o incluso para esa fecha simbólica del 4 de junio?
—Hicimos una planificación bastante estresada para poder llegar a abrir esta temporada. Tanto mi equipo operativo, al que he estresado para que estuvieran ahora al ritmo que están, como al equipo de obra. Si no pones una fecha para abrir es imposible llegar a hacerlo, y aunque abras siempre hay retoques que hacer. Al final todo va a un ritmo por mucho que tú quieras, pero tanto instituciones como todo el mundo está encantado y han colaborado en la medida de lo posible dentro de un marco protegido, que es realmente lo que nos diferencia, con lo cual no te vas a saltar eso. Imaginaos si viene aquí quien sea que hubiera querido hacer cualquier barbaridad. Yo espero que lo que hemos hecho y vamos a ofrecer esté dentro de lo que esperabais.
—Han abierto en pleno ‘boom' turístico. ¿Cómo ve la actualidad de la isla y su futuro dada la alerta terrorista en otros destinos competidores?
—Conocía Eivissa, he venido muchas veces y tengo muchos amigos aquí. La transformación que ha tenido Eivissa ha sido brutal, es un destino que ha sabido posicionarse muy bien. Lo que se está haciendo de ir a mejorar cualitativa en lugar de cuantitativamente es un acierto, para el mismo turismo y para el residente. No hay que anular al público que viene a otra oferta, hay que tener todos los nichos cubiertos. Es cierto que la isla crece y hay que dimensionarla a nivel de infraestructuras, no se puede estropear la isla, hay que mantener esa belleza y buscar un equilibrio. No podemos pensar que estos años de bonanza van a durar toda la vida. La situación en países árabes y otros países europeos hay que tenerla muy en cuenta, y hacen que la demanda se derive y vengan a destinos seguros. Pero tenemos que estar alerta porque igual que Francia, España tiene que estar atenta.
—¿Qué opinión tiene de la ecotasa?
—Son impuestos que no deberían aplicarse solo en los hoteles, porque hay una oferta de alojamiento ilegal que no paga. En otros países donde he trabajado como República Dominicana o México se cobra el impuesto en los aeropuertos y paga todo el mundo, entonces tienen un control absoluto de quién entra. Los hoteleros siempre se van a quejar de por qué tengo que cobrar yo a mis clientes cuando hay un montón de gente a quien no les cobran. Eso habrá que verlo. Para un turista que viene a Eivissa pagar un euro o dos euros en función de la categoría no es significativo, pero habría que verlo desde un espectro un poco más amplio.