Emily Ramon, portmanyina de 20 años y estudiante de Historia en Salamanca, ha viajado dos veces este año, en abril y junio, a Grecia para cooperar con los refugiados e intentar ayudar a los miles de ellos que se encuentran en los campos instalados en este país. Su idea, en un principio, era colaborar en los campos de Lesbos pero después del acuerdo al que llegó la Unión Europea con Turquía de cierre de fronteras «los campos de refugiados allí se convirtieron en campos de detención a los que no podíamos acceder». Por este motivo, Emily viajó hasta el puerto del Pireo en la capital de Grecia donde se encuentran ahora los ciudadanos sirios y de otras nacionalidades que huyen del horror de la guerra y del terrorismo y se juegan la vida en el intento.
Y así se lo contó ayer a los alumnos de la Escuela de Verano del Espai Jove de Sant Antoni que realizó una jornada informativa y de concienciación sobre los problemas de los refugiados en esta zona del mundo. En ella, los jóvenes de 12 años pudieron escuchar de primera mano como viven los niños que sufren esta situación con los que la cooperante quedó encantada. «Me sorprendió gratamente la situación de los niños en el campo de refugiados ya que no paran de jugar, son muy cariñosos y están muy agradecidos con nuestra ayuda, aunque no puedo decir lo mismo de los mayores, muchos de ellos parecían deprimidos». Los campos están formados por una sucesión de tiendas de campaña «en cada una de ellas viven 3 o 4 personas. Cuando llegue acababan de instalar las duchas. Muchos de ellos llevaban 5 semanas sin ducharse. La comida no falta pero siempre es arroz y pasta», explica con resignación.
Ramón asegura que su objetivo es derribar prejuicios contra estas personas «que están siendo estigmatizados, cuando, muy al contrario, son víctimas de los conflictos que sufren sus países de origen, aunque con la excusa del terrorismo no se los está tratando como merecen», explica la joven.
Emily Ramón sintió la necesidad de ayudar a los refugiados en un viaje que realizó con una amiga a Turquía en el que pudieron comprobar como en sus calles deambulaban muchos refugiados, en su mayoría sirios, mendigando para poder comer o cubrir sus necesidades básicas. «Tanto mi amiga como yo decidimos que teníamos que volver a ayudar a estas personas». Y así lo hicieron. «En mi primer viaje, en abril, fui acompañada de mi padre, pero en la segunda ocasión, en junio, mi amiga por fin me pudo acompañar». «La pena, dice la voluntaria, es que no he podido estar más tiempo en los campos, pero en los dos viajes me he podido hacer una idea de la situación que están viviendo estas personas y de las necesidades que tienen», asegura.
Los refugiados de guerra que vienen a Europa no entienden la discriminación que, a su modo de ver, están sufriendo por parte de las autoridades europeas, cuenta Emily Ramón, y así lo expresan en diferentes manifestaciones en los campos en los que aprovechan la llegada de las cámaras para expresar su parecer. Las condiciones en las que están teniendo que vivir este verano, «en un país como Grecia donde las temperaturas son altas, hacen que la situación sea más difícil, «aunque la llegada del invierno preocupa también mucho», asegura la cooperante.
Después de esta experiencia Emily desea volver a Grecia, «pero la próxima vez será con un proyecto que tengo con un amigo fotógrafo. Vamos a hacer un trabajo conjunto que queremos exponer a la vuelta en Eivissa y en el resto del país, para que se conozca de primera mano cual es la situación de los refugiados», concluye.
APUNTE
☛ Campaña de recogida de material solidario hasta el próximo jueves.
Por otra parte, además de la charla de ayer, hasta el próximo jueves se llevará a cabo una campaña de recogida de juguetes y ropa de abrigo «que serán muy necesarios con la llegada del frío, aunque de momento el calor es insoportable en los campos». Los que deseen contribuir a que estas personas mitiguen los efectos de su situación pueden llevar material de este tipo al Espai Jove de Sant Antoni en horario de mañana hasta el próximo jueves. Todo lo recogido se hará llegar a los refugiados a través de las organizaciones sin ánimo de lucro con las que colabora la joven voluntaria.