La delegación de Ibiza y Formentera de Manos Unidas explicó ayer los proyectos en los que va a participar a lo largo de 2017 en Tanzania, Congo y Burkina Faso, que cuentan con un presupuesto global de 115.500 euros, bajo su campaña ‘El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida'.
Para dar a conocer de primera mano la situación de emergencia que viven estos países del Tercer Mundo, las representantes de Manos Unidas en las Pitiusas, Pepita Ribas y María Marí, cuentan esta semana con la presencia del misionero tanzano Paulino Joseph Madeje, un joven sacerdote de 36 años perteneciente a Misioneros de la Consolata.
Madeje se encuentra en la isla invitado por la misionera de Sant Antoni Margarita Portas y, según explicó, está visitando las distintas localidades pitiusas explicando su labor en la parroquia de Sadani, conformada por 13 aldeas al sur de Tanzania, golpeadas por la escasez de agua potable y alimentos y por la falta de recursos en educación.
«Hay muchísimos niños y niñas en esa parroquia porque los hombres tienen hijos con distintas mujeres. A veces no tienen acceso a la educación porque hay una reforma en el país y no hay suficientes maestros ni clases», relató Madeje antes de agradecer a Manos Unidas la construcción de un jardín de infancia con tres grandes aulas que dan cabida a más de 200 niños y niñas. El sacerdote tanzano explicó que el 70% de la población de su país vive en zonas rurales «y eso tiene impacto en la educación porque faltan profesionales para el desarrollo del país». Gracias a la campaña que está realizando la delegación pitiusa de la ONG, siete representantes de la comunidad de Sadani están recibiendo un curso de formación que luego difundirán por las aldeas. El año pasado se realizó la misma tarea en la India, según puntualizó María Marí.
Frente al problema de la escasez de agua, Manos Unidas también proyecta la construcción de una tubería de unos 7 kilómetros para transportar a las aldeas agua previamente extraída del manantial de una montaña cercana, según explicó Paulino Madeje, quien lamentó que parte de la población tiene que andar «dos o tres kilómetros» para proveerse de agua potable.
El misionero africano destacó también el problema de los precios, «porque a veces los fijan los empresarios y otras veces el gobierno». Agrónomos sin Fronteras ha construido un almacén y un secadero para la conservación de los alimentos. El objetivo es ayudar a los agricultores a crear una cooperativa con el fin de no encarecer estos bienes de primera necesidad.
Madeje explicó que en Tanzania la pobreza es «cultural». Se trata de un país «muy machista» que, a pesar de no haber sufrido importantes guerras, padece los «síntomas» de una dictadura por parte de un gobierno que «no permite manifestaciones, marchas ni libertad de prensa».