El Institut d'Estudis Eivissencs escogió para celebrar su fiesta el pueblo de Sant Agustí. Un lugar donde se sienten muy bien acogidos «porque es muy activo y cree en la cultura».
El IEE volvió a aprovechar su manifiesto para reivindicar sus demandas de salud y prosperidad y hacer un examen de los últimos 365 días bajo su lema de llengua, terra, cultura.
Hubo optimismo por cultura de la isla, «que ha continuado activa» con grupos de música, teatro, asociaciones vecinales y entidades «que continúan con el esfuerzo para normalizar una lengua y una cultura que ni muchos años de represión, ni la falta de decisión de nuestros políticos actuales, ni la dejadez de muchos ibicencos han conseguido restañar». A todos el IEE les animó y les agradeció su trabajo «por mantener viva la llama y conseguir injertarla en cada vez más personas, ya que una lengua, una cultura o una manera de ver el mundo no se pierde porque venga gente de fuera si no porque se abandona, no se defiende y se esconde.
En este sentido, el IEE consideró «inadmisible que 40 años después de acabado el franquismo los usos lingüísticos negativos hacia nuestra lengua continúen activos», poniendo como ejemplo de ello «nombres de comercios ibicencos y arraigados en nuestra isla con múltiples faltas de ortografía o la mayoría de restaurantes con la carta con varios idiomas pero sin el ibicenco».
En el manifiesto también mostraron su disconformidad con «la falta de decisión de los políticos para dar pasos en pro de una normalización lingüística aún pendiente» y con que «no se recuperaran los nombres populares de nuestras plazas y calles».
Además, ecológicamente hablando, criticaron la situación actual de «uno de los territorios todavía bien conservados que quedan en la isla: Es Fornás», y «que la sensación de masificación turística que percibimos los ibicencos es cada vez más profunda». Algo que «pone en peligro muchos aspectos esenciales de la isla, incluso el del futuro de las actividades turísticas». Y también hubo tiempo para la falta de vivienda disponible, la especulación inmobiliaria y «un aumento de plazas turísticas muy preocupantes y que no se corresponden con la sociedad equilibrada que quisiéramos».
Por todo ello, el manifiesto terminó instando a todos los presentes «a reflexionar un poco sobre nuestra isla: cómo era, cómo es y cómo queremos que sea en un futuro no muy lejano».