Martes, 19.15 horas. Un hombre llama al 112 alertando de que se encuentra atrapado en una pared que estaba escalando en la zona de la urbanización Valverde, en Santa Eulària. Emergencias extiende el aviso y rápidamente se movilizan hasta la zona nueve bomberos. Las condiciones requieren la intervención del Grupo de Rescate Vertical (GRV) de los Bomberos del Consell d'Eivissa». Fue un rescate muy laborioso porque era un acantilado de más de 100 metros, pero todo salió perfectamente», apunta Juan Carlos mientras recoge junto a José Antonio y Nino todo el material que han desplegado en una práctica de pozos llevada a cabo en ses Mines. Apenas han pasado 12 horas del rescate y poco más de 20 desde su intervención en el incendio de una cocina de un restaurante de Sant Antoni. La preparación es un factor clave para unos bomberos que viven entre incendios y rescates. Pero la preparación no es solo cosa de los equipos de emergencia. Los bomberos hacen un llamamiento a la prevención y subrayan que para realizar ciertas prácticas de escalada o senderismo es necesario una mínima preparación y conocimiento del terreno. «Hemos atendido casos de personas que han ido a comer a la playa y han acabado atrapadas en un punto sin retorno en sa Pedrera de Cala d'Hort. Hemos rescatado a personas que iban en sandalias y luego pasa lo que pasa», lamentan. En este sentido, el GRV está trabajando con la dirección general de Emergencias para señalizar, informar y proteger las zonas más conflictivas.
Rescatadores
El Grupo de Rescate Vertical realizó el año pasado un total de 87 intervenciones y este año prevén superar el centenar. Muchas salidas acaban siendo lo que ellos denominan ‘porteos', traslados en camilla de un herido desde el punto donde ocurrió el accidente hasta la ambulancia, pero también hay un elevado porcentaje de rescates en condiciones más extremas. Intervenciones en las que están en juego la vida del auxiliado y también del rescatador.
La llegada del verano dispara el número de intervenciones del GRV, pero este año también han tenido un gran número de actuaciones durante el invierno.
Entre todas las intervenciones sobresalen el rescate de Álex, el pequeño de 12 años que el 31 de marzo se cayó accidentalmente en un pozo de 15 metros de profundidad. José Antonio fue el encargado de auxiliar al pequeño en el fondo del pozo, pero toda la dotación participó en el despliegue de cuerdas y poleas que requiere un rescate de estas características. Muy complicado resultó también el rescate de una mujer que sufrió una caída en unos acantilados de Cala Llonga. Empezaba a caer la noche. La víctima estaba gravemente herida y los efectivos tuvieron que desplegar un dispositivo para facilitar el acceso de los sanitarios al punto donde se encontraba la mujer y trasladarla a una zona de seguridad.
Con la llegada del verano aumenta la presencia de turistas en la isla y se disparan los riesgos. Este año también han advertido un incremento de accidentes en es Portitxol y en la zona de Cala Llonga.
El Grupo de Rescate Vertical lleva a cabo una preparación específica a lo largo del año que se traduce en una veintena de prácticas que incluyen jornadas de espeleo-socorro; circuitos de instalaciones de rescates básicos; anclajes y vías de progresión; técnicas de rescate en acantilados; técnicas de rescate en pozos; escalada o prácticas de rescate en grúas. El GRV ha ido creciendo desde su formación hasta alcanzar los doce efectivos. Este número permite la presencia de rescatadores en todos los turnos del parque, pero hacen hincapié en la necesidad de aumentar significativamente el número de bomberos en Ibiza.
EL DETALLE
Del rescate de Álex en un pozo de 15 metros de profundidad al de Lea
El Grupo de Rescate Vertical ha realizado este año un buen número de rescates pero entre todos sobresale el de Álex, el pequeño de 12 años que se cayó al interior de un pozo de unos quince metros de profundidad. Ocurrió la noche del 31 de marzo. «Fue muy laborioso y con mucha tensión pero Álex se portó como un campeón y el trabajo en equipo hizo el resto», recuerda el cabo José An- tonio López. Él fue el que acompañó al pequeño desde la profundidad del pozo al reencuentro con sus padres, pero fue «un eslabón más del trabajo en equipo». Álex apenas sufrió daños más allá de una ligera hipotermia y días después la familia mantuvo un emotivo reencuentro y presentación con los bomberos que le habían sacado de aquel pozo. Tres días antes el GRV había llevado a cabo otro complejo rescate para recuperar a Lea, una golden retriever accidentada en un acantilado de Cala Llonga