Un año y medio después de los desalojos de la UA27, el bloque de viviendas más degradado del barrio, las calles de sa Penya mantienen el aspecto habitual de los últimos años. Basura por las calles, agujeros en el asfalto y contenedores clausurados siguen siendo el paisaje habitual de este antiguo barrio de pescadores.
Ha pasado también un año desde que el conseller de Territori, Marc Pons, presentara en Ibiza un proyecto básico para transformar las 40 infraviviendas de sa Penya en once viviendas destinadas a alquiler social pero el definitivo todavía sigue en los despachos. El Ayuntamiento de Eivissa asegura que el proyecto «está muy avanzado» aunque no concreta cuándo podrán disponer de él para comenzar las obras. «Próximamente tendremos novedades», afirman.
Mientras no llegue ese momento, la urbanización de Alt y Retir, las calles a las que da el bloque de viviendas, también está paralizada puesto que, hasta que no se inicie la obra del edificio, no se podrán instalar las infraestructuras necesarias de agua, luz, teléfono, gas y separativas de fluviales de forma soterrada.
Tampoco hay novedades de las seis casas de propiedad municipal que, antes del verano, el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, ofreció de manera gratuita para acoger a los efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil que vinieran de refuerzo para la temporada. Tras el rechazo de la Delegación del Gobierno en Balears, todas las casas, a excepción de una que continúa ocupada por una familia que ya ha recibido la carta de deshaucio, permanecen vacías a la espera de que el equipo de gobierno municipal decida qué uso les pueden dar.
Mientras tanto, las calles de sa Penya siguen siendo un gueto donde, una vez pasado el verano, ya no caminan ni turistas despistados. Las personas ajenas al barrio no dejan de ser observadas con una cierta desconfianza por los vecinos que corroboran que sus calles están cada vez más degradadas y que sa Penya todavía está muy lejos de integrarse en la ciudad.