«Ponte a trabajar, perro». «Eres un inútil y un chivato» o «me la suda que tengas testigos, te llamaré ‘perro' cuantas veces me de la gana». Son algunos de los improperios y amenazas proferidas a un compañero por un trabajador del servicio municipal de jardinería de Vila que se enfrenta a una petición fiscal de un año y medio de prisión e indemnizar a la víctima con 2.000 euros por un delito de trato degradante.
La titular del juzgado de lo Penal número 1 de Ibiza, Clara Ramírez de Arellano, dejó el caso visto para sentencia tras escuchar el testimonio de los implicados en el caso y de una decena de operarios que fueron testigos de las situaciones sufridas por el denunciante entre los años 2013 y 2014.
La víctima y los compañeros que testificaron denunciaron la actitud vejatoria y amenazante que mantenía el acusado con la víctima.
«Yo era su cabeza de turco», manifestó la víctima ante el tribunal tras relatar la serie de «desprecios» que sufría a diario por parte del acusado. Añadió que a los insultos y al hecho de mofarse de él gritándole «tuba, tuba» (expresión utilizada para llamar la atención de los perros) se sumaba los retrasos en la concesión de las vacaciones o la negativa a entregarle las llaves del almacén donde guardaban el material de trabajo. «Cuando la técnica municipal decidió separarnos en el servicio, él se negó a darme las llaves», apuntó la víctima quien recordó que posteriormente se le acercó con tono amenazante y le dijo: «después hablaremos».
Uno de los testigos, operario y coordinador del servicio, apuntó que al acusado se le llamó la atención y se le advirtió para que cejase en su actitud pero el trato vejatorio continuó.
Expediente del Ayuntamiento
El coordinador del servicio de jardinería añadió que le constaba que el Ayuntamiento de Eivissa le había abierto un expediente al acusado por estos hechos.
Acusado y víctima «fueron separados» -uno se quedó trabajando en la zona de ses Figueretes y otro fue destinado a Cas Serres-«pero la situación se complicó y se volvió más tensa», señaló este testigo, que añadió que la víctima «se hizo más retraído y se tuvo que medicar».
Otro compañero hizo hincapié en que el trato dispensado por el acusado era «poco respetuoso. Yo viví la situación durante unos meses pero me consta que este acoso se extendió durante más de un año», indicó este operario.
Durante la vista oral fueron varios los compañeros que relataron las vejaciones e insultos sufridos por la víctima, al que destacaron como «un muy buen trabajador».
Tras escuchar más de una decena de testimonios, la titular del juzgado de lo Penal número 1 de Ibiza dejó visto para sentencia el caso.
El Ministerio Fiscal solita una pena de un año y medio de cárcel y 2.000 euros de indemnización, una petición a la que se sumó la acusación particular, que indicó que en caso de una sentencia favorable destinará los 2.000 euros a una asociación benéfica.
La víctima explicó que desde hace años se viene medicando porque, según apuntó, la situación le generó un cuadro de estrés que le impedía dormir por las noches «ya que tenía miedo al pensar lo que me esperaba al día siguiente».