El equipo de gobierno municipal de Vila ha decidido recuperar uno de los proyectos estrella de la anterior alcaldesa socialista Lurdes Costa que consiste en la reforma del Mercat Vell y sa Peixateria para convertirlos en un espacio que combine las actuales paradas de venta de alimentos con nuevas zonas de ocio.
Según explicó la concejala de Comercio de Vila, Gloria Corral, el Ayuntamiento ha encargado la elaboración de un estudio de viabilidad económica para actualizar los costes de las obras, teniendo en cuenta que los presupuestos del proyecto original se hicieron hace diez años.
La intención del Consistorio es recuperar la filosofía original del proyecto y habilitar zonas comerciales diferenciadas en los dos edificios. Mientras que el Mercat Vell seguiría albergando las paradas de venta de productos locales, sa Peixateria se destinaría a otro tipo de establecimiento más enfocado a la hostelería, con la apertura de bares y restaurantes.
El primer paso que dará el Ayuntamiento para retomar el proyecto será el traslado de un transformador de GESA que hay en la zona. Además, se tienen que hablar con los comerciantes del Mercat Vell para presentarles la reforma, por lo que, según señaló Corral, todavía no se pueden dar plazos de ejecución. «No sabemos si se podrá hacer esta legislatura, dependerá del tiempo que nos lleve hacer cada cosa», señaló la concejala quien sí que apuntó que el estudio de viabilidad económica estará acabado a finales del mes que viene.
No obstante, recordó que la reforma de ambos edificios «ya pasó todos los filtros hace dos legislaturas y fue aprobada por todas las comisiones por las que tenía que pasar».
Dudas sobre el proyecto
Consultados acerca de su opinión sobre el proyecto, los propietarios de las paradas del Mercat Vell expresaron algunas dudas. Pepita Ramis es dueña de una verdulería que antes regentaron su madre y su abuela y cree que lo más importante es lograr que la gente vuelva a comprar a este antiguo mercado. «Queremos clientes del día a día pero me da la sensación de que querrán dar al mercado más categoría», afirmó Pepita, quien añadió que si el proyecto consiste en hacer exclusivamente un mercado gourmet como en otras capitales de España «la gente solo vendrá aquí para tomar copas y no para comprar comida».
La dueña de una de las tres paradas que abren en invierno recordó que el declive del mercado se inició hace más de dos décadas cuando eliminaron las paradas que había fuera y pusieron todos los puestos dentro. «La gente ya no viene aquí solo para comprar verduras», lamentó Pepita, quien apuntó como causas de la bajada de ventas la falta de aparcamiento en el barrio y, sobre todo, de vecinos que vivan todo el año.
No obstante, ella dice sentirse agradecida por los clientes que todavía acuden a su puesto a comprar verduras. Entre ellas, una señora que vive en Dalt Vila y que lamenta que las cosas hayan cambiado tanto. «Antiguamente había de todo en la parte antigua y estaba lleno de gente. Ahora no hay nada, lo están traspasando todo», señala.
Preguntada por la futura reforma del mercado, apunta a la necesidad de incorporar puestos de venta de carne y de pescado.
Cerrar el edificio
Mari Torres, propietaria de la otra verdulería del mercado, cree necesario hacer una reforma del edificio. «Pedimos que haya más limpieza y que lo dejen más bonito», señala. En su opinión, la reforma debería respetar la actual estructura del mercado pero podría incorporar cristaleras para evitar estar al aire libre pasando frío o calor. Además, también planteó sus dudas acerca de los precios de la futura concesión. «Si nos cobran mucho más que ahora sería un problema», añade.
Tamara Lizarte, al frente del popular puesto de venta de bocadillos, coincide en que el mercado necesita una reforma porque está «muy abandonado», especialmente las columnas del edificio que «están hechas polvo». Considera que instalar bares y otro tipo de negocio sería positivo porque aportaría «más ambiente» a un mercado que en invierno es «muy flojo» en ventas.
Las tres coinciden en que es necesario instalar agua en las paradas y mejorar su estado en general, ya que en estos momentos no resultan muy prácticas. «Ahora mismo me tiro un montón de tiempo en montar la parada», afirmó Pepita Ramis, quien apuntó además que si el mercado estuviera cerrado no habría que montar y desmontar todo cada día.
A pesar de todo, Pepita dice sentirse temerosa con los posibles cambios y apunta que lo más importante es mantener el mismo espíritu de mercado: «Me da miedo la reforma porque cada vez que hacen algo aquí lo empeoran. Lo que queremos es que todo siga igual y que se mantenga el mismo ambiente familiar», concluyó.
EL APUNTE
Un proyecto guardado más de una década en el cajón
En el año 2007, el entonces concejal de Vivienda y Núcleo Histórico, Marc Costa, anunció la reforma del Mercat Vell y sa Peixateria con el objetivo de revitalizar la zona antigua de la ciudad. El ministerio de Vivienda se comprometió a financiar íntegramente el proyecto presupuestado en ese momento en 2,8 millones de euros. Sin embargo, las obras no se llegaron a iniciar y, con la llegada de los populares al Ayuntamiento, el proyecto se aparcó, lo que supuso perder la financiación estatal prevista.