El West ya nunca volverá a ser el West. Esto es al menos lo que buscan desde el tripartito de Sant Antoni después de aprobar esta semana la reducción de horarios en la zona de ocio más emblemática, y también la más conflictiva, del municipio portmanyí. Durante el pleno, el concejal de Medi Ambient, Pablo Valdés, fue insultado y abucheado por varios empresarios y trabajadores del West, que ven esta medida un ataque frontal a sus intereses económicos. Pero pocas cosas se le pueden echar en cara al líder de Reinicia porque Valdés siempre ha sido coherente en este asunto. Cuando llegó al poder ya se sabía que el West estaba en el punto de mira de esta formación y que si él y sus concejales pudieran entrar en el barrio con diez retroexcavadoras y derribar todo lo que encontraran a su paso lo harían sin dudar.
La intención del tripartito siempre ha sido acabar con los locales de ocio y que estos establecimientos se conviertan en restaurantes y tiendas y que los residentes vuelvan a habitar en el centro de Sant Antoni. Un cambio de modelo de negocio que no se ha esperado a consensuar en el marco del Plan Estratégico sino que se ha llevado a cabo de forma unilateral, lo que también hace peligrar sus posibilidades de éxito. Al tiempo. Unos, que vieron venir el conflicto con los empresarios, decidieron irse a casa «por motivos personales» y salvar su negocio. Ahora incluso se oponen al crematorio que defienden sus excompañeros de equipo de gobierno. Ver para creer.
También hemos conocido esta semana que volveremos a ver al presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer, subir las escaleras de los juzgados de Ibiza. Esta vez acusado de prevaricar por un bombero que en un bolsín fue superado por dos aspirantes que no contaban con los requisitos previstos en la convocatoria. Desde la máxima institución insular se escudan en que este bombero, que ya ha conseguido que el Consell le pague 80.000 euros de indemnización, quiere «cobrar sin trabajar». También tendrá que presentarse ante el juez el gerente del Consell, Isidor Torres, a quien ni su cuñado podrá salvarle de dar explicaciones.