Fernando Navarro Fernández-Rodríguez (Madrid, 1964), jurista y exgerente del hospital de Inca, es en la actualidad diputado por Balears de Ciudadanos en el Congreso. Está muy preocupado por la «deriva pronacionalista de Francina Armengol» y por el «pancatalanismo en Balears».
¿Cómo valora la actual legislatura?
—Tanto yo como muchos diputados de mi partido no venimos de la política. El impacto ha sido fuerte porque hemos caído en una legislatura especialmente movida, que empieza a marcar el fin del bipartidismo. Eso hace más difícil manejar la situación, pero también permite más negociación. Es bueno que muchos objetivos se pacten. El fin del bipartidismo también es bueno. PP y PSOE han hecho un gran trabajo en el pasado, pero con el tiempo se han ido oxidando y apoltronando.
¿Cómo explícita este apoltronamiento?
—Hay problemas generalizados en España que son imputables a esta situación.#Me refiero a la corrupción. La oxidación hace que los controles se vayan relajando. Al final se ven como normales cosas que no lo son. Para un partido nuevo como el nuestro resulta muy sorprendente ver cosas inaceptables que hace años se presentaban como normales.
¿Con qué políticos se relaciona usted más en Madrid?
—Con los que coincido en las comisiones en las que trabajo. Es una relación transversal. Yo soy portavoz de Fomento y portavoz adjunto de Sanidad.
¿Es cierto este supuesto paternalismo que tiene el PP hacia el C's por considerarles recién llegados?
—Nos respetan. Hemos llegado con ganas de trabajar. Los viejos partidos nos tienen muy en cuenta.
Pero no puede decirse que sea una legislatura productiva en leyes...
—En leyes, no. Pero he estado en dos ponencias legislativas y en varias comisiones de investigación, entre ellas la de las crisis de las cajas de ahorros, donde habló el exconseller Carles Manera.
Un problema que ha afectado mucho a Balears, en concreto con Sa Nostra...
—El caso de las cajas de ahorro está ligado al bipartidismo. Es un problema de colonización por parte de los partidos. La ley de 1986, impulsada por los socialistas, posibilitaba esta colonización. Se concedían puestos bien remunerados y cómodos a políticos. Al final ha sido una hecatombe. Las cajas tenían una obra social importante. Han sobrevivido muy pocas. La causa de la ruina de ha sido la politización. Sería necesario una comisión de investigación en el Parlament balear sobre lo que ocurrió en Sa Nostra. La pedimos, pero ni PSOE ni PP estuvieron interesados en sacarla adelante. También he participado en la ley de contratos del sector público, que va a salir esta legislatura.
¿Cree que en las adjudicaciones de contratos con las administraciones está la corrupción?
—Me di cuenta al formar parte de la Comisión de Fomento. Hay una relación entre las contrataciones del Estado y la financiación irregular de los partidos. En Madrid se ven grandes inversiones públicas, lo que se llaman ‘elefantes blancos'. Hace poco pasé por Talavera y desde la carretera se ve una especie de puente colgante que acaba en un caminito de tierra. Es extraño. Ahí tenemos adjudicaciones como el Palma Arena, del todo inaceptables. Hay informes que indican que podríamos estar derrochando cerca de 45.000 millones al año. Eso ha traído el deterioro del bipartidismo. Han utilizado la obra pública para financiarse, yendo mucho más allá de las atribuciones de un partido.
Las encuestas les auguran un gran crecimiento, ¿cómo lo ve?
—No nos fiamos de las encuestas, pero están marcando una tendencia sólida. Alguna ya nos da como el partido más votado.
¿Es difícil mantener una equidistancia con el PP por un lado y con el PSOE por el otro?
—Hay un gran espacio de centro, tanto de centro derecha como de centro izquierda. Ahí está la masa del electorado. Recordemos que en la anterior legislatura en la investidura pactamos con Pedro Sánchez. No salió adelante. En la siguiente lo hicimos con el PP. Pero si miramos los acuerdos de ambos pactos, veremos que coincidían en un 80 por ciento.
Si C's gobernase, ¿establecería el diálogo con los independentistas catalanes?
—Algo tendremos que hacer. La gran irresponsabilidad del nacionalismo es haber propiciado una sociedad partida. No se tenía que haber llegado a este nivel de crispación. El bipartidismo ha dejado que este problema llegase demasiado lejos. Somos muy críticos con el nacionalismo porque tiene un encaje difícil con la democracia. Antepone su construcción identitaria a la ley, a la convivencia y a la libertad. Es letal creerse el pueblo elegido.
¿Cómo ve la situación política y social en Balears?
—Vemos que en el Govern sigue la estela del nacionalismo catalán y se van imponiendo ideas próximas a las del Principado. Se trata de un nacionalismo derivado, un pancatalanismo. Es extraño propiciar este discurso de la supuesta opresión por parte de España para pasar a ponerse en manos de Catalunya. La deriva de Francina Armengol hacia el nacionalismo es preocupante
¿Cree que los diputados por Balears no defienden suficientemente al Archipiélago en Madrid?
—Hago muchas cosas por Balears. Pero también hay que pensar en muchas iniciativas globales que tienen una gran importancia, como por ejemplo la normativa del trabajo autónomo. Hay muchas más en esta línea. También defendemos el REB. Ya conseguimos la ampliación del descuento a 75 % en los vuelos interislas. Ahora negociamos exactamente lo mismo con los vuelos con la Península.