El Partido Popular tiene al fin un nuevo líder nacional: Pablo Casado. Liberado ya de los complejos y de las ataduras del Rajoyismo, el PP afronta ahora el reto de superar el congreso extraordinario sin cisma, unido, cohesionado y más fuerte. Un reto que necesariamente pasa por ser capaz de aunar más sensibilidades de las que ha ido perdiendo el PP de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría.
Los votantes que en las últimas citas electorales optaron por otorgar su confianza a Ciudadanos, desengañados de un Rajoy al que todos alaban (porque como suele decirse, «a enemigo que une, puente de plata») pero al que a la vez deseaban buen viento en Santa Pola, (y como ahora vemos, que se llevase con él a Soraya), pueden volver a confiar en el gran partido de centro-derecha desacomplejado y atrevido que siempre fue.
A la vista de la reacción de la izquierda por la victoria de Casado, el PP tiene mejores expectativas ahora con Pablo que hace unos meses con Mariano. Por lo visto los afiliados a formaciones de izquierdas confiaban en que el ganador del PP haga políticas de izquierdas.
Por eso mismo en el PSOE eligieron a Pedro Sánchez, ¿no? Para que ayudase a gobernar a Rajoy, seguramente. ¿Pero qué clase de reflexiones estúpidas son esas de esperar que los rivales políticos hagan las políticas que harías tú? Cada uno tiene sus ideas políticas, sus principios y sus valores.
Es ridículo y absurdo pedirle al olmo que dé peras. Y por ello nadie ha de esperar que el PP de Casado haga políticas de izquierdas ni que se ande con remilgos con la crisis generada por los independentistas catalanes. Por lo mismo que no se le puede pedir al PSOE que contenga su irrefrenable pulsión por el gasto desmedido del dinero público, hasta el punto de volver a tirar del Mister presidencial para asuntos particulares, como hizo Juan Guerra, el hermano del histórico líder socialista del que ahora sus compañeros abjuran. Ya ven.
Hiperacusia y anosmia
La hiperacusia de los cuatro miembros de Prou! contrasta con su evidente anosmia. A semejanza de la protagonista de la serie de televisión La mujer biónica, oyen cualquier sonido por leve que sea y lo consideran un estruendo insoportable. Prisioneros del ruido, compensan esa tara que tanta infelicidad les causa anulando su sentido del olfato, lo que les hace no percibir la peste con la que conviven los vecinos de las proximidades de la estación depuradora de aguas residuales de Santa Eulària.
Es una suerte, porque del mismo modo que exigen -y parecen haber conseguido- que Sant Josep se convierta en un territorio libre de música (algo que convierte en absolutamente pionero al municipio Josepí, aunque les habrá de causar gran infelicidad porque la vida sin música no es vida), sus cerebros ignoran la hediondez que genera una depuradora con un funcionamiento deficiente.
Luchan para que se cierre todo beach club, todo restaurante de playa, toda discoteca, todo bar, todo chiringuito... pero no mueven un dedo para denunciar una depuradora que apesta. Tengo para mí que ambos errores de percepción se subsanarían rápidamente si optasen por tratar con la ayuda de profesionales médicos su turismofobia, que como cualquier fobia irracional es elemento nuclear de su notoria amargura y la causa de todas sus desdichas. Y lo peor de todo es que en Ibiza y Formentera sus filias y fobias acabarán siendo desdichas de todos.
Yo sí os creo, hermanos
Hay dos agentes de la Policía Local de Sant Antoni que denunciaron a la concejala de Governació, Aída Alcaraz, por acoso laboral. No uno, sino dos. Ya es mala suerte que dos funcionarios públicos decidan denunciar falsamente a una política del PSOE, argumento de la claque socialista.
Dado que ahora los asuntos judiciales parecen ventilarse como si fueran el dogma de la Santísima Trinidad, que te lo crees o no te lo crees; y dado que Aída Alcaraz es de las que propugna el “yo si te creo, hermana”, por el que la “justicia patriarcal” debe dictar sentencia sin atender a las pruebas y sin valorarlas, sino creyendo o no creyendo las acusaciones, yo manifiesto que “yo si os creo, hermanos”. Nadie del PSOE, ni de Reinicia Sant Antoni ni de El Pi lo hace, pero yo sí. Y diré por qué.
Porque fui funcionario 19 años. Y creo muchísimo antes la palabra de dos funcionarios públicos, ya no te digo si son agentes de la autoridad encargados de hacer cumplir la Ley, que la palabra de un político, me da igual del partido que sea. Porque no es un caso, no, sino dos. Y por ¡acoso laboral! Tremendo. Igual vendría bien que Iago Negueruela mande a alguno de sus inspectores de trabajo al retén de Sant Antoni.
Feliz domingo.