En su taller de calle Vicent Serra i Orvay, entre encajes, telas, patrones e hilos, esperan Antonia Riera (Sant Miquel 1966) junto a su hermana Eulalia. Lali encargada de la confección, Antonia del diseño. Sorprende la sencillez con la que cuentan las cosas que viven en su día a día estas dos miqueleres que venden sus vestidos y complementos, hechos de forma artesanal, a las islas más recónditas del globo. Decidieron poner un mapa en la pared para saber al menos dónde estaban los lugares a los que envían sus pedidos y de la gente que se interesa por sus diseños. A veces son islas pequeñas en África de las que ni siquiera han oído hablar. Sus vestidos han salido en las principales revistas de moda pero ellas mantienen que «hay que seguir con los pies en la tierra» y trabajando duro. Antonia explica los inicios y el recorrido de este negocio, en el que implican a toda la familia, que empezó como una aventura sin nombre y hoy día atrae a novias de todo el mundo que quieren que Ibimoda ponga la firma al vestido que llevarán uno de los días más importantes de su vida.
¿Cuándo comienza en esto de la costura?
- Cuando acabé de estudiar tocó pensar que quería ser. Yo tenía de referencia a mi hermana mayor que ya nos hacía los trajes a medida a todas las niñas, a las tías, a mis padres, a los vecinos. Ella en cierta manera ya se ganaba la vida con esta profesión. Y pensé que esto quizá me gustaría. Me compraron una máquina de coser y fui tres años a aprender a coser a medida. Después hubo una firma que se interesó en que trabajase con ella y me di cuenta de que era importante coser, pero que más adelante tendría que saber más cosas. Me motivaba mucho hacer patrones y toda la parte técnica del taller, así que fui a la escuela de artes cinco años. Cuando terminé estuve otros 14 años trabajando para una empresa de Ibiza, donde adquirí muchos conocimientos. Estaba de cortadora, patronista y hacía la colección.
¿Y en qué momento surge la idea de crear un negocio propio?
- En el 97 mi hermana se quedó sin trabajo. Muchos talleres cerraron en aquella época. Y entonces teníamos este local, y como yo era joven e ingenua, y no sabía donde me metía, pues dije «¿Por qué no hacemos una colección?». Hicimos una colección de fiesta y la teníamos que vender. En aquel momento todo el mundo iba como loco para venderle a El Corte Inglés, porque compraban mucha cantidad, era un buen cliente y pagaba bien. Y en lugar de competir en Ibiza, donde había 13 o 14 empresas, ellos decidieron que los proveedores tenían que enseñar las colecciones en su sede en Madrid. Pues salio mi hermana con su maletilla y la primera colección que habíamos hecho de fiesta dentro. Y...vendimos tres modelos. Tres modelos que suponían 600 unidades de cada modelo. Y ya tenemos el problema. Nos pusimos manos a la obra. No teníamos ni mesa, pocas herramientas, pero poco a poco lo fuimos montando. Desde entonces fuimos haciendo colección. Los primeros años hacíamos colección de fiesta y romántico. Ahora hacemos también colección novias y pret-a-porter.
¿Y es en ese momento, con esa venta a El Corte Inglés, que decidís crear Ibimoda?
- Exactamente. Allí nace Ibimoda. Ya estábamos metidas en el ajo. Mi hermana se dedicaba a estar aquí todas las horas. Yo estuve todavía tres o cuatro años compatibilizando horas aquí y allá, porque todavía no veía las cosas totalmente claras. Poco a poco decidí dejar lo otro y ponernos a trabajar por nuestra cuenta. Nos ha dado muchas satisfacciones, hemos conocido a mucha gente y hemos viajado mucho, pero también significa mucha responsabilidad y dedicación.
¿Por qué elegís el estilo adlib?
- A las dos nos gustaba. A mí siempre me gustó mucho y es algo que he visto siempre a mi alrededor. Ya desde pequeña iba a desfiles y creo que es una cosa que la sentimos mucho y la llevamos en la sangre.
¿Qué define vuestro estilo de otras marcas adlib?
- Lo que nos diferencia son los materiales y los acabados. Siempre utilizamos materiales muy buenos, cuidando mucho los detalles de los acabados (de eso se encarga mi hermana) y los patrones desde luego también. Hacer las cosas con conciencia y con mucho cariño. También el hecho de que todo sea artesanal y esté hecho en Ibiza.
¿Esperabais que esta aventura fuese tan bien?
- Nunca, ni siquiera somos conscientes todavía. La clave está en trabajar y disfrutar del trabajo, que para mí eso es un lujo. Y creo que esto es algo que se tiene que hacer día a día. No somos conscientes del éxito que tenemos. Simplemente estamos con los pies sobre la tierra y vamos haciendo. La mayor satisfacción es cuando veo un desfile en el que salen 15 modelos, en el que te abrazan mientras oyes los aplausos, eso te emociona mucho. Y es lo que te da fuerza para seguir.
¿Hay buena acogida de este estilo en el extranjero?
- Actualmente la moda adlib tiene muy buena salud. Tengo que dar las gracias por esto a los consellers, tanto a Vicent Roig como a Marta Díaz, que siempre han apoyado a las empresas de aquí y están en todo momento ayudándonos.
¿Con que experiencia os quedáis de las distintas salidas que habéis hecho al extranjero con vuestras colecciones?
- Una vez nos invitaron como grupo en representación de España en una pasarela de moda. Allí había gente muy importante. Teníamos un grupo de 11 modelos. Y cuando salió el grupo de chicas vestidas con nuestra colección la gente se volvió loca. Es algo que no te puedo explicar. ¿En qué se diferenciaba de las otras colecciones? Creo que los materiales. Todo el mundo trabaja para hacerlo lo mejor posible, y que tú recibas esa acogida… es una sensación muy agradable. Una experiencia muy bonita.
Y ¿alguna anécdota con alguna personalidad que se haya interesado por vuestros vestidos?
- Pues hace dos años nos llamaron de Marruecos y nos dijeron que querían hablar con ventas. ¿Y qué podían querer de Marruecos? Pues nada, pensamos que sería para pedir alguna colección. Y nos preguntaron por una referencia de una colección de 2016, un traje que abría el desfile. Y dijimos que sí, hacía un mes que lo habíamos hecho y lo teníamos a mano. Y entonces nos pidieron que lo enviáramos en 2 o 3 horas, y preguntaron si lo podíamos enviar directamente a Marruecos. Para agilizar las cosas nos dijeron que iban a llamar de la embajada de Marruecos. Y yo pensé que era un cuento chino. Pero era un vestido que había elegido la reina de Marruecos que quería para una fiesta privada. Cosas que pasan.
También hacéis vestidos por encargo. ¿Hay alguno que os haya hecho especial ilusión?
- Todos son muy especiales. Las personas que confían en ti para un encargo hacen que sea algo único. El hacer un vestido de novia por ejemplo. La persona te pone a cargo de un elemento del día más importante de su vida, y tú formas parte de ese día. Detrás de esa gente al final hay una historia y tu te integras en esa historia.
¿Se está poniendo de moda el estilo adlib para novias?
- Creo que todo el tema de Ibiza está de moda, y adlib es una parte de esa moda. También creo que la gente busca cada vez más hacer bodas diferentes, que se salgan un poco de los tradicional. Son unas novias que buscan más la frescura y la comdidad, es un conjunto de elementos.
¿Cómo es vestir a una novia?
- Muy chulo, es una experiencia muy bonita que no deja de ser una gran responsabilidad. Comienzas con una persona desde cero. Vienen de diferentes partes del mundo y no las conoces de nada. Entran en el probador y tú tienes que tocar sus sentimientos para conquistarla, para poder hacer su vestido ideal y a medida. Es un trabajo muy bonito y delicado.
¿Vienen extranjeras a encargaros el traje de novia?
- Hoy mismo (esta entrevista se hizo el pasado martes) tenemos a una chica alemana que ya pasó ayer y nos preguntó si podía ver vestidos de novia. Nos explicó a su manera que está aquí hasta final de esta semana. Ha venido a concertar detalles de su boda, que será en Ibiza en agosto del año que viene. Y ella ha pensado que quería que el tambiénvestido fuese ibicenco.
¿Quién seguirá con el negocio? ¿Hay alguien que haga sus pinitos con la máquina de coser?
- De momento no. Yo doy clases de costura en una escuela de ball pagès para que aprendan a remendarse la ropa y este año mi hijo vino algunas horas por que dice que quiere aprender a coser, pero es difícil. Yo creo que hay que disfrutar del trabajo, hay que hacerlo lo mejor posible, y luego eso Dios dirá. Mis hijos no tienen que trabajar en el mundo de la moda por que su madre decidiera trabajar como diseñadora, o por que lo hiciera su tía. Es un trabajo muy sacrificado, es complicado de rentabilizar. No tenemos que olvidarnos de que tenemos una competencia bestial de los países que tienen mano de obra barata. Todo esto hace que reflexiones y digas “qué duro es todo esto”. Parece que todo es muy bonito pero desde dentro no es siempre tan bonito.
¿Cómo es trabajar con tu hermana?
- Primero ella es una persona que está conmigo trabajando y hay que sacar el trabajo adelante. Nos olvidamos de que somos hermanas por esa parte, las dos somos trabajadoras. Ella se encarga de una parte de ese trabajo y yo me encargo de la otra. A veces discutimos, porque ni lo suyo funciona como tiene que funcionar ni lo mío tampoco. Pero al final siempre todo acaba yendo fenomenal. Y luego esa dureza que hay en este trabajo, que te produce un desgaste, en eso te beneficia tener contigo a tu hermana porque confías y piensas «esto lo sacamos adelante seguro». Es un apoyo muy importante. Y detrás de nosotras hay mucha más gente que está cosiendo. Tenemos a un equipo muy bueno, que sin ellos no podríamos hacer tantas cosas. Una parte que se encarga de coser, otra de hacer las muestras. Es una empresa pequeña y familiar y nos ayudamos entre todos.