Una mujer sale algo enfurruñada de una perfumería de calle Extremadura. Tiene aspecto de ser una clienta cualquiera, y en el propio establecimiento las dependientas indican que la conocen. Pero no porque sea una consumidora habitual, sino porque no es la primera vez que intenta birlar productos.
«Es algo horroroso, ¡cada día y varias veces al día! Hemos empezado ya por la mañana con una. Y ayer a última hora, el de la última hora», explicaba con indignación una de las dependientas.
Quizás el de este negocio sea uno de los ejemplos más exagerados, pero son muchos los negocios que informan sobre un repunte de hurtos y robos en los negocios que hay en el entorno del Mercat Nou. Es por ello que los comerciantes se han organizado en un grupo en la aplicación whatsapp para avisar cuando se produce algún hurto o cuando ven merodear por la zona a alguno de los habituales amigos de lo ajeno.
El ‘chat'
El foro se llama Alerta ladrones barriada, lo creó hace un año y medio Gustavo Peñalba, propietario de la tienda de electrodomésticos Euronics. Dice que en un inicio era sencillamente algo preventivo, y los avisos saltaban cada tres meses, pero desde Navidad las alertas saltan contínuamente. En estos meses el grupo ha pasado de tener apenas una veintena de integrantes a ser 44 personas de diferentes negocios las que lo integran.
«Por lo que tenemos controlado se están ‘pegando los palos' desde los nuevos juzgados hasta el parque de la Paz, entrando tanto de avenida España como por Isidoro Macabich», acota Peñalba. Dice que la gente que se ha adherido llega hasta la avenida España.
Afirma que la presencia policial por la zona es casi nula y recuerda que había un policía de barrio, pero ha cumplido los 55 años, según le han informado y ahora está realizando tareas de oficina sin que exista un reemplazo.
Los perfiles de los ladrones que se encuentran han cambiado mucho. «Antes lo identificabas por su dejadez o sus pintas, pero ahora nos encontramos con gente de todo tipo». Este año no hay un prototipo, «hay mayores y jóvenes».
Uno de los fichados por el grupo es un chico al que llaman el bicicletas. Según explica Peñalba, su modus operandi consiste en dejar la bicicleta aparcada sin candar en la calle, lleva a cabo dos hurtos rápidos y sale corriendo en su bicicleta. «Lo he llegado a pillar y meterlo en la tienda. Bajé la verja y el tío se me escapó por la rendija, saltó por encima de los coches con la bicicleta y todo y se piró», relata. Desde ese momento, hace veinte días del suceso, ya no ha vuelto a aparecer por la zona.
Sin embargo explica que la preocupación entre muchos de los comerciantes es que un día se encare con ellos alguno de los ladrones o intente el golpe empuñando un arma.
Dentro del grupo se llegó a plantear la alternativa de crear una policía de barrio, sin embargo llegaron a la conclusión de que sería algo descabellado dado que no tienen autoridad. Es por ello que piden que desde el Consistorio se tomen medidas para atajar este problema. La sensación que manifiestan es que la reincidencia se debe a la impunidad.
Testimonios
Estefanía López es dependienta en un comercio de artículos textiles en la calle Extremadura. Dice que el grupo es «la única forma de irse avisando, porque sino es una locura». Por su negocio dice que sufre hurtos o intentos de hurto «dos o tres veces por semana». A veces se da cuenta a tiempo, pero otras es demasiado tarde. Apunta lo mismo que Gustavo respecto a los perfiles, «antes tenías el prototipo de ratero, pero ahora es que son hasta abuelillos, no te puedes fiar de nadie».
Lo que más le atemoriza es la hora de hacer caja, ya que por la mañana hay mucho movimiento, «pero por la noche la calle está muerta».
Antes de Navidad acudió la Policía Nacional a su negocio para devolverle diez packs de pares de calcetines. Los comerciantes explican que en muchos casos tienen constancia de que los ladrones se van al mercadillo de Sant Jordi a vender la mercancía que se llevan de los negocios.
En la tienda gourmet y jamonería El Paladar llevan dos robos en apenas un mes. El pasado seis de enero rompieron la puerta de la entrada y se llevaron dos piezas de jamón y la caja registradora. Denunciaron el robo a la Policía Nacional, que lo está investigando, y no pasó un mes, a finales de enero, cuando volvieron a romper la puerta. La segunda vez la Policía se personó rápidamente y solo se llevaron una pieza de jamón.
Al parecer, según lo que parece en la grabación de seguridad, podría ser la misma persona. El encargado de la tienda explica que desde el primer robo ya encargaron una puerta de chapa para tener más seguridad, pero, dado que es algo que se tiene que hacer a medida, todavía están pendientes de que la envíen. «Le están dando una caña a esta zona que no es normal», comenta al final de la conversación.
En la tienda de ropa Pictro, en calle Cataluña, también están preocupados por este tema. La encargada del negocio, Silvia Brizuela, dice que en su caso son algo más de personal y que suelen pillarlos, dado que «todos los productos tienen alarmas y en cuanto pita» ya están ahí. Pero se han encontrado durante estos últimos meses muchos más intentos de robo. Su sensación es que hay poca presencia policial en la zona y creen que es algo que se debería mejorar.
En la tienda de ropa Gatzara explican que recibieron la visita de la Policía Nacional no hace mucho tiempo, y que de vez en cuando ven pasar un vehículo por su calle. Sin embargo indican que desde Navidad tienen «que andar con mucho ojo» y que «cada dos por tres» se encuentran con el hurto de alguna prenda de ropa. Incluso indican que no hace mucho tiempo se llevaron la peluca de un maniquí.
En la perfumería Clapés son contínuos los hurtos de pequeña entidad. «Vienen y se llevan algún perfume, normalmente el que ellos quieren. Channel les gusta mucho», detalla con una sonrisa «no son tontos, les gusta lo bueno».
Las propias dependientas son las que están en el grupo de whatsapp. A veces incluso se acercan de un negocio a otro, normalmente la dependienta de la perfumería África dicen que les avisa. «Anoche avisamos al chico de un negocio de carcasas, que tenía a uno de los habituales justo al lado de la puerta.
En el caso de la tienda de electrodomésticos de Gustavo Peñalba, cuenta que se las ingenia como puede para atajar la situación. Ha puesto velcro a algunos artículos para hacer más complicado el levantarlos y ser consciente de cuando alguien coge algo. Cambia la disposición de las cosas para que los artículos que es más sencillo hurtar no estén tan accesibles.
Sin embargo insiste en que cualquier medida que se tome, como la del chat, de poco sirve si no hay más vigilancia policial en la zona para atajar un problema que se ha convertido en demasiado habitual en esta zona de Eivissa.