La historia de Nadia Ghulam (Kabul, Afganistán, 1985) parece casi de ciencia ficción aunque desgraciadamente es muy real. Si algún guionista con algo de visión hablara con ella o leyera detenidamente alguno de sus libros comprobaría que se puede hacer una serie de televisión o una película de cine que sirviera para dar visibilidad a todo lo que sucede en su país y a la situación que viven las mujeres y que, desgraciadamente no sale tanto como debería en los medios de comunicación.
çDe momento, los que han conocido su experiencia están siendo los estudiantes de la isla de Ibiza. Ayer, Nadia tuvo un día muy intenso ya que acudió a los institutos Balàfia e Isidor Macabich o CEPA Pitiüses y hoy hará lo mismo con los del IES Blanca Dona. Los estudiantes escucharon sobrecogidos y con la boca abierta el ejemplo de superación de esta mujer afgana que se hizo pasar durante diez años por un chico para sobrevivir y alimentar a su familia en medio de una cruenta guerra civil, el hambre y el régimen talibán. Luego, afortunadamente, en 2006 gracias a la Associació per als Drets Humans a l'Afganistan (ASDHA) llegó a Barcelona donde encontró a sus padres adoptivos.
«Lo que explico a los estudiantes es mi propia experiencia personal y las dificultades que he pasado en mi vida pero también les intento convencer que todo se puede superar si uno se esfuerza y pone de su parte», explicó ayer Nadia a Periódico de Ibiza y Formentera. Además, su conferencia es «un canto a la paz, a cómo la guerra puede cambiar la vida de la gente y al reconocimiento de la figura de la mujer en países como Afganistán».
«La sensibilidad es como una hormona»
En este sentido la joven afgana se muestra convencida de que todos los corazones están interrelacionados y que la sensibilidad es «como una hormona». «Al final de escuchar historias que conmueven éstas se transmiten y consiguen que nos movilicemos para ayudarnos unos a otros porque, al fin y al cabo, aunque tengamos diferente color de piel, idioma o religión, todos somos seres humanos».
Para convencer de ello Nadia asegura que no tiene ningún secreto. Es concisa y va directa a la fibra sensible con sus mensajes y su propia experiencia. A pesar de ello no se considera un ejemplo para nadie. «No lo soy en absoluto, sólo soy alguien que tuvo la fortuna de sobrevivir a una situación muy difícil y sobre todo una afortunada que gracias a un tratamiento médico pudo llegar a Barcelona donde conocí a los ángeles que me cambiaron la vida».
Por ello, la joven quiso poner en valor las figuras de muchos de sus compatriotas. «Normalmente Afganistán sólo sale en las noticias cuando se habla de muertos, pobreza o pérdida de derechos humanos pero también es un país con gente maravillosa que lucha día a día por salir adelante». De ellos, precisamente, habla en sus libros. «Ante tanto desconocimiento y tanto abandono por parte de los medios de comunicación sentí que tenía que contar la vida de los que sobreviven todos los días, después de un atentado o luchando contra las represalias del régimen talibán».
«Con las mujeres queda mucho por hacer»
Uno de los sectores más perjudicados en esta situación tan dramática son las mujeres. Ella misma tuvo que transformarse en chico durante diez años para poder trabajar y que su familia tuviera algo de dinero para poder llevarse algo a la boca. Ahora, asegura que en la capital de Afganistán, Kabul, las cosas han ido cambiando muy poco a poco «ya que actualmente pueden estudiar o trabajar, algo impensable sólo hace unos años».
Desgraciadamente, según Nadia hay cosas que no cambian. «La mujer en mi país ha ido adquiriendo algún derecho pero actualmente si es violada o asesinada la culpa recae sobre la propia familia, que queda marcada para siempre».
Por todo ello y para seguir aportando su granito de arena en la transformación de su país ha creado la asociación Ponts per la pau, «una entidad sin ánimo de lucro que entre otras cosas lucha porque otras niñas afganas tengan acceso al presente y futuro que he tenido yo desde que llegué a España».