ernando Cívico quizá sea el transportista más veterano en la ruta marítima que cruza es Freus. Tras 25 años yendo de Ibiza a Formentera, es también una de las personas que ha vivido de un modo más cercano la evolución del transporte marítimo entre las Pitiusas. Ha visto la retirada de barcos, la llegada de nuevas empresas navieras, cambios de nombre y de propietario y el aumento de las frecuencias, que a él le afectan más bien poco. Sale con el primer ferri de la mañana y regresa con el primer barco que sale de puerto cuando ha terminado su ruta.
Cuenta como anécdota que hizo el servicio militar en la marina, pero estuvo todo el tiempo en puerto mientras que ahora se embarca a diario. «No sé por qué demonios no pisé un barco y lo que no hice en lo militar, lo hago en lo civil. Ahora me estoy inflando a barco. No llegué a ser marinero de agua dulce ni de agua salada. Fue licenciarme y estar embarcado todos los días».
Empezó a trabajar en la ruta entre Ibiza y Formentera en 1992, tras licenciarse en el ejército. En este tiempo dice que nunca ha tenido problema con los madrugones y que tampoco tiene problemas con los temporales.
Crecer con Baleària
Recuerda que, cuando él empezó, Baleària se llamaba Umafisa y había dos buques gemelos, el ‘Ibiza' y el ‘Espalmador'. «Eran buques muy marineros que se movían mucho, pero cumplían bien su función».
Con la llegada del ‘Nixe' el transporte mejoró, un barco «que tardaba 50 minutos clavados». Sin embargo debido a su tamaño, cuando había viento fuerte del norte era complicado atracar, «pero siempre estaba ahí el inagotable ‘Arlequín'», recuerda. «Ese ha sido el barco heroico de alguna manera, porque era el único que en medio de un temporal te plantaba en Formentera y podías hacer tu trabajo. Y después te traía a Ibiza».
También recuerda que cuando él empezó a veces subía el camión en ‘La joven dolores', que no era un buque de carga rodada. «Muchas veces cuando ibas con el camión no te cabía la mercancía para todo lo que necesitaban. Entonces lo corregías al día siguiente o incluso por la tarde con ‘La joven dolores', porque no había tanta frecuencia de buques de carga».
En el año 98 empieza a operar Baleària en la ruta entre Ibiza y Formentera. Cuando se retiró el ‘Arlequín' vino el ‘Posidonia', un barco que Fernando cree «que es el mejor buque para carga rodada que está operando entre Ibiza y Formentera, es más largo, tiene más eslora y batalla mejor los temporales».
Pero aunque hayan llegado nuevos barcos, el tiempo que tarda entre Ibiza y Formentera sigue siendo el mismo. Ya era de una hora en los años 90. Lo que sí ha mejorado es la frecuencia.
Crecimiento de la demanda
A Fernando le contrataron según volvió a Ibiza. Trabajaba por cuenta ajena, pero durante ese tiempo notó que hacía falta más transporte a Formentera. Empezó a haber mucha demanda y había un hueco en el que vio que podía meter cabeza. «Hace como unos 12 años me monté por cuenta propia para cubrir esa demanda. Consideré que faltaba más mano de obra para cubrir las necesidades de la isla. Formentera necesitaba más suministro de mercancía y así empecé hasta hoy».
Venía del gremio de la alimentación, por lo que había muchas empresas que ya le conocían. «Enseguida se corre la voz en Ibiza y cuentan contigo a la hora de llevarle la mercancía a sus clientes de Formentera». Hizo una sociedad con un formenterer, su amigo Joan Mayans. Compraron un camioncillo en Barcelona y enseguida aumentaron los contactos y la demanda de su servicio. Tanto es así que en dos años se hicieron con una pequeña flota de cinco o seis vehículos.
Llegó un punto que el trabajo era tan estresante que Fernando decidió que «era el momento de bajar un poco el ritmo» y empezó por su cuenta con un vehículo propio.
Un gremio muy unido
Para los trabajadores del gremio de transportistas, el buque es como el centro de trabajo. «Saludas a los marineros, al mecánico, al contable… estamos como en una pequeña familia que todos nos conocemos. Ya no solo los chóferes que vamos en el barco, sino la misma tripulación del buque. Cuando te encuentras cada día con el camarero pues ya le saludas. Parece que estás en casa».
Fernando explica que hay una gran diferencia entre la llegada y la vuelta. «Cuando llegamos a Formentera, cuando se abre la rampa salimos como un batallón. Como un ejército desembarcando cada uno, buscando su punto de entrega. Lo curioso es que cuando volvemos a las 14:00, cuando se abre la puerta en Ibiza parece que le estás abriendo la puerta a un corral de cabras. Tienes ganas de volver a casa».
Dice que hay muy buen rollo entre ellos. Cuando hay alguno que va más rápido que los demás a veces llama para ofrecerse, para echar un cable. Tenemos muy buen rollo, como si fuéramos casi una misma empresa.
Resignación ante el mal tiempo
Fernando no es una persona que se maree. «Casi te diría que a veces agradezco un temporal, porque es tan monótono todos los días hacer el mismo viaje que a veces un temporal te activa un poco las pilas».
Dice haberlos pillado de todos los colores. Cuando la previsión es muy mala directamente se cancela el trayecto, pero alguna vez se ha visto incluso en la situación de que el ferri ha tenido que volver a puerto «al ver el panorama en es Freus», una decisión que hay que tomar antes de entrar en esta zona, «porque entre es Freus no puedes dar la vuelta.
El cierre del puerto por un temporal es «un fastidio» para estos trabajadores. Sobre todo a la gente que lleva productos perecederos. «El hecho de no poder salir un día y tener que dejarlo para el siguiente supone un problema cuando llevas este tipo de carga. No todo el mundo tiene opciones de conectar el camión a la corriente eléctrica o tener el camión en marcha constantemente», explica.
Que no llegue ese suministro es, desde luego, un percance para la gente de Formentera, «pero es una preocupación más de los profesionales, de los transportistas. Allí creo que ya se vive con resignación. Están acostumbrados a esta situación».
Esos percances suponen que los transportistas tengan que intentar recuperar en dos días el trabajo aumentando la carga y yendo a la carrera.
Lidiar con el tráfico
El tráfico es un factor importante en su día a día. El cambio es radical de invierno a verano. Algo que ya no se nota tanto en Ibiza, donde ahora incluso en invierno hay tráfico cuando antes estaba un poco más tranquila. En cambio en Formentera la diferencia sigue siendo muchísima.
«Da gusto venir a Formentera en invierno. En verano tenemos saturación de vehículos. A pesar de que el Consell ha iniciado ahora una prueba pionera para intentar controlarlo con la normativa de control de acceso. Es algo que de momento en cuanto al tráfico no se nota. Quizá después del verano habrá que hacer balance».
En cuanto al combustible, explica que llena el depósito cuando tiene necesidad, muchas veces en Formentera. Curiosamente suele ser generalmente más barato que en Ibiza. Ronda el céntimo o dos céntimos más barato.
Aunque el trabajo de transportista es sacrificado, indica que en las Pitiusas no es tan duro como en la península donde «hay gente que vive en un camión prácticamente».
«Nosotros hacemos un rato por la mañana de reparto y dedicamos otro rato por la tarde para preparar la carga del día siguiente. No son tantas horas dentro de un vehículo industrial si miras como funcionan en otros sitios. Aquí, incluso las grandes empresas descansan en sábado y domingo».
Sabe el importante papel que tiene su trabajo para Formentera. Si la línea de ferris entre Ibiza y Formentera son las venas que unen estas dos islas, podríamos decir que los transportistas serían los glóbulos rojos, la sangre que corre por esas venas. «Hasta que los drones se pongan en marcha, la mano de obra física será imprescindible».