El centro de protección de animales de Sa Coma es una realidad factible gracias al trabajo de los 132 voluntarios que aportan su grano de arena cada semana y a la colaboración de las fundaciones Perros Abandonados en Ibiza y Gossos. Es el mensaje que traslada Joan Escandell, lacero municipal que se desempeña en el centro desde hace 23 años. Pasear a los 72 perros que habitan actualmente Sa Coma es una labor fundamental, pero no la única tarea que puede hacer el voluntario, explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera junto a la concejala de Bienestar Animal, Fiestas y Participación Ciudadana, Montse García. Toda ayuda es bienvenida y también necesitan a gente que se encargue de mantener las instalaciones en buen estado o de dar difusión al proyecto. Escandell explica que «en redes sociales echamos en falta algún voluntario». Aunque percibe que en verano viene menos gente a pasear a los canes, destaca que están bien atendidos, pues los horarios permiten sacarlos por la mañana o por la tarde en función del día. Según recalcó Montse García, los paseos suponen una actividad elemental para el bienestar físico y mental de los dogos. Además, presumió de que sa Coma es el único centro de protección de animales gestionado en parte por el Ayuntamiento de forma directa, y reseñó que «tenemos una red de voluntarios muy grande y podemos sacarlos a pasear todos los días», además, en caso de no contar con suficientes voluntarios realiza la faena el personal veterinario o el administrativo.
«Los animales no tienen fin de semana», declara García para señalar que los empleados de la clínica veterinaria de Sant Jordi y de la empresa de limpieza, Brillosa, trabajan también los sábados y domingos con el objetivo de mantener aptas las condiciones de higiene y atención veterinaria.
Escandell refiere que «ha bajado el tiempo de estancia de los animales» y observa una disminución en el número que recogen, por lo que reflexiona que «la sociedad ha cambiado, ahora es más responsable». En esta línea, García hace notar que, aunque el uso del chip para perros es obligatorio desde 1999, al comenzar la regulación no solían llevarlo, y pone en valor que en lo que va de año las cifras de recuperación de perros superan a las de adopción, pues según interpreta García, denota que cada vez hay menos dueños que renuncian a hacerse cargo de los animales.