El mes de diciembre es época de pebrassos en Ibiza. Los aficionados a este hongo salen con sus cestos al bosque, acuden a lugares que no se comentan salvo a los más allegados, donde se sabe por experiencia que brota esta seta de color anaranjado. Sin embargo, en algunos de esos sitios habituales este año la abundancia no es tal. Más bien es escasez.
Ya el periódico británico The Guardian se hacía eco en noviembre de la menor fructificación de setas en Cataluña este año por la escasez de lluvias en otoño. Señalaba incluso que en determinadas zonas de Mallorca estaban regando zonas boscosas en las que habitualmente brotaban los hongos.
La meteorología tampoco ha sido favorable en Ibiza. El micólogo y educador ambiental, Jaume Espinosa, señala dos factores como clave de esta situación a su parecer: primero la escasez de lluvias durante la pasada primavera, «que puede haber condicionado que algunos hongos hayan muerto o no hayan tenido la fuerza necesaria a la hora de fructificar»; y los fuertes vientos del oeste en noviembre. Estos temporales de viento, según explica Espinosa, al atravesar la Península desde el País Vasco por las zonas desérticas de Bárdenas Reales y los Monegros llegan «con una fuerza inusitada al Mediterráneo» de forma que alcanzan las Balears como vientos «muy secos».
Todo ello a hecho que, a pesar de que llovió «entre las dos mares de Deu de agosto», algo que se considera indicativo de que será año de pebrassos, estos no hayan brotado en gran cantidad.
Apunta como condiciones óptimas para que se dé un buen año de setas que haya precipitaciones moderadas en primavera y que no haya días de mucho viento en otoño, «lo ideal es que haya días apacibles con mucho rocío». Del mismo modo que los expertos consultados por The Guardian, Espinosa considera que el cambio climático es un factor clave en esta situación.
Aunque el pebràs es la seta más popular en Ibiza y la mayoría de la gente no conoce otras clases comestibles, en la isla hay diversas variedades culinariamente interesantes. Algunas de ellas han resistido mejor. Por ejemplo los rossinyols o rebozuelos, una especie muy apreciada entre los micólogos.
También tienen una producción normal las gírgoles de canyaferla, que aparecieron antes de los fuertes vientos, indica Espinosa.
Otras especies han bajado mucho su producción o casi ni han aparecido, como por ejemplo los fredolics o las llengües de bou. «Son setas de invierno y no ha llegado el invierno húmedo que requieren estas especies, las conocidas como calmas de enero o minves de gener.
Posibilidad de cambio
A pesar de que el mes de diciembre no está siendo bueno para la recolección de setas, indica que una mejora de las condiciones meteorológicas podría suponer que todo cambiara en próximos meses. «Hubo un año en que tuvimos un día en junio en el que cayeron 60 litros por metro cuadrado y se llenó el bosque de pebrassos ¡y estamos hablando de junio!», algo que también pasó un año en abril.
En cambio si helara sería desastroso para la temporada de setas. Para Espinosa el clima cada vez más impredecible del Mediterráneo hace que sea difícil prever si el año será bueno para las setas o no. En cualquier caso siempre podremos encontrar las setas en el rincón habitual...del supermercado. Aunque tal vez a unos precios superiores a los habituales.