Con la habitual empalagosa sobreactuación, la inestimable colaboración de los sumisos corifeos mediáticos que se retratan a diario con su ridícula condescendencia, el Gobierno, en especial la rama de Podemos, nos ha machacado con el «escudo social» que, supuestamente, ha puesto en marcha, veremos en qué acaba realmente, para hacer frente a la crisis del coronavirus, tempestad que mantiene el tejido productivo paralizado y que amenaza con llevarse por delante millones de puestos de trabajo, amén de muchas víctimas.
Pedro, Pablo, los que realmente necesitan un escudo, no social, sino físico contra el coronavirus, son los sanitarios. Todos, empezando por los médicos de la UCI y acabando por el último limpiador de la última unidad sanitaria del último rincón de España.
Merece un mayúsculo reconocimiento ver cómo se enfrentan cada día al riesgo de verse infectados por pacientes oficiales, una mínima parte, entre el 15 y el 20%, que han dado positivo, pero también a aquellos que presentan síntomas y no han sido analizados por falta de medios y, por supuesto, a cualquiera de nosotros que porta un incómodo inquilino sin saberlo.
La gerente del Área de Salud, Carmen Santos, médico de profesión, dice que es el momento de hacer cumplir los protocolos a «rajatabla» y que estos son «serios» porque están hechos con criterios «científicos», que se están cumpliendo y que no puede hacer cada profesional lo que considere por criterios subjetivos porque si no, no habría control. Nada que objetar porque ella cumple órdenes.
En que se estén cumpliendo dichos protocolos es en lo único en lo que está de acuerdo Carlos Rodríguez, médico de atención primaria y delegado en Ibiza y Formentera del Sindicato Médico de Baleares (Simebal). Este profesional reclama ir «sobrados» en materia de seguridad, pecar por exceso para evitar seguir siendo los campeones del mundo en profesionales contagiados.
Carga viral
Me explica un médico, aterrado por el colapso mental de las autoridades sanitarias nacionales y baleares, el concepto de la carga viral que soportan los profesionales que pone los pelos de punta. Incapaz de reproducir con exactitud sus palabras, esto significa que un portador del virus en contacto frecuente con otras personas portadoras del virus alberga un virus más potente, dañino y contagioso que un paciente que se va a su casa y pasa 15 días de perros hasta superar la enfermedad en el mejor de los casos.
Esta mayor carga viral explica el elevado número de sanitarios y personal esencial, agentes de todas las policías principalmente, joven y sin patologías previas que está sucumbiendo. Además, nos sitúa en un devastador círculo vicioso, ya que los que nos tienen que salvar en realidad son un agente de transmisión altamente peligroso. Y es que los hospitales se están convirtiendo en el principal foco y sus profesionales, en sus principales correas de transmisión.
No nos engañemos. La única razón que justifica que no se hayan modificado los protocolos que sigue al pie de la letra Carmen Santos y se hayan elevado las medidas de seguridad de nuestros profesionales no es que los protocolos estén funcionando porque no lo están haciendo: es que no hay material disponible para ello. En un escenario en el que escasea el material que requieren las medidas de protección actuales, es quimérico plantear elevar la seguridad de los profesionales. Por mucho se quiera, no es posible.
Los protocolos, al igual que los criterios, se han cambiado tantas veces que es difícil contabilizar los cambios.
El último ayer mismo con la reducción de la actividad económica a la mínima expresión. Solo servicios esenciales seguirán en activo. Hoy veremos en el BOE la concreción de una medida que supone paralizar la construcción y sus auxiliares, que no son pocas, el único sector que venía trabajando con relativa normalidad. No hará falta, pues, que el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas Agustinet, paralice las obras ilegales de Portinatx que ha venido permitiendo desde agosto, tal como publicó Periódico de Ibiza y Fomentera esta semana. Ya lo ha hecho Sánchez por él. Así que, ante una enfermedad novedosa, cambiante y de la que aprendemos a diario, actualizar los protocolos para garantizar la integridad de nuestra primera línea sanitaria, nuestra infantería contra el virus, no es solo lo más normal del mundo, sino que es de extrema necesidad. Defender lo contrario es infantil.
Al personal de salvamento, lo primero que se le enseña es que lo primero es no poner la propia vida en peligro, aunque es inevitable hacerlo en ocasiones. Este principio es el que recomienda sobreproteger a nuestros héroes sanitarios.
Test rápidos
La falta de material es también la única razón que está retrasando el análisis masivo vía test rápidos que necesita este país con el que cribar a la población entre portadores y no portadores.
Pecar por exceso en materia de seguridad es por lo que claman los médicos. Sobreproteger a un profesional con medidas de protección que superan las mínimas no tiene contraindicaciones, salvo el coste de este material fungible, inversión que, además, probablemente saldría rentable para las arcas del Estado, en la medida en que reduciría el número de contagios y con ella, el coste posterior en tratamientos. Mejor que sobre que no que falte nos han enseñado nuestras madres.
Descarto que estemos en modo restricción presupuestaria, por lo que la carencia de material se debe única y exclusivamente a la incapacidad física de abastecernos de él. Y esta imposibilidad se debe, a su vez, a la falta de previsión de un Gobierno, al que la oposición no quiere criticar en exceso por responsabilidad de Estado, aunque su gestión no supere la prueba del algodón.
Fracasa la compra centralizada
El ministro de Sanidad, cuyo principal mérito para ocupar el cargo es ser afiliado del PSC, quiso centralizar las compras de material cuando el Ministerio lleva años sin comprar nada, ya que las comunidades se proveen de forma individual tras el traspaso de las competencias. Por eso, disponen de mecanismos y personal para saber a qué proveedores acudir en cada categoría. Era el peor momento para hacer inventos, en tanto que todo el mundo está haciendo acopio de la mayor cantidad de género posible. Resultado: fracaso absoluto. Caos y vuelta a la casilla de salida después de haber perdido un tiempo precioso del que lamentablemente no disponemos.
Segunda estación de este viaje: la bochornosa y frustrada compra de test rápidos, aquellos que en teoría no necesitábamos porque no eran efectivos y sobre todo porque «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado», según el experto que el Gobierno ha puesto al frente del operativo y al que todavía mantiene, a pesar de los errores de bulto que ha cometido, Pedro Simón, como demuestra que unas semanas después de esta fallida previsión competimos con países con mayor población en los primeros puestos del ranking de infectados y fallecidos. Y eso que la falta de tests masivos a la población resta centenares de miles de contagiados no contabilizados. En Ibiza, unos 300. En Baleares, 5.000. En España, entre medio millón y un millón de personas.
Sin el mínimo rigor exigible, los compradores inexpertos del Ministerio de Sanidad importan de China miles de unidades piratas sin utilidad alguna, lo que abochorna, genera una gran desconfianza en los que están al frente del operativo y también en los que estarían más guapos callados, como Rodríguez Zapatero, y sobre todo, nos hace perder un tiempo para evitar contagios y acertar en las medidas. Ayer salió de España un avión militar de urgencia que se espera esté el lunes de vuelta con los tests rápidos. Menos mal que no los necesitábamos.
Investigación
Espero que algún fiscal investigue como se merece a quienes permitieron concentraciones multitudinarias, como el aquelarre feminista del 8-M, el mitin de VOX en Vistaalegre y todas las competiciones deportivas, a sabiendas de que ya habíamos entrado en la fase de transmisión comunitaria, esto es, que el virus campaba a sus anchas sin control alguno en cualquier rincón de España produciendo contagios por doquier. Por actuaciones con menor carga de negligencia han caído gobiernos.
Con este panorama, no solo los sanitarios necesitan un escudo para protegerse del contagio de coronavirus, también nosotros para protegernos de los errores del Gobierno.
Can Misses se prepara
En Ibiza, la curva sigue creciendo. Ayer fue un día negro, con nueve casos nuevos en 24 horas. Los recursos asistenciales van agotándose, lo que obliga a poner en marcha medidas anunciadas días atrás, como la ampliación de las camas de UCI. Centenares de habitaciones y un refuerzo en la atención domiciliaria dan cuenta de que efectivamente el número de infectados reales crecerá y que existe riesgo de que crezca mucho. Habilitar el antiguo edificio J, tener en cartera un hotel para medicalizar, liberar a las UVAC de extraer muestras y ofrecer alojamiento para que puedan autoaislarse los profesionales que así lo deseen son medidas acertadas que esperemos sean suficientes.