«Yo vengo equipada de casa con mascarilla y guantes, pero hay gente que no tiene protección y es bueno que se repartan para viajar todos más seguros. Protegiéndose uno, protegemos al resto: es una cuestión de solidaridad y vida». Son palabras de Paulina Vera, una de las poco más de diez personas que a las 09.30 horas de ayer cogió un autobús en el Cetis con destino a Sant Antoni. Desde dos horas y media antes, agentes de la Policía Nacional, Policía Local de Vila y Protección Civil repartían las primeras unidades de las 30.000 mascarillas destinadas por el Gobierno a Ibiza.
La imagen se repetía en otros puntos como la parada de Isidor Macabich y también en Sant Antoni, Santa Eulària y Sant Josep, donde la Guardia Civil desplegaba los puntos de reparto con las respectivas policías municipales y voluntarios de Protección Civil.
La jornada de reincorporación laboral tras las dos semanas de confinamiento duro se tradujo en controles policiales y atención especial en los puntos de transporte público: estación del Cetis y paradas de bus, así como en la Estación Marítima.
La mayoría de los trabajadores se movían provistos de mascarillas personales y guantes, una imagen cada vez más extendida y a la que nos deberemos acostumbrar.
Plazas limitadas en el autobús
En una de las mesas ubicadas en el entorno de la estación del Cetis, los paquetes de mascarillas iban reduciéndose a medida que avanzaba la mañana.
Los agentes se encargaban de informar sobre el reparto de mascarillas y cómo debían usarse. En los autobuses, máximas medidas de seguridad: entre 14 y 16 personas por vehículo.
Sindicatos policiales ven «propagandístico» el reparto de mascarillas
El reparto de mascarillas fue criticado ayer por varios sindicatos policiales que tildaron de «propagandístico» el reparto de mascarillas entre los usuarios del transporte público y añadieron que el número destinado a las Pitiusas era «corto». Desde Justicia Policial (JUSPOL) y JUCIL criticaron que se destinen efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad al reparto de las mascarillas. Indican que esta decisión supone un nuevo riesgo para unos agentes que en muchos casos no disponen de EPIs propios. Además, remarcan que la red de farmacias se ofreció para prestar este servicio.
Entre los trabajadores que necesitan moverse con transporte público se encuentra Javier Galera. Trabaja como conserje de un edificio y ya va pertrechado de casa con guantes y mascarilla. Lamenta la reducción de conexiones. Mohamed es vigilante nocturno y regresa a casa tras incorporarse al trabajo. «Hemos estado diez días parados, pero ahora ya tocaba regresar», advirtió.
Cerca se encuentra Paulina. Trabaja limpiando casas y ayer se desplazaba a Sant Antoni. Ya está acostumbrada a llevar guantes y también mascarillas. «El trabajo ha bajado muchísimo. Solo voy a casas donde hay una persona y para hacer cuatro horas. Somos seis en casa y nos cuidamos entre todos. Salir de casa da miedo pero hay que trabajar para pagar el alquiler y los gastos», apuntó con cara de circunstancias.
La reincorporación de los «no esenciales» se tradujo ayer en más movimientos por las calles de Vila, Santa Eulària, Sant Antoni o Sant Josep.
En Formentera la Guardia Civil se encargó del reparto de parte de las 2.000 mascarillas destinadas a la Pitiusa menor.
Hoy seguirán activos los puntos de reparto y los controles policiales en unas calles en las que ayer afloraron miradas temerosas y caras de resignación ante una nueva realidad difícil de digerir.