Paz Merino (Madrid, 1952) lleva 25 años al frente de la UCI de Can Misses. Tiene claro que su servicio y, en general, Can Misses están preparados para afrontar una nueva oleada de coronavirus, pero reconoce que ha habido momentos de estrés y miedo por si se desbordaban los ingresos. Quiere lanzar un mensaje claro: el virus sigue entre nosotros y tenemos que protegernos para proteger, a su vez, a los demás.
¿Cuándo recibió la UCI de Can Misses el primer paciente con coronavirus y cómo recuerda ese momento?
—La fecha fue a finales de marzo. Lo recuerdo como algo que estábamos esperando ya que se estaba produciendo en todo el mundo y, por supuesto, en España. Era algo que teníamos previsto, pero aún así no te deja de inquietar porque estás preparada y sabes cómo tienes que actuar, pero hasta que no lo tienes delante, no sabes cómo se va a desarrollar.
Prepararon un plan de contingencia, ¿cómo funcionó?
—Funcionó muy bien. Primero organizamos lo que se refiere a la estructura de la UCI; hubo un momento que tuvimos las 15 camas ocupadas por pacientes con coronavirus e, incluso, los pacientes que no eran COVID se trasladaron a la URPA y luego preparamos todo lo que son quirófanos con la posibilidad de que en cada quirófano hubiera tres pacientes en total. Funcionamos con 15 camas e hicimos un plan de contingencia para 44. El quirófano para albergar a pacientes sólo lo tuvimos que usar una vez. A nivel de equipos, lo que más se ha necesitado son respiradores, que también tuvimos, y durante la pandemia y ahora se nos están suministrando más. A nivel de recursos humanos creamos un grupo de trabajo con anestesistas, que se integraron, y también con el bloque quirúrgico todo lo que era el personal de enfermeros, auxiliares y realmente estamos muy contentos porque hemos logrado integrar un equipo que nunca antes había trabajado juntos. El equipo humano ha funcionado muy bien.
¿Qué ocupación media ha tenido la UCI durante la pandemia?
—Hemos tenido una ocupación bastante más alta de lo que es habitual. También es verdad que hubo un tiempo que los pacientes que no eran coronavirus casi ni ingresaban, pero esto ha pasado en todo el país. La gente ha tenido cierto miedo a venir al hospital o a ir al médico. La verdad es que hemos podido contener la situación. No ha sido como en otros sitios que han tenido problemas a todos los niveles. El plan de contingencia no era un ideal sino algo que era alcanzable, como así se ha demostrado. Lo que quiero destacar es que ningún profesional de la UCI se ha contagiado de coronavirus y esto es un éxito. Tampoco nos ha faltado material de protección, que es fundamental. En este aspecto, la dirección nos ha dado los recursos que necesitábamos en todo momento y quiero mostrar mi agradecimiento.
¿Cuántos pacientes como máximo han tenido en la UCI a la vez?
—A la vez hemos tenido 15 pacientes. Teníamos esos 15 pacientes y hubo un momento que tuvimos hasta 18 a la vez porque había gente sin covid. La unidad normalmente funciona con 12 camas. Son pacientes con mucha carga de trabajo en sí por la enfermedad que es y luego tiene mucha carga emocional, sobre todo al principio porque fue enfrentarse a algo desconocido y, a la vez, a algo que ponía en peligro tu vida. Normalmente, en la UCI, una enfermera lleva a dos paciantes y las auxiliares llevan cuatro pacientes cada una; es un ratio que está muy bien. Si en algún momento puntual se necesitó más personal también se tuvo. Personal médico, somos nueve intensivistas. Quiero destacar la colaboración que tuvimos con anestesia, enfermeros y auxiliares del bloque quirúrgico; nos repartimos un poco el trabajo en el sentido de que ellos estaban más con los pacientes que no eran covid. Ha habido sitios, como Madrid, que hasta traumatólogos estaban ayudando en la UCI porque ha sido una situación muy excepcional. Aquí, los que se han incorporado de anestesia y bloque quirúrgico tenían manejo en el material de la UCI, entonces el equipo ha funcionado realmente bien.
¿Cuántos respiradores tenía Can Misses y cuántos tiene ahora?
—En marzo teníamos 16 y nos han traído siete más y creo que queda alguno por llegar, pero pienso que disponemos de una flota de respiradores que está bastante bien.
Echando la vista atrás, ¿cuál ha sido el peor momento y el mejor de todo lo que ha vivido estos meses?
—Llevo 45 años en UCI y no había vivido nunca una situación tan dramática tanto a nivel profesional, como personal y social, en las tres esferas; pienso que nos han tocado a todos. Lo peor ha sido cuando empezaron a venir los pacientes que no sabíamos bien lo que era y te enfrentas un poco no a lo desconocido porque tienes información, pero desconoces cómo puede evolucionar. Luego tuvimos el pico que tuvimos que abrir el quirófano para meter a un paciente y eso también fue difícil porque pensamos ‘como esto siga así, a ver cómo podemos continuar', pero a partir de ahí fue bajando. Cosas positivas ha habido muchas, por ejemplo, he visto trabajar a la gente de manera ejemplar, tanto médicos, como enfermeros, auxiliares, celadores, limpieza...cada uno ha sacado lo mejor de sí mismo. Se ha trabajado con miedo, pero con mucha entereza. También quiero destacar otro punto y es la entereza y comprensión de los familiares porque las visitas han sido muy restringidas y yo creo que ha sido una situación muy dolorosa para los familiares. En otras ocasiones, los pacientes están con los mismos aparatos que un covid, pero lo están viendo y pueden acercarse y las informaciones se dan más veces. Para los familiares ha sido duro, además de tener a su ser querido en una situación tan grave, el pensar si te contagias si no; ha sido muy doloroso. Yo me dediqué a informar a los familiares todos los días y la verdad es que quiero agradecer la entereza y comprensión que han tenido con nosotros y la situación en general.
¿Cuántos profesionales tiene la UCI de Can Misses?
—Entre médicos enfermeros, auxilires y celadores estamos alrededor de 60 personas. Para situaciones normales estamos bien, para situaciones de pandemia con este método del plan de contingencia que hemos creado de trabajar con anestesia y el bloque quirúrgico estamos bien, aunque si se llegara a desbordar más estaríamos peor, pero hay cosas que son difíciles de prever. Nosotros podríamos haber abordado una situación un poco peor, pero si ya es mucho peor no sé qué podríamos haber hecho.
¿Cuál hubiera sido ese escenario un poco peor?
—El escenario un poco peor hubiera sido que no hubieran parado los ingresos, que hubiéramos tenido que trasladar a más pacientes a la zona de quirófanos porque entonces tienes que ajustar mucho personal. A lo mejor tienes respiradores y estructura, pero personal llega un momento que te falta. También la isla tiene unos condicionantes que no han cambiado. Es un proceso que se ha vivido en todos los sitios, en Lleida ahora mismo están pidiendo médicos voluntarios.
¿Qué formación se hizo a la plantilla de UCI para afrontar el coronavirus?
—Sobre todo en cuanto a la gestión de los equipos de protección (EPI): cómo se lo tienen que poner, cómo se lo tienen que quitar. Gaspar Tuero, intensivista, se encargó sobre todo de la formación. Además se pusieron carteles en todos los boxes de los pacientes para que se pudieran ver y la colocación de los EPI siempre ha estado tutorizada, es decir, un trabajador guía a otro trabajador diciéndole qué paso tiene que seguir y vas tachando los pasos para no equivocarte. Uno le va diciendo al otro ‘quítate las gafas' y el otro lo hace, por ejemplo, esto se llama ‘doble verificación' para que no se te olvide ningún paso y estés atento.
¿Le preocupa que haya nuevos brotes?
—Mucho. Cuando ves lo que está pasando en Lleida, por ejemplo, te preocupas mucho porque a nivel social es impresionante el impacto, pero a nivel profesional y la carga mental que nos supone es importante y pensar que podemos pasar otra vez por lo mismo es preocupante.
¿Se hará un nuevo plan de contingencia por si hubiera una segunda oleada?
—El procedimiento lo tenemos hecho. Ha funcionado bien y tenemos más material que antes. Creo que actuaríamos de la misma manera, prácticamente igual. De hecho, estamos con cierto entrenamiento diario ya que cada paciente que ingresa en UCI se le trata como covid hasta que tengamos la PCR hecha y sea negativa o positiva.
¿Están preparados los trabajadores para asumir nuevos brotes?
—El equipo que hemos formado ha sido ejemplar a nivel profesional, pero también a nivel personal porque todo esto se ha hecho con mucho ánimo y nos hemos apoyado los unos en los otros. Éramos un equipo, pero ahora lo somos más. La gente ha tenido buen ánimo. Al principio fue más duro porque el miedo no te lo quita nadie, pero no se ha contagiado nadie. Lo que es indudable es que volveremos a tener carga mental si volvemos a pasar por lo mismo, pero somos profeisonales sanitarios y lo volveríamos a hacer sin dudarlo.
¿Está preparado Can Misses y el servicio de la UCI para volver a pasar por lo mismo?
—Está más preparado que antes porque todos hemos aprendido y las medidas que se han tomado de contingencia han funcionado. En cuanto a abastecimiento de material, es más fluido. Estamos mejor preparados que antes sin duda alguna. Ya conocemos lo que ocurre y ya te has dado cuenta de lo que grave que es y que la mayoría de los pacientes van a necesitar respirador, es decir, conoces el virus y conoces también cómo tienes que gestionar todo esto porque antes estaba escrito en un papel, pero había que ponerlo en la práctica. Ahora ya sabemos cómo actuar. Muy importante ha sido ver cómo trabajábamos los dos equipos, el de anestesia, bloque quirúrgico y nosotros porque eso era una incertidumbre importante ya que nunca habíamos trabajado juntos y el equipo humano es fundamental; la verdad es que ha ido muy bien. Antes cada uno llevaba su área de trabajo y nos comunicábamos, por supuesto, pero no teníamos una relación tan integrada como un único servicio, que es lo que hemos hecho.
¿Cómo explicaría qué es y cómo ataca el coronavirus a partir de su experiencia?
—La verdad es que es muy virulento. Primero porque se contagia mucho y esto es muy importante; se contagia mucho y con facilidad. Y luego la afectación que produce es muy grave; son pacientes a los que les afecta mucho a nivel pulmonar, pero no es el único órgano vital al que afecta. Aunque aquí, sobre todo, lo que hemos podido ver es la afectación pulmonar. Hay pacientes que han estado tres meses en UCI.
¿La gente se ha relajado?
—Hay de todo. La verdad es que no salgo mucho, pero sí que es verdad que vas por la calle y en sitios cerrados y, a veces, la gente se relaja un poco. El mensaje es que quiero transmitir es que nos tenemos que proteger a nosotros mismos, pero también a los demás. Las normas sanitarias hay que seguirlas y cumplirlas. Es para tomárselo muy en serio. Los que somos sanitarios y vemos lo que ha pasado a nivel de salud estamos muy concienciados.
¿Qué le diría a la gente que asiste a grandes fiestas ilegales o hace botellones en la calle o bien no sigue las medidas de seguridad sanitaria?
—Que están dañando la salud de los demás. Dañan a la población tanto personalmente como físicamente y que no son solo ellos; es que es todo, no es que tú te hagas daño, es el daño social que haces. Están actuando en contra de la salud de los demás y también están actuando en contra de la parte social y económica porque aquí al final o te mueres de covid o de hambre y esto es lo que está fomentando la gente irresponsable. El aislamiento no es solo el aislamiento a nivel personal sino el impacto que tiene a nivel económico y social; los comedores sociales están llenos y el impacto en la sociedad en general es brutal.
Usted está al frente de la Unidad de Seguridad del Paciente y uno de sus objetivos es la humaniación hospitalaria. ¿Cómo se humaniza una UCI?
—Hemos informado cada día a los pacientes, inicialmente por teléfono. También se han permitido algunas visitas por situaciones de máxima gravedad o casos en concreto teniendo los familiares todas las medidas de seguridad y tutorizados en todo momento y es lo que hemos podido hacer; informarles todo lo que hemos podido. Cuando se ha podido, permitir las visitas y con las nuevas tecnologías se ha permitido también comunicarse con los familiares. Si en algún momento había alguna necesidad especial se ha tratado como tal.
¿Qué lección de vida extrae?
—Como suele decirse, aunque sea un tópico, no somos nada. Cuando estaba empezando en China parecía que nos quedaba muy lejano y, de repente, empieza en Italia y, de repente nos llega, y, de repente, nos quedamos confinados en casa. Al final piensas que estás en un ambiente de seguridad con tanta tecnología y tantos avances pero llega un virus y lo rompe todo porque ha roto la sociedad, la salud, se ha vivido una situación tremenda tanto a nivel emocional como físico y con una enorme carga social. Lo más importante es tener salud, pero realmente es dramática la situación que estamos viviendo porque, si bien a nivel sanitario estamos mejor, a nivel social el impacto es brutal.