«Me dio directamente en el ojo y después siguió dándome en la cabeza. Para defenderme, tuve que empujar a esa mujer y al hacerlo, salieron los dos hijos. Uno me tiró una silla exactamente entre la cabeza, la cervical y la costilla. Menos mal que era de mimbre porque, si hubiera sido de madera, podría haber muerto. Cuando estaba en el suelo, salió el otro hijo, me cogió del pelo e intentó arrastrarme por el suelo. Me entró una rabia y un sentido de injusticia, que me dio la fuerza para levantarme». Son palabras de Valentina Assorbi, quien desde hace 13 años sufre una serie de okupaciones en su vivienda de sa Penya. El pasado jueves 23 de julio recibió una paliza por parte de una familia de etnia gitana de la zona.
Problemática
El problema empezó cuando la alarma inalámbrica de su casa se estaba quedando sin batería, cosa que se debe cambiar en seguida si no quería que le volviesen a entrar okupas. El técnico, al final, llegó a la casa sobre las 20.30 horas de la tarde y por problemas de conexión con Madrid se hizo tarde.
Al haber aparcado donde en teoría no se puede, por un trato con el jefe de la obra, un gitano le amenazó con un palo de madera, que, con suerte, no le consiguió golpear. Entonces, una señora se levantó de una mesa y le dio en el ojo con una muleta.
El día de la agresión no acudió a ningún hospital porque «no podía mover ni un dedo», aunque, «después de seis días me entró un dolor muy fuerte bajo el ojo y también en la cervical. Empecé a marearme y me caí al suelo. Mi marido llamó a la ambulancia y me llevaron al centro de salud de Sant Antoni», relató Assorbi, que destacó el buen trato en Sant Antoni, pero se queja del trato recibido en el hospital Can Misses, ya que de urgencia por trauma craneal tuvo que ir allí, «me dejaron cinco horas en una camilla, sin ni siquiera tomarme el latido del corazón. Después tuve que ir al baño, y al no venir ninguna enfermera, me levanté sola y me caí otra vez».
Por ese motivo, acudió a la Policlínica del Rosario, en la que los resultados fueron que tenía muchas micro fracturas en la órbita ocular y un pequeño trauma en la cabeza. Ella denunció a la policía todos los hechos.
«La Policía Nacional cogió la extensión de denuncia y en la Asociación Salvem Sa Penya me han mimado y me han ayudado», aunque todavía no se han identificado a los agresores. Valentina Assorbi está muy contenta con el trabajo del Ayuntamiento y de la Policía Nacional, sin embargo, «estoy traumatizada del trato que me dieron en Can Misses, me trataron peor que a una yonqui», indicó.