La noche del sábado llena el Puerto de Ibiza de mucho ambiente y poca seguridad. Como si de una noche de sábado de agosto cualquiera se tratara, en el puerto de Ibiza sólo las mascarillas y la ausencia de megayates evidencian que estamos atravesando una pandemia.
«Se recuerda la necesidad de garantizar la distancia interpersonal mínima de 1,5 metros en los servicios de barras, de garantizar una distancia mínima entre mesas y agrupaciones que haga posible una distancia interpersonal de 1,5 metros y una limitación de una máximo de 10 personas por mesa o agrupación de mesas». Así se expresaba el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, en su comparecencia del pasado viernes, en la que también apuntó que el horario de cierre de todo el sector de la hostelería será a la 1 de la madrugada, con imposibilidad de aceptar nuevos clientes a partir de las 12 de la noche.
En esta intervención se anunciaron otras medidas, como la prohibición de fumar en la vía pública o en espacios al aire libre cuando no se pueda respetar una distancia de dos metros, o el cierre de las discotecas a nivel estatal. Todo para intentar frenar los rebrotes de COVID-19 que se están dando en las últimas semanas. Estas medidas se harán efectivas en Illes Balears, previsiblemente, durante esta semana.
Independientemente de la fecha en que cada comunidad haga efectivas esta nueva normativa, es innegable que el avance del virus no espera a decisiones burocráticas. Y las cifras, que a nivel estatal ponen a España a la cabeza del resurgimiento del virus en Europa, y que en Balears baten récords en estos últimos días, así lo evidencian. Pero el dilema entre priorizar sanidad o economía es delicado, como también parece serlo, para algunos, el dilema entre priorizar entre la salud o el ocio.
Al menos esa es la conclusión a la que se llega viendo el ambiente que se vive en la noche del puerto ibicenco. Cientos de personas pasean por el puerto pasada la media noche, grupos de jóvenes, parejas y familias de residentes coinciden con las familias, grupos de jóvenes y parejas de turistas en su paseo nocturno por el puerto. Las mascarillas, mejor o peor colocadas, y la ausencia de megayates que durante estas fechas suelen adornar el puerto son las únicas evidencias de que la estampa es de éste verano de 2020 y no de cualquier otro año.
El escenario se vuelve más confuso a la hora de datarlo al girar la vista hacia la Plaça d'Antoni Riquer. Allí el uso de las mascarillas y las distancias interpersonales o entre mesas son más propias de cualquier otra temporada. Cientos de personas se reúnen sobre todo en esta plaza, allí dónde hace dos semanas el periódico nacional ABC nos sacó los colores en su portada dominical, pero también lo hacen a lo largo de las calles Emili Pou y Barcelona. El ambiente y volumen de gente va disminuyendo en los locales a medida que se avanza hacia la Plaça de sa Riba, al final del puerto.
Presencia policial
Es la una de la madrugada cuando, entre el tumulto de paseantes aparece un coche de la Policía Local. Se detiene justo enfrente de la Plaça d'Antoni Riquer, se cruza con una unidad de la Policía Nacional antes de que bajen los agentes locales. Uno de ellos toma constancia de la situación mediante fotografías y vídeos de la zona, y permanecen allí, controlando alrededor de tres cuartos de hora. A unos metros de distancia, nada más llegar el coche de la policía, un individuo vestido completamente de negro, bandera española en la mascarilla, informa por teléfono de la presencia de la policía y de periodistas que están grabando y fotografiando la escena.
Otro clásico de la noche ibicenca que la pandemia no ha logrado eliminar, tal vez todo lo contrario, es la hostilidad y la violencia por parte de algunos de los negocios relacionados con el ocio nocturno hacia el trabajo de la prensa. Así lo pudo constatar Periódico de Ibiza y Formentera cuando varios individuos relacionados con alguno de estos negocios trataron de evitar, con la educación que les caracteriza, la elaboración de esta información. La presencia policial en la zona sirvió para garantizar tanto el desarrollo del trabajo periodístico como su integridad física.