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Coronavirus

Optimismo y prudencia en Sant Antoni

Los comerciantes de la Villa de Portmany se alegran de la vuelta de los británicos pero recelan de que no se les hagan pruebas PCR en el aeropuerto

Muchas tiendas abiertas y pocos clientes en una de las calles más comerciales del casco urbano. | Marcelo Sastre

| Sant Antoni |

El comercio de Sant Antoni empieza a desperezarse ante la noticia de que el Gobierno británico ha puesto en verde a las Baleares en su semáforo Covid, por lo que consideran a las islas un destino turístico seguro al que pueden desplazarse sus compatriotas sin necesidad de tener que pasar cuarentena a la vuelta de sus vacaciones.

Aunque algunas calles comerciales presentan un índice de aperturas cercano al 100%, los comercios más aislados en el interior del núcleo urbano todavía no han arrancado la temporada y se encontraban a la espera de una noticia de estas características para lanzarse a la piscina de una vez por todas.

En principio, el hecho de que vayan a volver los turistas británicos ha sido recibido con alegría por parte de los comerciantes de la Villa de Portmany, pero una alegría que, en muchas ocasiones, iba acompañada de cierta incredulidad, de cierto pesimismo o, incluso, de cierto hartazgo de depender prácticamente de un único mercado emisor.

Control en el aeropuerto

Marisa tiene una tienda de souvenirs a la entrada de Sant Antoni. Reconoce que se ha decidido a abrir «para ver cómo va a funcionar esta temporada, que aunque se presenta menos atípica que la pasada todavía está todo aún muy en el aire».

En cuanto a la inminente llegada de los turistas británicos, la califica como «muy positiva» aunque «también es importante atraer a otros mercados para no tener que depender tanto de un único emisor». En este sentido destaca el buen comportamiento que ha tenido al inicio de temporada el turismo holandés.

Pese a la buena noticia que es la reactivación del turismo británico, reconoce que hay que ser muy prudentes «para que no suceda lo que pasó en Lisboa tras la final de la Champions, que se llenó de británicos y ahora tiene el dudoso honor de con contar con dos de cada tres casos de Covid de Portugal».

Para que no se repita esta situación en Ibiza, apunta la posibilidad de que se realicen pruebas a los turistas a su llegada al aeropuerto. «Con el dinero de la ecotasa, que no se usa para lo fines que se creó este impuesto, que era para mantener un turismo sostenible, se debería hacer pruebas a los británicos que entren en la isla y, así, evitar lo que ha sucedido en Portugal y lo que pasó el verano pasado».

En la misma línea se posiciona Juan Pantaleoni, propietario de la Cantina de Portmany y el Hotel Portmany, que se muestra «contento por la reactivación del mercado británico, pero prudente en el sentido de que, si no se hacen PCRs a la entrada de los turistas, podría ser la puerta para que entre en la isla la variante india, y esto que ahora es alegría podría, en un mes o dos, transformarse en tristeza. Es decir, no poder acabar la temporada como el verano pasado».

Mantenerse en la lista

Señala además que Sant Antoni «necesita al turismo británico como agua de mayo, porque no hay suficiente turismo de otros mercados para poder abrir y llenar todos los establecimientos», tanto hoteleros como de restauración y ocio nocturno.

También se muestra expectante por ver qué tipo de turismo vendrá ya que el turismo joven es el más habitual en Sant Antoni «y si han seguido la pauta de vacunación como en España, donde se ha empezado por las franjas de edad más altas, estos jóvenes vendrán sin vacunar y esto podría generar problemas de aumento de los ratios de infección que hay ahora en Baleares». Esto podría acarrear volver a salir de la lista de destinos seguros, «ya que está claro que son muy rápidos a la hora de sacar territorios de la lista».

Apunta también a que hay que tener en cuenta la postura que está manteniendo Alemania con respecto al turismo británico. «Merkel quiere que los turistas británicos hagan cuarentena, y si esto va adelante en toda la Unión Europea volvería sería un nuevo frenazo al sector turístico».

Patricia, de Oh Yeah, una empresa de alquiler de motos y de venta de excursiones turísticas, se muestra «encantada» por la noticia, «porque por suerte o por desgracia vivimos de los británicos, son los que hacen que nos podamos alimentar aquí y el hecho de que por fin nos hayan dado la luz verde quiere decir que vamos a tener más turismo, turismo que nos va a dejar dinero y que nos va a dar de comer».

En cuanto al inicio de temporada «hasta el momento ha estado bien, porque al menos hemos sobrevivido gracias al turismo centroeuropeo», asegura. «Ha estado muy bien porque nos han ayudado a mantenernos hasta ahora, pero con la luz verde creemos que vamos a trabajar como estamos acostumbrados».

El negocio de Patricia lleva abierto desde mediados del mes de mayo «y comparado con el año pasado hemos trabajado mejor, pero comparado con los años precovid muchísimo peor», recuerda.

Diversificación

Otro comerciante de Sant Antoni que se muestra contento por la decisión del gobierno británico es Ramón, de Ibiza Smile. sin embargo, su alegría es por la llegada de turistas en general, «pero no tienen por qué ser británicos, lo que queremos es que vengan turistas». En su comercio «los meses de mayo y junio no han existido, hemos tenido que hacer la contabilidad con bolígrafo rojo», reconoce, y todo ello por la excesiva dependencia que tiene el municipio de Sant Antoni, y la isla en general, del mercado británico.

«No soy partidario, en cuestión de promoción, de que se pongan todas las manzanas en el mismo cesto», porque esto hace que se dependa, como ha ocurrido en este caso con los británicos, «de lo que decida una persona en un país».

También ve con optimismo la temporada tras el anuncio británico Juan Manuel, de Ibiza's Shop, «aunque ahora hay que garantizar que haya suficientes hoteles abiertos para recibir a los turistas».

En su caso, se ha notado «muchísimo» la ausencia de británicos en los meses de mayo y de junio. «Hemos estado yendo al ralentí este inicio de temporada», reconoce, «no ha habido prácticamente movimiento y hemos sacado lo justo para poder ir al supermercado cada día, y nada más». Considera además que, sumando el coste de la luz, el agua y los impuestos «estos dos meses han sido tiempo perdido».

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