El presidente de la Asociación de Náutica de Ibiza y Formentera, Ramón Díaz (Jaén, 1957) es optimista con respecto a la temporada, a pesar de que la variante Delta del COVID-19 está haciendo de las suyas a nivel mundial. Los datos en su sector no son, desde luego, negativos y eso le permite afrontar los próximos meses con optimismo y sin dejarse llevar por la incertidumbre. No encara de la misma manera los problemas del mundo náutico pitiuso cuya solución depende de las administraciones. El elevadísimo precio de los amarres, la falta de implicación del Govern para poder implantar en Eivissa un sistema de formación que permita contar con profesionales cualificados o desidia de Educación a la hora de fomentar los deportes náuticos entre los más jóvenes son problemas por cuya solución lleva años luchando la patronal. A pesar de la falta de respuesta, Díaz tiene claro que seguirá luchando para encontrar soluciones.
—Seguimos en plena pandemia. La cosa vuelve a estar complicada en la cuestión de los contagios. Hay países que vuelven a vetar a España como destino vacacional. ¿Cómo está afectando esto al sector náutico?
—La situación para nosotros, la verdad, no es mala. El año pasado solo pudimos trabajar con el cliente español y no fue mal. Pero, a día de hoy, estamos trabajando ya con los clientes habituales: alemanes, holandeses, franceses, italianos... Estamos viendo con las últimas noticias que hemos de ponernos en alerta porque algo nos afectará. Aunque también es verdad que, hoy por hoy, el que las grandes compañías de chárter no vengan no nos afecta demasiado. Tenemos otro tipo de cliente. Pero está claro que medidas como las que ha tomado Inglaterra, que a la vuelta tienen que guardar cuarentena, harán que más de uno se lo piense para venir.
—¿Qué tipo de cliente tienen ustedes ahora mismo?
—Este año se puede decir que empezamos a tener los clientes de siempre. Sobre todo, alemanes, franceses, ingleses y españoles. El año pasado ya le he dicho que trabajamos mucho con cliente español y es verdad que es un cliente que, por que lo vemos esta temporada, ha venido para quedarse. Llegan las vacaciones y, si ahora mismo buscas ocio seguro, no hay nada mejor que salir a navegar con un barco. Así que, de momento, estamos funcionando a pleno rendimiento.
—Es una alternativa de vacaciones que, desde fuera, se sigue viendo como algo inaccesible por cuestiones como el precio.
—¡Pero no es así! Ahora mismo puedes alquilar una embarcación por 300 o 400 euros. Se juntan cuatro amigos y son 100 euros cada uno. Vas a gastar mucho menos haciendo la fiesta en el barco que yéndote a una discoteca por la noche o puedes pasar el día magníficamente en el mar.
—¿Hay particulares ahora mismo que, por la crisis, estén aprovechando el momento para convertirse en chárter?
—Sí, pero esto sucede desde hace años. Y el motivo es el precio de los amarres. Hoy en día tener un amarre en Ibiza es carísimo y muchísimos particulares no se lo pueden permitir. Por eso se ha incrementado tanto la flota de chárter. Ahora mismo hay 670 barcos para alquilar entre Ibiza y Formentera. Pero ya le digo que es por el precio de los amarres.
—Esto de los amarres en Ibiza lleva años condicionando a todo en el sector.
—Absolutamente. Ahora mismo el sector náutico está pendiente de reclamar a Port de Baleares que cumpla el compromiso que tenía con nuestra asociación para hacer una nueva concesión para que las empresas de chárter puedan tener un sitio específico con un precio más razonable.
—Sí, algo que permita hacer negocio.
—Efectivamente. Ahora pagan exactamente igual que un turista. Y, como no hay amarres, prácticamente hay una subasta.
—Entiendo que esto, además, frena la expansión de las empresas náuticas.
—Totalmente. Y a esto se suma la prohibición de hacer nuevos puertos o de ampliar los actuales. Esto lo que está provocando realmente es que muchos residentes en Eivissa no tengan acceso al mar. Y tener acceso al mar a precios razonables creo que debe ser un derecho de todos los ciudadanos de las Islas. Pero cada vez es más difícil, precisamente por la falta de amarres.
—Es curioso que sea la propia Administración la que obstaculiza este acceso al mar cuando, a la vez, se presenta como defensora de ese objetivo.
—Sin ninguna duda. El sector náutico de Eivissa fue menospreciado cuando se hizo el estudio sobre los amarres de Ports de Illes Balears. La única información que se nos dio fue mediante una llamada telefónica que me hicieron a mí personalmente. Después, hicieron una presentación en el Consell y una mesa de trabajo. Pero no contaron con nosotros para nada. Ni para conocer nuestra opinión ni para que supiéramos lo que iban a presentar. La realidad es que en los actuales gobernantes hay una mentalidad de frenar el desarrollo del sector náutico y lo estamos viendo en cosas como la prohibición de que las embarcaciones de más de 16 metros no puedan fondear ni siquiera en arena, cuando consideramos que no hay ningún motivo científico que lo justifique. Solo se hace por el ánimo de que no haya más barcos.
—Llama la atención que gobiernos que se dicen de izquierdas favorezcan, al final, a quienes más tienen e impidan que la población en general pueda acceder al mundo náutico para disfrutar de él.
—Cierto. Es lo que le decía antes. Muchos ibicencos podrían ahora mismo acceder a barcos por 7.000 u 8.000 euros. Le hablo de barcos magníficos por unas cantidades que no son realmente importantes. Pero no pueden permitírselo porque el alquiler de un atraque de 6 metros al año puede costar perfectamente 6.000 euros. Así es imposible hacer algo. Ese mismo atraque en Castellón o en la zona de Levante te sale por 700 euros. Estamos 10 veces por encima de ese precio. Así que ese derecho que deberían tener todos los ciudadanos a acceder al mar se está truncando por las políticas de restricción que está habiendo por parte de los gobernantes.
—Sectores como el de los hoteleros están viéndose afectados ahora mismo, en plena crisis, por la falta de trabajadores cualificados. ¿Sucede lo mismo en el sector náutico?
—Esto es un problemón grande que tenemos nosotros desde hace años. Una de las reivindicaciones que hace el sector náutico desde hace más de cinco años es poder tener un espacio para poder dar formación profesional de grado medio y superior en Eivissa. Lo tienen Mallorca y Menorca pero aquí no tenemos nada. Y hablamos de unos estudios que, en cuanto los acabas, sales con trabajo y con unos salarios que en otros sectores no se pueden pagar. Seguimos reivindicándolo y estamos teniendo reuniones con Educación cada año. Pero, a día de hoy, seguimos en el mismo punto, es decir, no tenemos ningún sitio para hacerlo. En la última reunión que yo tuve con el director general de Formación se habló de que tal vez para el año que viene si logran que alguna empresa particular ceda sus instalaciones para poder dar estos cursos. Pero, claro, hay que encontrar el lugar, la empresa que esté dispuesta a ceder esas instalaciones y que, además, estén habilitadas para impartir clases.
—¿Usted cree que esto es por desidia o que obedece más a la tradicional forma de actuar de Mallorca ante una Eivissa a la que considera competidora?
—Siempre he pensado que para los mallorquines somos su mayor competencia. Entonces, es verdad que todo se cuece en Mallorca. Aquí yo siempre he echado de menos que nuestros políticos nos hayan defendido. Se creo el transfer náutico siendo yo uno de los precursores y nos dejaron fuera. Nos daban la opción de entrar como un socio más pero no en la ejecutiva. Mire, Mallorca tiene tres marinas para chárter a precio especial. Menorca tiene, si no recuerdo mal, dos sitios específicos. Eivissa no tiene ninguno. Esto demuestra que la isla ha sido siempre discriminada en las políticas que se hacen por parte de Mallorca.
—Está claro que, por parte de la Administración en general, no hay mucha voluntad.
—Le pongo otro ejemplo. Llevamos años reivindicando un varadero en el que se puedan trabajar muchas más horas. Ahora mismo el que tenemos cierra a las 18.00 horas y no puedes seguir trabajando en reparaciones. Cierran a esa hora porque es como una empresa y tiene sus horarios. Pero lo suyo sería que podamos trabajar ahí en verano hasta las 22.00 horas, que es cuando ya se va la luz. Tenemos clientes que se gastan, solo en mantenimiento, 12.000 euros y vienen entre semana. Pero resulta que tardas 10 días en hacer la reparación porque el varadero lo cierran a las 18.00 horas. No tienes otra alternativa. Si en vez de poder hacer el trabajo en un día, tardas cinco la concesionaria está cobrando cinco días. A los concesionarios ya les va bien.
—Parece que, para que unos hagan negocio, otros tienen que ver frenadas sus expectativas.
—Absolutamente. Y tenga en cuenta que esto siempre repercute en el último de la fila, que es el cliente final. Todo esto encarece y eso lo paga el cliente final. Hemos de hacer verdaderos esfuerzos para evitar los problemas. Yo, por ejemplo, tengo más de 350.000 euros en stock de motores porque, si se rompe algo, no quiero que un cliente tenga que estar esperando tres días.
—Es curioso porque la verdad es que aquí no se fomenta realmente el acceso al mar. En otros lugares los propios ayuntamientos organizan, por ejemplo, actividades náuticas para los niños todos los veranos.
—Es verdad. Hace años nosotros ofrecíamos a los ayuntamientos que en los colegios, en lo que es la educación física, pudieran hacer actividades en el mar. Nosotros poníamos los kayacs, los paddle surf... y la idea era esa, plantar esa pequeña semilla y que fuera desarrollándose la afición al mar. Eso aquí no ocurre. Paradójicamente, en países como Francia o Suecia, los niños esto sí se hace.
—Dentro de España también. En Cataluña es de lo más normal que sea la Administración la que fomente este tipo de actividad.
—Sí, además es que no tienen que ser actividades solo para una época. En Sant Antoni, se hacen actividades todo el año. Con la climatología que tenemos en Eivissa, podríamos tener todo el año actividades náuticas para los niños. Pero hace falta voluntad por parte de la Conselleria de Educación para no fomentar solo el fútbol o el baloncesto, sino promocionar otro tipo de actividades deportivas como pueden ser las náuticas. Santander, por ejemplo, hace mucho por el deporte náutico y el resultado ha sido tener a varios campeones olímpicos. Está claro que, si tú fomentas algo, al final hay resultados. Y aquí, en cuanto se hace algún evento relacionado con la náutica, los niños están encantados.
—Volviendo a la pandemia y a la crisis, ¿han detectado ustedes un incremento en el número de particulares que están vendiendo sus embarcaciones?
—Más que por la pandemia por el problema que ya hemos hablado del precio de los amarres. Es verdad que ha habido gente que lo ha pasado muy mal, han dejado los barcos en la nave y no los están utilizando. El año pasado fue muy difícil y este también lo será para muchos empresarios. Pero, insisto, el principal problema es el precio de los atraques. Este año no hay un solo amarre en ningún puerto de Eivissa y todos los barcos que estaban en tierra han ido al agua.
—Se entiende, entonces, que en el sector las cosas no están tan mal.
—No, dentro del sector náutico la cosa no está mal. Es cierto que hay un porcentaje de gente que no ha echado los barcos al agua porque la economía no funciona, pero no es por el COVID-19 únicamente. Han bajado los ingresos y eso hace que no puedas pagar un amarre que, para un barco de 12 metros, son entre 15.000 y 20.000 euros de alquiler.
—¿No debería la Autoridad Portuaria poner algún tipo de condición en las concesiones para limitar el precio de estos amarres?
—Es que la Administración no demuestra tener voluntad de dar servicio al ciudadano. Lo que yo veo que es que lo único que quieren es recaudar. Yo creo que, ya que pagamos como ciudadanos tantos impuestos, la Administración debería intervenir para que no tengas que pagar estas fortunas. Es más, creo que debería ser un servicio público. Es que esto es como si la concesión se la dieran a alguien para gestionar un parque público y tuvieras que pagar por entrar en él. Las concesiones son buenos negocios y quienes acceden a ellas cada vez pagan más. Eso, obviamente, se lo tienen que repercutir al cliente final.
—¿Qué soluciones podría haber para este problema de los amarres?
—Me gustaría que los políticos dieran accesibilidad al mar. Llevamos muchos años reivindicando que se organicen rampas públicas con aparcamiento para poder dejar el remolque por varios puntos de la isla. Sería una forma de fomentar que la gente tuviera, al menos, un barquito pequeño y que echarlo al agua no les cueste dinero. Tenemos el visto bueno por parte de Ports de Illes Balears desde hace cuatro años y seguimos en el mismo punto. Siempre estamos con las mismas reivindicaciones.
—En la situación actual, aunque es difícil hacer previsiones porque las cosas cambian a diario, ¿qué espera usted de la actual temporada?
—Creo que este año, si no se interrumpe abruptamente como sucedió el año pasado, las cosas irán bien. Las previsiones son buenas. De momento, tanto a nivel de chárter como a nivel industrial se está trabajando muy bien. Es más, tal y como hablábamos antes, hemos tenido problemas para encontrar personal cualificado. Y este año más porque, además, mucha gente no ha venido a pasar la temporada. Yo creo que, si todo va bien, estaremos un 15% o 20% por debajo de los resultados de 2019. Y eso no serán malos datos.