Tras la rotura sufrida este lunes en el cableado de fibra óptica de Telefónica, que dejó sin servicio a un millar de viviendas y negocios de la zona norte de Ibiza, durante el día de ayer se fueron recuperando las conexiones y la normalidad. La rotura tuvo lugar a causa de los trabajos de construcción de la nueva depuradora, y según Telefónica, se trata de una rotura muy importante, el incidente de mayores dimensiones que se ha producido hasta el momento en Ibiza.
De esta manera, vecinos y comerciantes sufrieron un apagón en las conexiones durante el martes que, en la mayoría de los casos, les supuso graves perjuicios en el funcionamiento de sus negocios. Uno de los establecimientos más afectados por la rotura del cableado de fibra fue el despacho de Loterías, que en plena víspera del sorteo de Navidad no pudo trabajar. «El día 20 y 21 de diciembre son los días en los que más se trabaja de todo el año», explica Susana Torres, empleada del despacho de Loterías. Y es que dejar las cosas para última hora es una de las señas de identidad patria y, como explicaba Torres ayer, «esta mañana [por ayer por la mañana] todavía ha venido gente para ver si estaban a tiempo de comprar su décimo». «El día 20 pudimos trabajar por la mañana, pero a las 17.30 horas ya no funcionaba la línea y no pudimos trabajar más, y ayer [por el martes] no pudimos trabajar absolutamente nada», lamenta. Explica que los clientes se lo tomaron con sorpresa, «algunos nos preguntaban si tenía que ver con la huelga de loteros. En general todos, se lo tomaron bien, también son vecinos del pueblo y tenían el mismo problema en casa».
Durante la mañana de ayer, mientras se celebraqba el sorteo de Navidad, ya se había recuperado la conexión, aunque en el despacho de Loterías todavía continuaban las secuelas de la jornada anterior, «se ha desconfigurado todo el sistema y ahora están trabajando con una segunda línea, analógica, que va más lenta», explicaron.
Ni tarjetas ni cajeros
En la pastelería La Mediterránea Iris Bartoli, empleada del establecimiento, contaba que el martes fue un día duro. «Fue un fastidio; ten en cuenta que a las puertas de Navidad la gente viene mucho a buscar algún detalle, y si no pueden pagar con tarjeta muchas veces no llevan suficiente efectivo», explica la empleada de la pastelería. Hay que tener en cuenta que el pago con tarjeta también suele necesitar de la conexión a la red que ayer se averió.
Este es el caso de esta pastelería, y durante el tiempo que duró la avería, tal como cuenta Bartoli, «tampoco podían ir al banco para sacar efectivo, por que el banco también depende de la conexión. Algún cliente llegó a enfadarse». De esta manera, no le quedó más remedio que tirar de la confianza en los clientes habituales y fiarles la compra del lunes. Así que en la mañana de ayer Iris tenía una colección de media docena de post it con los nombres y la deuda de algunas de sus clientes de confianza. Willie, el responsable del negocio, añade la costumbre cada vez más arraigada de pagar con tarjeta «la gente no lleva efectivo, pagan hasta el café con tarjeta», y reflexiona que «dependemos totalmente de internet».
Una prueba de la dependencia que tenemos de internet en esta era es la farmacia. En la de Jesús, tanto la farmacéutica, Araceli Costa, como el empleado Pau Bonet, no dudan en calificar de «desastre total» la jornada del martes. Bonet explica que «hay que tener en cuenta que las recetas del médico van desde la tarjeta, todo va por internet y ayer [por el martes] no se podía acceder». De esta manera, muchos de sus clientes, «los que sabían lo que necesitaban, pudieron acercarse al médico para que les hiciera una receta en papel. Pero si no tenían que irse a alguna farmacia de Vila, y para algunas personas mayores eso es un verdadero fastidio». Otro inconveniente que apunta Bonet es que «no pudimos hacer ningún pedido. Todavía se podría hacer por fax, pero es que tampoco había línea». Sí que podían cobrar con tarjeta, «nuestro sistema es por GPS, por eso no hubo problema».
Dependencia
Eulària Escandell, de Can Rimbau, es vecina de Jesús. Escandell cuenta que el lunes por la noche «me di cuenta de que no funcionaba nada cuando fui a poner en marcha la alarma y las cámaras de mi casa». Explica que, ante sus llamadas, la única explicación que recibió fue que «había una avería en la zona. Luego, cada dos o tres horas, me llegaba un mensajito de que están arreglando la incidencia y que ya nos avisarían». Así estuvo hasta ayer cuando «a las seis y media de la mañana ya funcionaba, pero no nos han dado ningún tipo de explicación». Escandell cuenta que le ha afectado en su vida diaria «por que en mi casa lo tenemos todo conectado con domótica y sin internet no funciona nada. Te quedas totalmente desprotegido». También habla de su marido que «no pudo trabajar desde casa.
Es que hoy en día sin internet no puedes hacer nada, dependemos de internet», concluyó con mucha razón.