El arqueólogo Pau Sureda Torres (Eivissa, 1986) ofrece hoy a las 19.00 horas en el Museu Monogràfic de Puig des Molins, en el 31 de la calle Vía Romana de Ibiza, una conferencia donde abordará los últimos resultados de las excavaciones arqueológicas de Formentera e Ibiza y sus retos para un futuro no tan lejano.
Sureda es uno de los mayores especialistas del mundo en la Prehistoria Pitiusa. Licenciado en Historia, Máster en Arqueología Prehistórica por la UAB y doctor en Historia por la Pompeu Fabra gracias a su tesis Les comunitats prehistòriques pitiüses i la seua interacció social, está especializado en el análisis de objetos metálicos, su proceso productivo y su distribución y uso en aquellas épocas tan lejanas y ha dirigido las excavaciones del poblado del Cap de Barbaria II y la Cova 127 en Formentera.
«Llevamos más de una década investigando y excavando tanto en Formentera y ahora, gracias a las últimas técnicas que se aplican actualmente en la arqueología, hemos ido dando pasos para ir conociendo distintos aspectos de aquellos primeros pobladores que un día decidieron emprender viaje y asentarse en unas islas tan inhóspitas como Formentera e Ibiza», aseguró ayer al respecto el propio Sureda a Periódico de Ibiza y Formentera.
No en vano, según el prestigioso arqueólogo, durante la Edad de Bronce antiguo y medio (en torno al 1600-1000 a.C.) la zona de Cap de Barbaria llegó a estar densamente poblada. De la veintena de yacimientos, el bautizado como II es el más extenso, presentando estructuras adosadas unas a otras y construcciones con forma de círculos, semicírculos, herradura o elipse, dependiendo de si eran habitaciones, áreas de trabajo o espacios para resguardar animales. En total, puede que allí vivieran unas 20 o 30 personas.
En este sentido, para Sureda resulta «sorprendente y fascinante» como aquellas comunidades lograron sobrevivir. «Es casi milagroso y demuestra gran capacidad de adaptación porque es un territorio donde no hay metales ni sílex ni tampoco un curso de agua superficial como sí había en otros territorios y como fueron capaces de adaptarse aprovechando, por ejemplo, los muchos recursos marinos que tenían a su alcance».
Tirando de «recursos marinos»
Según Sureda esto se ha descubierto gracias al uso de las nuevas técnicas que complementan a la recogida tradicional de restos. «Es casi como la serie de televisión CSI y es apasionante y muy útil porque nos ha permitido a los arqueólogos y a los investigadores descubrir a partir de pequeñas piezas como y cuales eran su principales fuentes de comida en aquella época, qué tipos de plantas se cocinaban a través de pequeñas porciones de cerámica e, incluso, que tipos de plantas empleaban para alimentar a su ganado».
Sin embargo, aún quedan cosas por descubrir. Una de ellas es, según el historiador y arqueólogo ibicenco, las causas y el origen exacto de estos primeros pobladores de las Pitiusas. «Únicamente llevamos dos o tres años empleando estudios del ADN con resultados asombrosos y ahora, el siguiente paso, será intentar descubrir si vinieron exactamente desde la región del Languedoc en el Sur de Francia, porque lo que si está casi confirmado es que lo hicieron en barcos en los que llevaban todo lo necesario para asentarse en un territorio nuevo, incluyendo su propio ganado».