Un total de 1.095 días es el tiempo que han estado esperando los devotos de Nuestra Señora del Carmen para volver a ver a su virgen recorriendo las calles de Vila. Debido a las restricciones sanitarias por el Covid, ni en 2020 ni en 2021 pudo celebrarse la procesión marinera de Vila y los actos festivos se limitaron a varias misas y a algún que otro concierto.
En esta ocasión, la venerada imagen sí pudo procesionar por las calles de la Marina e incluso salir a navegar, como manda la tradición. Quien se hubiera figurado que este largo parón iba a provocar menos asistencia a los actos de ayer, no podía estar más equivocado. El párroco Alejandro Grecco estaba ayer especialmente emocionado al poder vivir estas fiestas "en su máxima expresión", aunque lo hizo "por primera y última vez" puesto que en breve será trasladado a una parroquia de Getafe.
Al comenzar la misa, el obispo Vicent Ribas aseguró que en la isla, de alguna forma, "todos nos sentimos marineros" y tuvo un recuerdo especial para Vicent Ramón, patrón del 'Charpat Segundo' que falleció en el naufragio de la embarcación el pasado enero. Carmen, una vecina de Puig des Molins, relató cómo "desde siempre" ha participado en las fiestas del Carmen, especialmente en la Novena que se lleva a cabo en la parroquia.
También recordó sus años en el coro que amenizaba la misa de fiesta bajo la dirección de don Victorino y celebró que "se ve a la gente muy animada" tras los dos años de parón por el Covid. Durante la misa, el Coro Ciutat d´Eivissa emocionó a más de un asistente con sus impresionantes interpretaciones. Después de cantar la 'Salve Marinera', llegó para muchos uno de los momentos más emotivos cuando los 'portadores' sacaban la venerada imagen religiosa a la calle.
Numerosos turistas que se toparon con la comitiva no ocultaron su sorpresa por lo que estaban presenciando e incluso se animaron a unirse a la procesión. "Qué lindo", exclamó una mujer argentina.
Precisamente, en la calle de la Virgen se vieron nuevamente los llamativos contrastes que se producen todos los años cuando la imagen procesiona por este barrio tratando de esquivar todo tipo de obstáculos, mientras que la comitiva religiosa se abre paso entre los escaparates más particulares de la ciudad.
Ya en la zona de Sa Riba, la Virgen fue subida sin complicaciones a uno de los barcos que participaron en la procesión marinera. Durante el trayecto, como manda la tradición, se lanzaron coronas de flores para recordar a los fallecidos en el mar.