El estrecho vínculo de los vecinos de Sant Antoni con la Virgen del Carmen quedó ayer de manifiesto durante los emotivos actos celebrados para rendir tributo a la patrona de los marineros.
Como suele ser habitual, en la localidad de Portmany estas celebraciones se trasladaron al primer domingo posterior a la festividad. Tras dos años de parón debido a la pandemia, decenas de vecinos no quisieron perderse actos tan tradicionales como la procesión por el casco urbano de Sant Antoni o el recorrido de la Virgen por toda la bahía a bordo de una embarcación. Sin duda, la devoción pudo más que las altísimas temperaturas registradas ayer en toda la isla.
A modo de aperitivo, el párroco Francesc Xavier Torres Peters explicaba días atrás en sus redes sociales que la procesión marinera de Sant Antoni es «la más antigua de las Pitiusas, con mucha diferencia». También señalaba que la imagen portmanyina de la Virgen del Carmen, del siglo XIX, es posiblemente la decana de todas.
Datos que corroboró durante su sermón el obispo Vicent Ribas Prats, quien este fin de semana hizo ‘doblete' al oficiar también el sábado la misa de fiesta en la parroquia de San Salvador de la Marina de Ibiza.
Entre los asistentes ayer se encontraba Daniel Roig-Francolí, Hermano Mayor de la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Sant Antoni, quien consideró «importante» poder volver a reunirse después de dos años para celebrar una festividad como la Virgen del Carmen. Vicent Torres, un vecino de Sant Jordi, aprovechó el domingo para acercarse a la iglesia de Sant Antoni, después de pasar el día en Sant Rafel, «porque todo esto nos gusta mucho».
«Ya lo añorábamos, porque estar en casa siempre y no poder salir. Me gustan mucho estas fiestas», añadió Vicent. Joan des Pou, residente en Sant Antoni, reconocía que él es más «de secano» porque «el mar no me gusta nada». Al mismo tiempo, recordaba cómo su suegro era pescador, por lo que el día del Carmen era una fecha especialmente señalada en su familia.
Pendientes después de la procesión, en la de ayer no hubo especiales contratiempos, aunque todavía se recuerda en el pueblo cómo, hace algunos años, un pequeño incidente dejó a la imagen sin corona buena parte del trayecto.
Tampoco faltaron los habituales comentarios de numerosos turistas -especialmente británicos- que no daban crédito a lo que estaban presenciando.
Ya en el puerto, la imagen religiosa fue subida a uno de los barcos, recorriendo toda la bahía de Portmany. Con coronas de flores lanzadas al mar, los vecinos de Sant Antoni rindieron así homenaje a la gente de su pueblo que perdió la vida en el mar.