«No, no son algas. Es un vertido de mierda» en aguas de Cala Tarida. Esto es lo que denunciaba la asociación ecologista GEN-GOB en la red social Instagram el pasado domingo. «Esta cala, en otro tiempo una de las mejor playas de Sant Josep, se ha convertido, gracias a la corrupción y al desarrollismo salvaje, en uno de los lugares de Ibiza más degradados y masificados, y no para», añadían en el texto que acompañaba a la imagen.
Desde el Consistorio informaron de que el suceso se debió a la puesta en marcha de las turbinas que hacen circular el agua en la playa para evitar los episodios de microalgas y no a un vertido de fecales. En este dispositivo, instalado el año pasado por el Ayuntamiento de Sant Josep, se acumula el fango que es expulsado al poner en marcha las turbinas y la turbulencia de agua genera la nube de color marrón. Este suceso pasa a los pocos minutos de la activación del dispositivo.
El 112 y la Policía Local recibieron llamadas debido a este suceso por lo que se informó a la empresa encargada del saneamiento en esta zona que comprobó que no se trataba de un problema de la red de saneamiento sino al funcionamiento de este dispositivo.
Subrayaron, además, que las analíticas realizadas hasta el momento han dado unos niveles adecuados para el baño en esta playa.
El GEN-GOB recibió también explicaciones a este respecto en la publicación en redes. Su respuesta fue una nueva publicación con una imagen de la zona de casetas varadero que hay cerca de la playa con el agua de color verde pantano. «El Ayuntamiento contesta y crece el misterio. [...] si se usa bombeo para evitar el color verdoso de las algas y este bombeo origina un color marrón tan sospechoso y antiestético, ¿para qué se usan las bombas? Obviamente es peor el remedio que la enfermedad», consideraban, al tiempo que cuestionaban el coste y el gasto energético de estos dispositivos.
Las cuatro bombas de recirculación fueron instaladas en agosto del año pasado con un coste de 630.000 euros.