Tiene 89 años y sigue cuidando de toda su familia, «si a alguien le duele algo, al menos, trato de investigar». Alberto V. Durán Crespo (Madrid, 1933) es un médico con hasta seis especialidades reconocidas porque por encima de todo es curioso. Y en ese afán de saber cada vez más no sólo bate todos los récords conocidos en especialidades dentro de una misma profesión, también se ha interesado por hasta 16 idiomas diferentes y ha iniciado los estudios de otras cuatro profesiones más: Filosofía, Física, Química y Biología.
«Tengo una obsesión por aprender», se diagnostica. Así que un día decidió «usar todo lo que aprendía en beneficio de los pacientes». Aunque confiesa que su verdadera vocación era la zoología, finalmente se decidió por la Medicina de Familia, «que es la más importante». Defiende el papel de estos facultativos con ahínco. «Es el primero que te atiende, debe saber de todo, sólo si encuentra algo deriva al hospital», recuerda.
Sus estudios de Medicina duraron seis años y después hizo la residencia (antes de implantarse el sistema MIR) donde fue discípulo de Gregorio Marañón. Como sólo se puede ejercer una especialidad escogió una plaza de Pediatría en un pueblo de Castellón y fue médico rural. A lo largo de su carrera además, estudió y trabajó, unos cinco años en cada caso, en Medicina Interna, Endocrinología y Nutrición, Digestología, Cardiología y Neumología, «aunque le llamaban Corazón y Pulmón», recuerda. «Hubo años en que trabajaba 18 horas al día».
Estudiar es un hobby y su cabeza se lo sigue permitiendo. Durante su carrera laboral profundizó en enfermedades raras, en mutaciones genéticas o en el metabolismo, y es que también sacó tiempo para la investigación. Pese a la revolución en el ámbito sanitario, la base de la medicina, asegura «no ha cambiado: lo importante es preocuparse por el paciente pero con más adelantos». Defiende la labor de cada pieza del engranaje sanitario, «es un colectivo excelente», y enumera muchas de las profesiones que la conforman. Sobre la crisis actual del sistema opina que «el poder presume de eficacia e ignora la base, las profesiones», y no se olvida de los pacientes: «no deben abusar del sistema».