Durante estos días, en las instalaciones de la Salinera Española en Ibiza se trabaja a destajo para dar servicio a la enorme demanda de sal que se realiza desde las lejanas Islas Feroe en el norte de Europa y más concretamente a través del barco Wilson Leith, que cargará en torno a 3.400 toneladas.
No en vano, para poder cumplir los plazos previstos, los operarios de la salinera tienen que trabajar con sus máquinas a pleno funcionamiento durante algo más de ocho horas, al ritmo de unas 500 toneladas cada 60 minutos, para llenar las tripas de este barco construido en 1997, de 88 metros de eslora y 13 de manga y con bandera de Barbados, y que posteriormente tardará unos diez días en volver a su puerto de origen.
Según explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera el apoderado de la salinera, Juan Ribas, este pequeño archipiélago autónomo que forma parte del Reino de Dinamarca es uno de los clientes predilectos de nuestra sal y más concretamente la empresa Wilson, fundada en 1929 por Kristian Jebsen, y que, según recordó, lleva «más de siete décadas haciendo negocio con la isla de Ibiza en los 125 años de existencia de la salinera».
No es la única empresa de la zona que trabaja intensamente con nuestra sal. Según el propio Ribas, unas 15.000 o 16.000 toneladas anuales, un 30% de la que se genera en la isla de Ibiza cada año, va a parar a las Islas Feroe donde es muy apreciada porque según sus datos oficiales el 5% de la pesca que exporta se prepara en salazón. «Nos consideran uno de sus principales mercados porque saben que la sal marina ibicenca es ideal para conservar el bacalao por su pureza de un 98,5% o 99% de cloruro sódico, por contener magnesio, potasio o yodo y por mantener el 4% de su humedad».
Esta cantidad estimada de 2023 supone un porcentaje muy similar al que se han llevado otros años y aunque esto siempre está expuesto a la temporada de pesca que hayan tenido allí y a cómo les haya ido a sus barcos, el apoderado de la salinera de momento se muestra optimista. «No esperábamos la visita del Wilson Leigh hasta el mes de marzo, sorprendiéndonos gratamente con su llamada, y por eso ahora no descartamos que pueda volver a hacer dos o tres viajes más a Ibiza lo que sería muy positivo para todos».
Otros destinos
Además la sal de Ibiza también parte hacia a otros destinos ya que se estima que el 99,5% se exporta. Según Ribas, cada año se suelen mandar unas 15.000 toneladas a Reino Unido, donde se emplea en las carreteras del país cuando hay que combatir el hielo o la nieve, mientras que en España los destinos predilectos suelen ser Galicia, con unas 10.000 toneladas anuales, o San Pedro del Pinatar, en Murcia.
De hecho, en Ibiza se quedan únicamente entre 150 y 200 toneladas anuales que distribuyen vendedores como Sal Torres o la empresa alemana Sal de Ibiza, que se encargan de envasar y hacer los distintos preparados de sal que comercializan.
Optimismo
Por otro lado, en una entrevista concedida el pasado mes de septiembre, Juan Ribas se mostraba optimista con respecto a la producción de este 2022, esperando poder cosechar en torno a 50.000 toneladas de sal en los 20 estanques de cristalización situados en la zona de es Codolar, junto al aeropuerto y en la zona de es Cavallet, «gracias a que el calor del verano salvó la producción después de que las intensas lluvias de primavera perjudicaran el proceso de concentración de la sal que dura varios meses».