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Turismo

«En Ibiza hay 100.000 turistas en agosto que no sabemos dónde se alojan»

El director insular de Turismo culpa al alquiler turístico ilegal de la saturación de los servicios en temporada alta y reclama medidas legales para poder cerrar este negocio del que se aprovechan «mafias que explotan entre 20 y 30 apartamentos»

Juanmi Costa, sonriente, espera continuar una legislatura más como director insular de Turismo de Ibiza. | Daniel Espinosa

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Quedan pocas semanas para que finalice la legislatura pero Juan Miguel Costa (Eivissa, 1977) no ha recogido nada de su despacho situado en la quinta planta del Consell, como si de forma inconsciente pensara que continuará ocupándolo cuatro años más. De hecho, si Vicent Marí vuelve a ser elegido presidente, Costa está dispuesto a volver asumir la dirección insular de Turismo. Sobre todo porque después de una legislatura marcada por la pandemia de covid, todavía tiene proyectos en el tintero.

—Todavía no estamos en verano y empieza a ser difícil circular por las carreteras de Ibiza. ¿Esto es síntoma de que volverá a ser una temporada donde se batirán récords?
—Hablar de récords no me gusta porque no es lo que estamos buscando, aunque sí que es verdad es que las perspectivas son las de una temporada como la de 2019 o 2022. El volumen de reservas a día de hoy es el que tuvimos estos dos años, si nada se tuerce.

—¿Por qué tenemos esta sensación de agobio y saturación?
—Hay varios factores, pero la sensación de agobio la tenemos en julio y agosto, no en mayo, junio o septiembre. Tenemos que ser capaces de medir cuánta gente hay en la isla en establecimientos ilegales. En el momento en el que tenemos tanta gente alojada en establecimientos legales como ilegales, tenemos un problema de saturación.

— ¿Tiene cifras concretas de cuánta gente se aloja en la oferta ilegal?
—Las cuentas son buenas de hacer. En agosto triplicamos los residentes que hay en la isla, por lo que llegamos a ser 450.000 personas. De éstas, 150.000 somos residentes, 100.000 se alojan en la oferta legal y llegan entre 80.000 y 90.000 trabajadores de fuera, nos quedan más de 100.000 personas que no sabemos exactamente dónde están. Estamos hablando de un volumen de gente muy importante que crea presión sobre los servicios de la isla.

—¿Se le puede poner remedio o estamos condenados a vivir así?
— Tiene que haber una solución pero hay que atacar el problema desde diferentes vías. Primero de todo, se tendrá que poner sobre la mesa, como ya se ha hecho con los vehículos, el tener un techo de población residente además de los turistas. Obviamente, se necesita una voluntad política real entre las diferentes administraciones contra el alojamiento ilegal. Hay que encontrar herramientas legales que nos permitan el cierre de estos pisos turísticos ilegales, porque hay verdaderas mafias que explotan entre 20 y 30 apartamentos. Esto, para mí, ya no son domicilios sino una actividad económica ilegal que tiene que ser perseguida.

—La limitación de vehículos planteada por el Consell d'Eivissa esta legislatura, ¿no se queda corta si sólo afecta a caravanas y coches de alquiler?
—Por algún sitio teníamos que empezar. Lo que hacía falta era tener datos de cuántos coches llegan y su impacto en la isla. A nadie le gusta ser el perjudicado pero creo que es comprensible empezar por los coches de alquiler. En cuanto a las caravanas, lo que preocupa es que estén por los bosques y zonas sensibles y tengamos problemas de incendios y de salubridad. Y quizás haya que ir más allá y habilitar espacios para que puedan estar estas caravanas.

—Partidos que forman parte del Govern, como Més per Mallorca, apuestan por dejar de hacer promoción turística porque nuestras islas ya son muy conocidas y llegan suficientes turistas. ¿Por qué hay que seguir haciendo promoción turística?
—La razón es muy simple: Ibiza es una marca reconocida mundialmente y no hay ninguna marca puntera a nivel mundial que se autopromocione continuamente para tener visibilidad. Es básico. Otra cosa es qué queremos promocionar. Nosotros hemos promocionado productos que nos permitan atraer gente fuera de los meses fuertes de temporada y con un poder adquisitivo medio-alto y que tiene un respeto por la isla a nivel de sostenibilidad. Tenemos que seguir apostando por la promoción turística de Ibiza porque el mundo turístico se desarrolla rápidamente, la competencia es atroz y si no estás al día y posicionado todo lo que has hecho durante los últimos años puede quedar en nada en poco tiempo.


— En Ibiza hay colectivos que piden que se decrezca turísticamente. ¿Las 100.000 plazas legales es el número adecuado?
—Me atrevería decir que Ibiza es la única isla del archipiélago que lleva decreciendo en los últimos años. En la bolsa turística hay 9.000 plazas que no se han tocado en mucho tiempo y cada vez que hay una reforma hotelera para aumentar de categoría, muchas veces dos habitaciones se convierten en una. Estamos en decrecimiento desde hace muchos años, este no es el problema sino la oferta ilegal que provoca, además, que haya menos oferta de alquiler para nuestros trabajadores.

—¿Cómo ha funcionado la Semana Santa?
— Estamos muy contentos. La Semana Santa ha sido una palanca más del mes de abril. Y si le añades la celebración de competiciones deportivas, algún que otro evento cultural y la apertura del ocio a final de menos hemos conseguido que se empiece a hablar de temporada turística en abril y no en mayo. Los pasos que hemos dado para desestacionalizar están funcionando y hemos conseguido que las compañías aéreas se lo crean y pongan vuelos a partir de marzo. A partir de aquí, hoteleros y oferta complementaria se tienen que subir a este carro y ver que es posible venir a Ibiza en marzo y abril gracias a los más de 300 días de sol al año que tenemos. La situación ideal sería sacar presión al mes de agosto y trasladarla a los extremos de la temporada.

—¿Cómo se consigue que las aerolíneas pongan vuelos en los extremos de la temporada?
—Depende de la demanda. Y para crear demanda hay que crear contenidos en la isla y ser golosos y atractivos para que la gente venga. Lo que tenemos claro es que cuando los turistas descubren Ibiza en invierno, se enamoran y vuelven, pero a los empresarios también les cuesta abrir más de seis meses. Creo que este es el futuro y que ayuda a fidelizar plantillas y conseguir que la temporada sea más larga y que los empresarios están más tranquilos.

—Los británicos son, históricamente, los turistas más numerosos en Ibiza. Sin embargo, en 2022, vinieron menos que en 2019. ¿Le preocupa este hecho?
—No especialmente porque tenemos otros mercados que suplen esta carencia del británico y están respondiendo bien. Creo que poco a poco los recuperaremos porque allí también tienen una serie de problemas como los efectos del ‘brexit' o la inflación. La cara positiva de la moneda es que el mercado nacional, el francófono y Países Bajos están asumiendo la menor llegada de británicos. Tenemos constancia a través de los empresarios que también ha sido importante en 2022 la subida de turistas norteamericanos y también nos han ofrecido hacer alguna actividad en el mercado chino, por lo que surgen oportunidades para diversificar aún más nuestro mercado de países emisores.

—¿Hay algún mercado especialmente goloso?
— El americano es un mercado muy potente. Más pronto que tarde tendremos que conseguir este vuelo directo que reclamamos con Estados Unidos, que por circunstancias se acabó quedando en Mallorca. Es un mercado acostumbrado a vuelos largos, con estancias medias muy altas y con un poder adquisitivo medio-alto. Es un mercado que necesitamos llevar a Ibiza. Allí nuestra marca es muy potente, mucho más que Mallorca. Nos gustaría conseguir un vuelo directo con Nueva York o con Miami. El mercado alemán fue muy importante, llegaron a ser más de medio millón, pero se mueven más por paquetes turísticos y por precio. En este sentido, tenemos mucha competencia de Asia y Turquía.

—¿Mallorca sigue siendo nuestro principal competidor?
—Sí, es nuestro competidor directo. Tiene un perfil de cliente muy similar al nuestro.

—Vila ha pedido que se limite la entrada de cruceros en el puerto. ¿Está de acuerdo en poner límites?
—Cambiar las frecuencias de los cruceros no es tan fácil porque se contratan con dos o tres años de antelación. Lo que se puede hacer es buscar la coherencia, porque si coinciden tres cruceros a la vez no es bueno para nadie, ni para los cruceristas ni para la isla. Hay que buscar el sentido común, que lleguen de forma escalonada y que lo hagan entre abril y noviembre y no entre mayo y octubre. Por otro lado, cuando se habla de que llegan 8.000 cruceristas no son todos los que bajan del crucero. El capitán de cada crucero sabe cuántos pasajeros bajan, cuántos tienen excursiones contratadas y cuántos van por libre. Se trata de tener una comunicación fluida para poder dar un buen servicio.

—Hace poco presentaron el nuevo plan de marketing, que continúa con el famoso lema del de 2005 ‘Ibiza, todas las islas en una'. ¿Qué viene marcado en esta hoja de ruta?
— Este nuevo plan de marketing era muy necesario porque la estrategia de cómo tiene que evolucionar la isla se tendría que revisar cada pocos años y no se había hecho. Nos marca que tenemos que buscar un turismo que nos ayude a ser más sostenibles y a desestacionalizar. Tenemos una serie de valores que necesitamos posicionarlos y que Ibiza sea concebida como un destino gastronómico, deportivo, gastronómico o cultural, entre otros. Tenemos una serie de carencias a nivel de datos turísticos que nos ayudarían a tomar mejores decisiones, tanto a nosotros como al sector privado.

—¿Qué papel jugará la ampliación del Palau de Congressos en esta desestacionalización?
—Un papel muy importante. El segmento MICE siempre ha reclamado mejorar las infraestructuras. Esta segunda fase del Palau de Congressos nos permitirá tener un auditorio para mil personas que hoy no tenemos. Se pierden muchos congresos y convenciones porque no tenemos un espacio donde quepan un millar de personas. Nuestro sector MICE es muy potente y es uno de los motores de la isla, ya que tiene un perfil de visitante que acabe volviendo y es gente respetuosa y con un poder adquisitivo alto.

—¿Qué dice el plan de marketing del ocio nocturno?
—Tenemos el mejor ocio nocturno del mundo. Ibiza es una marca turística conocida gracias a él en gran parte. No renegamos de él porque estamos muy orgullosos de él pero buscamos potenciar y posicionar las palancas que pensamos que nos pueden ayudar a buscar un turista más sostenible y que venga en meses fuera de temporada. El ocio nocturno ya es muy conocido y no necesita más publicidad de la que hace el mismo sector.

El apunte

«Las grandes marcas mundiales quieren invertir en la isla porque es un valor seguro»

—Semanas atrás se presentaron los resultados de un barómetro turístico que reflejaba que los turistas valoran con un notable alto su experiencia en Ibiza. ¿Qué conclusiones sacan en el Consell d’Eivissa de este barómetro?
— Muy positivas. Principalmente, que el índice de satisfacción es muy elevado, también hay un alto grado de repetición con clientes fieles que año tras año nos visitan, además de tener un elevado gasto medio, lo que es positivo. También refleja que tenemos un abanico muy grande de turistas gracias a la gran diversidad de producto que tenemos en esta isla.

—En este barómetro también hay notas negativos, como las quejas por los precios. ¿No se da la suficiente calidad por lo que se paga por el servicio?
—Esta es una de las grandes preocupaciones que hemos tenido siempre. Posicionarnos como una isla con precios elevados no es malo pero sí lo es que la calidad del servicio no esté equiparada con los precios que pedimos. Y esto también está muy relacionado con la vivienda, la mano de obra y el grado de profesionalidad, lo que nos puede dañar a corto plazo. Si no arreglamos el problema de la vivienda, no se podrá dar la calidad suficiente por los precios que se piden ya que no tendremos suficiente mano de obra.

—¿Existe el peligro de que Ibiza muera de éxito?
—Existe este peligro porque gestionar el éxito es complicado. Ibiza es muy fuerte y las grandes marcas mundiales quieren invertir en la isla porque es un valor seguro, aunque tenemos problemas que no son exclusivos de aquí. En Londres, París o Madrid también tienen problemas de mano de obra y de calidad en sus servicios.

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