Las tres jornadas del debate de investidura en el Parlament balear han dejado muchos más damnificados de lo que podría pensarse en un primer momento. Yo mismo soy uno de ellos, una víctima indirecta, si se quiere, pero lo soy. Me too.
Además de todos los cargos públicos de PSIB-PSOE, Més per Mallorca y Unidas Podemos que se han visto desplazados de sus responsabilidades, –según ellos injustamente y sin saber aún cómo ha sido posible que haciéndolo todo tan bien, muchos se vayan al paro–, por la victoria electoral del PP y su posterior pacto con Vox para abstenerse en la investidura de Marga Prohens, somos muchos más los que nos vemos afectados por tres sesiones parlamentarias memorables.
Con la antigua sede del Círculo Mallorquín repleta de público, el aire acondicionado funcionó a pleno rendimiento. Y eso pasa factura. Una faringitis aguda me dejó completamente afónico. El viernes no podía cantar. Y para ir a la Lonja y no poder cantar con Jaime Anglada ‘Illes dins un riu' pues, la verdad, me quedo en casa y veo la toma de posesión de Marga Prohens por la tele. Y así me ahorro sudar como un pollo y tener que llevar el traje a la tintorería..
Merece la pena reflexionar sobre el papel absolutamente preponderante del PP ibicenco en el entorno más inmediato de Marga Prohens. Del PP ibicenco y también del PP de Formentera y, por tanto, de Sa Unió.
Durante todos estos días del debate de investidura, tanto a la llegada como a la salida de Prohens del edificio del Parlament, se ha rodeado de los presidentes de los consells insulars pitiusos, Vicent Marí y Llorenç Córdoba. No es un detalle baladí. Como tampoco lo es que su mano derecha en el Govern vaya a ser Toni Costa, quien se ha ganado la confianza de la nueva presidenta del Govern durante los años en que ha ejercido de portavoz parlamentario del PP en la oposición, ante una rocosa Francina Armengol, a la que no ha sido nunca fácil fiscalizar.
Como tampoco es una circunstancia menor que el cabeza de lista del PP para las elecciones generales sea el presidente del PP de Ibiza, José Vicente Marí Bosó. Un puesto ganado a pulso.
Ibiza y Formentera gozan ahora mismo de un estatus como nunca antes habían tenido, con una capacidad de influencia enorme en el Govern. Derivada, sin lugar a dudas, del resultado obtenido en las elecciones del 28 de mayo.
A la victoria del centro derecha en Formentera se debe que Prohens pueda conformar un Govern en solitario, sin la incómoda presencia de Vox en el Consell de Govern. Sin el diputado de Sa Unió, Llorenç Córdoba, el PP tendría los mismos diputados que todo el bloque de la izquierda, 25 escaños, lo que haría que Vox tuviese la llave. Pero gracias a Formentera, a los escasos 70 votos que otorgaron el escaño a la coalición de centro derecha, la llave la ha tenido Córdoba.
Momento dulce
Las Pitiusas se ven libres de la radicalidad y el extremismo de Vox, para tranquilidad suya, de los cinco alcaldes y alcaldesas, todos del PP, y sobre todo de Vicent Marí, presidente del Consell d'Eivissa.
La pasada legislatura, Vicent Marí ha tenido que soportar que el Govern Armengol haya ejercido de oposición a su tarea de gobierno en el Consell, así como algunos alcaldes como Marcos Serra, de Sant Antoni. Eso se acabó. Y es algo que se ha de notar pronto, porque ahora, previsiblemente, el Govern Prohens será mucho más proclive y favorable a las iniciativas que se planteen desde las Pitiusas, algo que con Armengol no sucedió nunca. Falta que se sepa aprovechar la circunstancia, porque los astros no se alinean así casi nunca.