De 1908 a 1951 se llamó Dos Hermanos pero, tras una reforma que se le realizó ese año, cambió su nombre a Reina del Mar, el cual todavía conserva a día de hoy. Javi Gómez y Toni Tur ‘Sendic’, dos improvisados mestres d’aixa, llevan ya más de 16 años trabajando en la restauración de esta embarcación que, si todo sigue su curso, volverá pronto a navegar por los mares de las Pitiusas. A través de esta balandra se puede entender buena parte de la historia marinera más reciente de nuestra isla.
La historia
Todo se remonta a Formentera, a comienzos del siglo XX. Por aquel entonces el puerto de la Savina no existía, y se utilizaba un pequeño muelle de es Caló, donde vivía la familia propietaria de este llaüt. Explotaban la embarcación tanto para el transporte de personas como de mercancías. Por aquel entonces navegaba sin motor, que se le añadiría posteriormente. Sin embargo, ese motor sería nuevamente retirado porque, por aquel entonces, no era rentable.
Sin embargo, unos años más tarde, esa finca sería vendida y, con ella, el llaüt. La embarcación la compraron, de manera independiente a la finca, unos buceadores profesionales provenientes de la Península que se dedicaban a la pesca de la esponja. Esta no era su única labor sino que también se dedicaban a bucear hasta aquellas embarcaciones hundidas para rescatar de ahí sus bienes.
Sin embargo, en 1936 explotó la Guerra Civil y esos buzos marcharon de las Pitiusas. Con ello, el barco quedó abandonado en el puerto de Ibiza, en una zona conocida como la Barra, donde actualmente se encuentran las marinas deportivas.
Cuando la guerra terminó, un hombre llamado Benjamín Costa encargó su reforma a los hermanos Manyà, dos reputados mestres d’aixa del varadero de Ibiza. Fue entonces cuando se le cambió la popa, desde la típica de llaüt a la actual, para darle un nuevo uso: el transporte de áridos.
Sería entonces cuando empezaría su nuevas funciones en sa Pedrera de Cala d’Hort. Cuando los trabajadores ya habían extraído lo necesario, se llamaba a Costa -también conocico como Laieta- para que La Reina del Mar emprendiera su viaje cargada hasta arriba de marès.
Sin embargo, con la llegada de los años 50, y con ellos de los primeros turistas a la isla de Ibiza, Benjamín ‘Laieta’ vio en La Reina del Mar la posiblidad de sacar un mayor rédito económico. Así comenzó a combinar los trabajos de transporte de áridos con viajes turísticos los fines de semana, para transportar turistas hasta Formentera, principalmente.
Con el paso de los años las infraestructuras de la isla mejoraron. Las nuevas carreteras y caminos, así como los modernos camiones, desplazaron a La Reina del Mar como herramienta de transporte. Por ello, entró en desuso y se vendió a una familia de ses Salines para el traslado de áridos.
Económicamente, volvería a fracasar, e iría pasando de mano en mano hasta llegar a Sant Antoni a finales de la década de los 60 para transportar turistas a las playas de poniente.
En ese momento se le realizó una nueva reforma para habilitarlo al transporte turístico, función a la que se dedicaría hasta el año 2000. En ese momento se renovó la flota y quedó en desuso, pero todavía recibiendo labores de mantenimiento en la bahía de Sant Antoni.
Proyecto
Todo cambiaría diez años después, cuando en febrero de 2009 un fuerte temporal arrastraría esta y muchas otras embarcaciones hasta la playa de s’Arenal. En ese momento fue cuando se la ofrecieron de manera gratuita a cambio de su retirada a Toni Tur, que aceptó la oferta. Cuando llegó a sus manos y junto a las de Javi Gómez y Raúl Luna nació el proyecto de La Reina del Mar.
Desde aquel entonces comenzó una ardua tarea, en la cual Toni y Javi -Raúl saldría del proyecto a medio camino- llevan trabajando desde hace dieciséis años de manera casi ininterrumpida. Su objetivo es lograr restaurar aquella embarcación que salió al mar por primera vez en 1908 y, lógicamente, no es sencillo. «Habría sido mucho más fácil elaborar un barco desde cero, además de mucho más barato. Pero, entonces, no podríamos decir que tenemos un barco de principios del siglo XIX».
De ese barco de antaño, con todos los trabajos de restauración que se han hecho a lo largo del tiempo hacen que no quede mucho más allá de lo que fue su estructura. Sin embargo, su estética sí que es respetuosa con esa embarcación original.
Después de tanto tiempo de trabajo, Javi y Toni encaran la recta final de su proyecto, ya que esperan que para verano La Reina esté lista para regresar al mar y cumplir así con el sueño que emprendieron allá por 2009. Un camino que ha estado lleno de aprendizajes. Toni ya tenía experiencia en el mundo de la carpintería de ribera. Sin embargo, Javi, pese a venir de familia de pescadores, tuvo que aprender este antiguo oficio.
Una vez restaurada podrán emprender la última parte de su aventura: ofrecer esta embarcación para alquilar. «Pero no como un chárter normal y corriente, sino como una experiencia completa, sabiendo que quien lo escoja va a entender lo que supone ir en un barco como este. Queremos ofrecer una experiencia completa, que nos diferencie del resto de chárteres que puedan existir en la isla».
La embarcación
Su estructura es compleja y respetuosa con la idea original de la embarcación. Con un mástil de 20 metros de altura, contará con cinco velas que harán posible la navegación. La cubierta del barco goza de hasta quince metros de eslora y, en la parte no visible de la embarcación, quizás la más mágica, con unos acabados de madera que recuerdan a aquellos barcos que surcaban los mares antiguamente, se ve reflejado lo que eran las embarcaciones tradicionales.
Bajando unos cuantos peldaños se llega hasta la parte interior del barco, por respetar los patrones originales de 1908. En la proa se ubica la zona en la que antiguamente dormía la tripulación, en unas literas que pueden llegar a acoger hasta cinco personas, e incluso seis. Además, cuenta con un mamparo, una tabla de madera, que sirve como seguro anticolisión, ya que podría bloquearse y crear un cierre estanco para que, en caso de accidente y aunque esa parte se inundara, frenar el agua y seguir con la navegación.
Un poco más adelante se encuentran un par de literas más, junto al camarote principal y la estructura en la que, cuando todo esté listo, se ubicará el mástil. Avanzando por el recorrido, se encuentra una suerte de salón, donde está todo habilitado para contar con comodidades como mesa, sofá y cocina, pero respetando la estética tradicional. Todos los acabados son de madera, y eso se nota en el bolsillo.
«Solo en madera nos hemos dejado en torno a los 180.000 euros», asegura Javi.
Con todo, la balandra que primero fuera Dos Hermanos para convertirse posteriormente en Reina del Mar, está cada vez más cerca de volver a surcar los mares de Ibiza y Formentera y, con ella, una buena parte de la historia marinera de nuestras islas.
Bona feina al lots!