Desde hace algunos años, la llegada de serpientes a determinados islotes de Ibiza y Formentera es de lo más frecuente. Sin embargo, que hayan alcanzado estos lugares no significa que los hayan colonizado, aunque lo más probable es que hayan provocado daños a otras especies que suelen ocupar esos territorios, según explicó ayer la doctora en Ciencias Biológicas, Antònia Maria Cirer.
Entre los islotes en los que se ha podido constatar la presencia de serpientes destaca el de s`Illot de s´Ora, entre es Figueral y Pou des Lleó, donde las serpientes han acabado con toda la población de lagartijas, provocando incluso la desaparición de una subespecie que sólo se encontraba en este lugar.
En el caso de s´Illa Grossa de Santa Eulària, en un momento determinado se detectó la presencia de ofidios, así como en el islote de s´Espartar, donde se halló la muda de una serpiente de más de un metro. Cirer señaló que también en s´Illa Murada ha habido avistamientos y no descartó que en otros islotes de las Pitiusas hayan sido vistos más ejemplares.
Sobre las imágenes difundidas en los últimos días en redes sociales en las que aparecía una serpiente nadando en la zona de ses Balandres, Cirer puntualizó, una vez más, que no es inusual que los ofidios se muevan en el medio marino. «Una serpiente tiene un cuerpo muy largo y, cuando cae al agua, levanta la cabeza. Con ello, se puede desplazar en zigzag con una proporción hidrodinámica que le permite nadar con una efectividad mucho más grande en comparación con otros mamíferos», explicó.
Cirer reiteró que todas las serpientes, «de siempre», pueden nadar e incluso algunas están perfectamente adaptadas a vivir en el agua. La doctora en Biología insistió en que en otros territorios del país será más complicado verlas en el agua, pero no en lugares como Ibiza, donde es habitual que en invierno acaben refugiándose en embarcaciones situadas en tierra.
«Cuando después se devuelve el barco al mar, las serpientes salen y se van nadando hasta llegar al punto de tierra más cercano. Es su instinto. Esta situación provoca una alarma general en todo el territorio y no lo podemos focalizar», afirmó.
Otro punto que quiso aclarar la experta es que «una serpiente no tiene voluntad y, por tanto, no decide ir a explorar un territorio. Tampoco sabe si en una isla habrá lagartijas para depredar». Por tanto, con su ‘cerebro reptiliano’ se limitará a seguir su instinto en la búsqueda de alimento o refugio.
Así, desmintió que la serpiente grabada cerca de ses Balandres se dirigiera expresamente a uno de los islotes para comer huevos de halcón o lagartijas. «Si encuentran, lógicamente se los comerán. Pero no irán buscándolos. Las serpientes comen aquello que capturan con facilidad, en este caso, crías de ave o las lagartijas que además no interpretan que una serpiente sea un depredador», concluyó.
Genética modificada