El Ayuntamiento de Sant Antoni ordenó este martes por la mañana el cierre preventivo del tramo central de la playa de s’Arenal, en la desembocadura del torrente des Regueró, tras detectarse un vertido de aguas residuales. Según ha informado el Consistorio, el origen del incidente está en un atasco localizado en la red de alcantarillado a la altura de la avenida Doctor Fleming, provocado por una acumulación de grasa generada por vertidos indebidos de aceite.
El desbordamiento alcanzó la red de pluviales y, por gravedad, acabó desembocando en el humedal de sa Bassa des Regueró, que conecta directamente con la playa. Aunque la incidencia ha sido localizada y no se ha extendido al resto del litoral, la zona de baño afectada permanecerá cerrada de manera temporal mientras se analizan las muestras de agua recogidas por los técnicos municipales.
Durante la inspección, se pudo comprobar que la desembocadura del vertido presentaba un hedor considerable, así como la presencia de numerosos peces muertos en su recorrido. Algunos de ellos, arrastrados hasta la orilla, yacían sobre la arena y se convirtieron en el reclamo perfecto para las gaviotas que sobrevolaban la zona.
Durante todo el día, los socorristas estuvieron trabajando para informar a los usuarios del cierre, lo que provocó escenas de desconcierto entre algunos bañistas que ya se encontraban en el agua. Peter, trabajador de temporada, no ocultaba su disgusto: «¡Qué asco, qué asco!», repetía al ser informado por los socorristas. «Suelo venir aquí por las tardes a darme un baño y hoy no me he dado cuenta de que había bandera roja. Cuando me llamaban los socorristas pensé que se trataba de medusas, tiburones o algo así. Nunca hubiera imaginado la verdadera razón… ¡Qué asco! Con todo el dinero que se genera en Ibiza, no entiendo que las administraciones no puedan solucionar este tipo de problemas», lamentaba.
Foto: Toni P.
En una de las zonas donde aún se permitía el baño con bandera amarilla, una trabajadora de un puesto de alquiler de material acuático valoraba con cautela el impacto: «Más allá del olor, no nos ha afectado mucho en cuanto al negocio, pero nosotros estamos en la parte en la que se puede bañar». Aun así, expresaba su incomodidad: «En cuanto termine de trabajar, lo primero que voy a hacer es darme una ducha. Aunque haya bandera amarilla y te puedas bañar en esta zona, a mí no se me ocurriría: está solo a unos metros del resto de la playa, que se supone que está contaminada».
El trabajo de los socorristas se intensificó, ya que debían advertir a los usuarios que seguían entrando en el agua a pesar de la señalización. Un grupo de jóvenes irlandeses llegó a meterse hasta las rodillas antes de ser llamados al orden.
Charlie y Charlie —chico y chica— explicaban: «No nos hemos dado cuenta de que había una bandera roja, aunque nos llamaba la atención que no hubiera nadie en el agua. Tendremos que bañarnos un poco más allá o buscar otra playa».
Pollie y Eireen también fueron advertidas por los socorristas apenas unos segundos después de mojarse los pies. «Simplemente teníamos calor y queríamos refrescarnos un poco», decía Pollie. «El socorrista nos ha dicho que saliéramos del agua, pero no hemos entendido la razón», añadía Eireen. Ambas torcieron el gesto al saber que el cierre se debía a un vertido de aguas residuales.
La situación también ha afectado a los negocios que dependen directamente de la afluencia de bañistas. Juan, encargado de la concesión de hamacas en la zona afectada, explicaba: «Nos ha afectado muchísimo. Hoy apenas hay gente. Cuando viene algún cliente y le explicamos que no podrán bañarse, prefieren no quedarse con una hamaca, como es normal. Pero tampoco sería ético ocultárselo y que se enteren después de haberla pagado».
En un restaurante cercano, Estefanía notaba un comportamiento diferente entre los clientes:
«A media mañana, cuando pusieron la bandera roja, hemos notado que se ha vaciado más de la cuenta, sobre todo porque es gente que viene a buscar algo de bebida o comida para llevarse a la playa. Sin embargo, a la hora de comer hemos notado un ‘pelotazo’ considerable, ¿tal vez tenga algo que ver con eso?», se preguntaba.
Desde el Ayuntamiento de Sant Antoni recordaron que está prohibido verter aceites y grasas a la red de saneamiento y han señalado que se revisará la situación para evitar nuevos episodios. Mientras tanto, la zona central de la playa seguirá clausurada hasta que los análisis confirmen que el agua es apta para el baño.
Pero que panda de políticos incompetentes , estaría bien saber y cuánto cuestan realmente cada político, no solo lo que cobra sino sus comidas y privilegios, porque para recaudar son super listos , pero para solucionar problemas nada de nada. Es que esto ya es un problema que ha sucedido varias veces en muchas playas , a lo mejor también es que hay más hoteles y gente de lo que la isla es capaz de soportar, pero claro dinero y dinero que no sabemos a dónde va