Pisos patera en los que conviven más de 30 personas en situación de hacinamiento, peleas incluso a machetazos en la puerta de su edificio, llamadas al timbre en plena madrugada por error que no les dejan descansar, encontrarse con bombonas de óxido nitroso en los ascensores. Esto y mucho más es parte del día a día de los vecinos de un edificio de la calle General Balanzat, en pleno núcleo urbano de Sant Antoni, que han de convivir diariamente con una estructura delictiva organizada, en la que cada parte supone un elemento del engranaje criminal, que hace su vida cada día más difícil.
El origen detrás del problema, aseguran, es que una sola persona es propietario de más de una veintena de pisos en el edificio. Esa persona, supuestamente a través de otra persona encargada de la administración, habría alquilado varias de esas viviendas en las que se hacinan como norma a decenas de personas, en lo que los vecinos consideran un acto «falto de escrúpulos».
Estos mismos vecinos denuncian a Periódico de Ibiza y Formentera toda una «sarta de ilegalidades en el interior de estos pisos». Para empezar, existiría según ellos una «cocina industrial», que da servicio a todas esas personas que trabajan en el tráfico de drogas durante la noche en el municipio de Sant Antoni. Esto no queda ahí sino que una vecina, muy cercana a esa cocina, asegura que la encargada «es una mujer que ya estuvo en prisión por haber facilitado pasaportes falsos a personas de origen subsahariano para que pudieran entrar a España».
Dentro de la organización delictiva que denuncian los vecinos, aseguran que existe un reparto de tareas por sexos. Mientras que los hombres se dedicarían al tráfico de sustancias estupefacientes, desde el popular óxido nitroso – conocido como gas de la risa- hasta otras sustancias como la cocaína o el ‘tusi’, las mujeres serían las encargadas de gestionar la cocina y de hurtar a los turistas bajo los efectos del alcohol y otras sustancias.
Tráfico de sustancias
El tráfico de material es algo habitual en la zona, según relatan estos vecinos. Cuentan como muchas veces los ven descargar las bombonas de óxido nitroso en dirección a las viviendas en las que posteriormente se encargarán de su distribución. Los vecinos aseguran que estas personas se comunican entre ellos a la hora de hacer las descargas «para avisarse los unos a otros a través del teléfono móvil en caso de presencia policial».
A., un vecino que asegura que se ha criado ahí, cuenta que ha llegado a encontrarse las bombonas de esa sustancia vacías al subirse en el ascensor. Este hombre es muy crítico con toda esta supuesta actividad ilegal «veo a chavales, de apenas unos 12 años de edad, que están enganchados, y les venden como si fueran adultos», relata.
Foto: Moisés Copa.
El tráfico de drogas no es la única actividad ilegal que se realizaría por todas esas personas que viven en estos pisos patera. Y es que los vecinos aseguran que las mujeres se dedican a hurtar a los vecinos que más afectados ven por el consumo del alcohol y otras sustancias. «Se acercan a los turistas bajo la excusa de venderles pulseras y a la que se despistan les están robando el reloj o metiendo mano al bolso o a los bolsillos», asegura una mujer que trabaja muy cerca del bloque de viviendas.
Punto de venta
Y es que estos pisos supuestamente funcionarían también como punto de venta de todo ese material robado. Múltiples personas, especialmente turistas habrían encontrado, a través de la geolocalización de los dispositivos electrónicos, que sus teléfonos móviles sustraídos la noche anterior estaban en el interior de ese bloque de pisos.
Robos
De hecho, durante la redada de la Guardia Civil de este viernes, se acercó F., una mujer de origen italiano pero residente en la isla a la que se le sustrajo el teléfono el pasado agosto y la localización de este le indicaba el interior de esas viviendas. A raíz de la actividad de la Benemérita pretende denunciar dicho robo. Una situación que, aseguran los vecinos, es bastante frecuente ya que «nos encontramos con gente que viene hasta aquí y nos pide ayuda para encontrar su móvil. Les decimos que lo más probable es que se tengan que olvidar».
Todo este tráfico de drogas y material robado conlleva, como no puede ser de otra manera, una evidente degeneración de la seguridad en la zona. Otra vecina del lugar cuenta como hace apenas unos días «se produjo una pelea, a machetazos, entre un hombre de origen magrebí y otro de origen subsahariano». Aunque este ha sido hasta el momento el caso más extremo, dadas las armas blancas utilizadas, aseguran que «las peleas entre ellos se han convertido en habituales».
Seguridad
Esta trabajadora, que además es vecina de la zona, asegura que la seguridad se ha visto más que afectada por la presencia de estos «pisos patera». Y es que tanto en su puesto de trabajo, en el que ya hace años que se pusieron rejas, como en el camino de su casa, se encuentra con estas personas. «A mí me da miedo lo que pueda pasar, me siento indefensa ante la presencia de estos individuos», relata visiblemente afectada.
G. es una mujer que vive puerta con puerta con uno de esos pisos. Asegura que le llaman a la puerta de su casa prácticamente a diario, gente que quiere comprar alguna sustancia y se confunde de vivienda, negándole prácticamente a diario el descanso. Y no solo ello sino el trasiego constante que genera un piso en el que pueden convivir más de 30 personas: «Muchos de ellos no tienen ni siquiera llave. Entran y salen a todas horas, van de un lado para otro», afirma.
La situación llega hasta el punto de que dicha mujer, tal y como explica, se encuentra de manera habitual pequeñas bolsas con restos de cocaína o otras sustancias en la terraza de su casa, que caen desde algunos de los pisos superiores. «Me he llegado a encontrar a mi gato chupando de una de esas bolsas en mi propia terraza», comenta, harta de la situación.
Dicho trasiego constante de gente, muchas veces en las condiciones que distan de ser las óptimas, tienen sus repercusiones en el vecindario. Se ha tenido que poner a un vigilante de seguridad, señalan los vecinos, que alertan que la mujer de la limpieza va a dejar de trabajar ahí, cansada ya de la situación: «Le meaban los ascensores, el portal... a veces terminaba de limpiar en un lado y a los diez minutos volvía a estar igual», afirman en declaraciones a este rotativo.
Las actividades ilegales podrían no detenerse en el tráfico de sustancias sino que desde el exterior del bloque se puede ver cómo llegan turistas con maletas. Los vecinos aseguran que hay pisos que se dedican al alquiler turístico ilegal y que esta llegada de gente es «habitual». Esto sería otra actividad ilegal ya que la normativa prohíbe el alquiler turístico en bloques de vivienda que se destinen a uso residencial.
Con todo esto, los vecinos de este bloque de Sant Antoni espera que se tomen medidas para tratar de frenar esta actividad delictiva, y que la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no se detenga en los registros y detenciones realizados en los dos pisos este viernes por la mañana.
Si no tenemos cuidado, dentro de poco San Antonio será como la Bronx de los años 70