El juzgado penal número 1 de Eivissa inicia hoy el juicio para esclarecer las causas del accidente que se cobró la vida de dos jóvenes extranjeras y que dejó a otra inválida y en el que están implicados el padre de la multimillonaria Athina Onassis, Thierry Roussel, así como el empresario Fernando Fernández Tapias, en calidad de acusador y testigo.
Los hechos se remontan al 20 de agosto de 2002. Las aguas de Formentera se tiñeron de rojo cuando dos jóvenes modelos de 20 años, Zuzana Lindemannova, de nacionalidad checa, Sylvia Anita Branckeka, de nacionalidad polaca, y una menor de 15 años, E.W., conducían una moto acuática, cuya velocidad puede alcanzar los 40 nudos, propiedad de Roussel. El regente y anfitrión de las chicas pudo ver como un catamarán colisionaba con estas. El padre de la que fue apodada como «la niña más rica del mundo», a pesar de acudir en calidad de acusador, no explicó adecuadamente la presencia de las jóvenes en su yate, que estaban acompañadas a su vez por otras tres muchachas. Así, en su primera declaración destacó que «en esas fechas no tenía previsto ir a Eivissa y que por eso les había prestado su casa».
Las tres jóvenes, por cierto, figuraban en una página web de compañía. Rousell cambiado de opinión ante el juez y dijo haber invitado, simplemente, a seis chicas a navegar. Por esas fechas destacó que no les prestó la moto porque no las conocía, a pesar de que la Yamaha 1.200 siniesttrasda. Roussel reclama una indemnización de un millón de euros por tres presuntos delitos de imprudencia con resultado de muerte. Sin embargo, el fiscal pide la absolución del capitán del barco contra el que chocaron las jóvenes, el magnate alemán Ulrich Wilhelm. Para la Capitanía Marítima, el empresario no habría incurrido en los tres delitos por imprudencia que se le imputan, ya que serían las jóvenes quienes se habrían cruzado delante del catamarán. Wilhelm, afirmó haberse lanzado al agua para rescatarlas.