«Estoy cansado. La cárcel no me va a ayudar porque ya he pasado por allí. Conozco todos los pisos del juzgado. Soy alcohólico y necesito ayuda. Nunca antes lo había dicho. Lo digo por primera vez».
Este fue el alegato final que hizo ayer ante la responsable del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa el vecino de Sant Antoni que se enfrenta a cuatro años de prisión después de que el pasado viernes incumpliera una condena de no entrar en bares y terminara detenido por la Guardia Civil tras presuntamente causar un grave altercado en un local de ses Païsses.
Todo ello lo dijo tras asegurar que no se acordaba de nada sobre este incidente y afirmar que se vio de nuevo recorriendo los bares de Sant Antoni cuando hacía una ronda para «despedirse» porque horas antes había presentado su solicitud al Patronato de Salud Mental para empezar un tratamiento de deshabituación .
El sospechoso, como ya se informó, fue juzgado la semana pasada por maltratar a su madre y tiene antecedentes por verse implicado bebido en accidentes de tráfico y otros capítulos de violencia doméstica y lesiones, así como por sucesivos quebrantamientos de condenas por estos hechos.
La Guardia Civil le detuvo en la tarde del pasado viernes, 30 horas después de que hubiera sido juzgado y condenado con la nueva normativa de violencia doméstica a no entrar en bares, entre otras penas. El acusado confesó que el altercado ocurrió en el séptimo bar que visitaba y tras haber ingerido al menos doce copas. Los agentes relataron que, a su llegada, se encontraron con todos los clientes en un rincón y «atemorizados». Uno de los guardias, que supuestamente fue amenazado en el cuartel por el sospechoso, pidió a la juez que se dictara una orden de alejamiento para protegerle. «No quiero que s eme acerque ni que le pase nada a mi familia», dijo el agente.