Por videoconferencias y en un plazo máximo de dos meses más. Así prevé el juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa concluir la investigación judicial que se abrió en su día por el crimen de Sant Josep, una caso que hoy en día se da por no resuelto pese a las múltiplas pruebas circunstanciales reunidas por la Guardia Civil contra los sospechosos.
Estas pruebas consisten en la comparecencia de los tres últimos testigos que han sido llamados a declarar por el crimen de José Miguel López Calzado. Según la información recogida por este periódico, hasta este trámite ha conllevado complicaciones para el juzgado ibicenco. Las videoconferencias se van a programar después de que los juzgados peninsulares donde se debían realizar distintos trámites que aceleraran la instrucción hayan tenido dificultades, entre otras vicisitudes, en la localización de los testigos. Estas tres declaraciones suponen los últimos tres cartuchos de una munición que se da por agotada y que hasta ahora, según las partes personadas en la causa, nunca dio en el centro de la diana pese a la multitud de indicios recabados por el instituto armado. El último, fue constatar que los móviles de los sospechosos fueron usados en Sant Josep la noche del crimen, pero esto tampoco se ha considerado concluyente para sentar a nadie en el banquillo. Sólo un dato revelador podría dar un vuelco a una investigación, pese a haberse saldado con diez detenidos y la desarticulación de una peligrosa trama de 'narcos' que se consideró ligada a los «negocios» de López Calzado, asesinado por cuatro pistoleros encapuchados en Sant Josep en la noche del siete de agosto de 2004. Entre los tres testigos citados, al parecer, figura el hombre que acompañaba a López Calzado cuando cenaba en la terraza del restaurante donde fue asesinado y quien, al parecer, se había ausentado para hacer unas compras. Dicha persona actuaba supuestamente como guardaespaldas de su amigo y como la víctima fue relacionada en su día con un alijo de hachís en Cádiz.