Alquilar veleros o embarcaciones discretas en algún puerto del Levante español para introducir cantidades no excesivamente importantes de droga en Eivissa. Los riesgos son mínimos y los traficantes ya lo tienen claro. La propia Guardia Civil apunta que, cada vez más, este sistema está siendo utilizado por los 'narcos' para garantizar la seguridad de sus envíos.
«No se trata de grandes alijos. No son las denominadas embarcaciones contrabandistas, como ocurre con el hachís. Hablamos de pequeños paquetes de cocaína, sobre todo», explica un agente de la Península especializado en la lucha contra la droga. «Si los traficantes no están siendo investigados, guardan todas las papeletas para no tener ningún problema», añade.
El aumento de controles en puertos y aeropuerto para frenar la entrada de «correos» y la imposibilidad de supervisar todas las embarcaciones que navegan hacia las Islas es la principal razón por la que los 'narcos' se están decantando por este sistema.
Sin patrullera
A todo ello se suma que las Pitiüses sólo cuentan con patrulleras de Aduanas para vigilar sus costas. No existe si quiera una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil con base fija en Eivissa y unidades que se destinan al control de veleros y sus tripulaciones (como ocurría con la patrulla fiscal o los propios GEAS) hacen servicios que, desde el mismo entorno del Instituto Armado, se consideran testimoniales. «Es sencillo. Basta con fondear el velero en cualquier cala de la Isla. No es necesario ni tocar fondo y la operación ha sido un éxito en menos de un día. Se sabe que siempre ha ocurrido esto aunque ahora pueda haber más», señala un mando policial.
Los traficantes también han sofisticado los medios. Sus «correos» esconden la droga en compartimientos de sus vehículos o equipaje e, incluso, se arriesgan con su propio cuerpo, como sucede con las 'mulas' y los 'boleros'.
«El problema de estos métodos es que en los primeros intervienen demasiadas personas y en la segunda suele ser gente desesperada. Son riesgos, al fin y al cabo», cometan estas mismas fuentes.
Usar 'correos' también puede ser una lotería. Cualquier inconveniente inesperado puede dar al traste con el envío. «No saben lo que van a encontrar y también está el factor humano. Se traicionan con sus nervios y hay agentes muy experimentados en todas las fuerzas de seguridad que tienen realmente un don para detectarlos nada más mirarlos», indica un agente que en su día estuvo destinado al control de puertos.
«Otra dimensión es lo que ocurra en grandes embarcaciones de lujo que arriban a las costas. Éstas suelen llevar el 'negocio' dentro para su uso y consumo entre sus invitados. Además, 'tocarlas' sólo nos genera problemas», reconoce otro agente.
Los 'amigos' del nieto de Franco, Jaime Martínez-Bordiú
La supuesta implicación de Jaime Martínez-Bordiu, nieto del dictador Francisco Franco, en una operación en la que dos colombianos iban a usar un velero para traer seis kilos de cocaína a Eivissa en diciembre del año pasado es un ejemplo concreto de la existencia de este sistema. Los sospechosos, según reveló la revista Interviú, cayeron en Valencia cuando portaban el carné de patrón de yate de Martínez-Bordiú y una de sus tarjetas Visa Oro.
Ambos dijeron que el nieto de Franco no tenía nada que ver con la droga pero que sí les había prestado «por amistad» su carné y su tarjeta. «Últimamente, los pequeños traficantes no se arriesgan a cruzar en ferry desde Dènia a Eivissa y Formentera y alquilan veleros particulares para hacer la travesía de forma más segura», según publica la citada revista citando a fuentes cercanas a este caso.
Un goteo continuo de 'correos' detenidos durante esta década
La presión policial a las redes que utilizan «correos» ha sido especialmente dura durante la última década. Los 'narcos' se han visto obligados a forzar a los hombres y mujeres que transportan la droga a que arriesguen su vida por cantidades que, en muchas ocasiones, apenas han superado los 500 euros. La denominada 'muerte blanca' (ocurrida al reventar los envoltorios de cocaína en los «correos» que la han ingerido o latransportan en el interior de su cuerpo) ya se ha cobrado más de una vida en Eivissa o, como mal menor, ha acabado con casos desesperados hospitalizados.
Cada vez son menos los sospechosos que, viajando al «descubierto», son detenidos con importantes cantidades de droga. El año 2003 fue muy malo para las redes que operaban en Eivissa, especialmente de origen sudamericano.
Durante este año se detuvo a medio centenar de personas nada más desembarcar en puestos de la Isla o tomar tierra los aviones en los que iban, muchos de ellos derivados de escalas de vuelos procedentes de las «líneas calientes». Casi todos portaban la droga toscamente, entre su equipaje o escondida en botes o en utensilios donde el «alijo» era fácilmente hallado.
Algunas fuentes policiales, al respecto, indican que algunos grupos han terminado por apostar por «fabricar» la droga en Eivissa, hecho que se ha plasmado en la proliferación de «laboratorios». «Traen menos droga, pero más pura, y, por otro lado, los productos que necesitan para 'cortarla'», argumentan.
Fruto de los dispositivos de vigilancia en las zonas de ocio y en las entradas de la Isla, y no sólo por le trabajo de las unidades de investigación, la Compañía de la Guardia Civil de Eivissa se situó en 2002 a la cabeza de las aprensiones en la Comunitat. El 80% de la droga intervenida ese años en las Balears, en zonas bajo control de Instituto Armado, se decomisó en Eivissa. Sólo durante esa temporada se arrestó a 117 sospechosos por delitos contra la salud pública, una buena parte de ellos personas que venían a traficar o que actuaban cono emisarios de los grupos asentados.