El 'Brujo', acusado formalmente por el fiscal de forzar a 13 menores con edades comprendidas entre los 11 y los 17 años entre 1995 y 2006, deberá responder de un total de 19 delitos de abusos sexuales. Según el escrito del Ministerio Público, de cuyo contenido informaba ayer este periódico, los 138 años de prisión que se piden para Tomás Arroyo Rodríguez se reparten entre 13 delitos imputados directamente a él y otros seis en los que figura como cooperador necesario, actos de los que se considera autor en sentido estricto a Alberto C.C., supuesto 'ayudante' y discípulo del curandero. Alberto C.C. se juega, por ello, 34 años de cárcel.
La investigación judicial no ha podido determinar con exactitud el número exacto de veces que el 'Brujo' presuntamente forzó a cuatro de sus víctimas. En un cuarto caso, además, se considera que estuvo abusando de la menor al menos una vez al mes. Por este último hecho, el fiscal pide para Arroyo Rodríguez 14 de los 138 años de pena que se juega.
El resto de adolescentes se vieron obligadas, pese a las probadas reticencias de éstas, a repetir con el falso terapeuta en distintas ocasiones, algunas veces en Eivissa y otras en Valencia. La que menos fue supuestamente forzada en dos ocasiones y la que más, en once, según la calificación fiscal. En casi todos los casos se apreció que las jóvenes habían sido penetradas vaginalmente bien tras encuentros en domicilios particulares, coches, hoteles o bosques.
Los exámenes médicos a los que fueron sometidos las perjudicadas evidencian que todas ellas tienen como secuela algún tipo de trastorno psicológico o s estima que probablemente lo desarrollarán en el futuro. Los abusos que sufrieron les han acarreado todo tipo de problemas emocionales y de conducta a la hora de su desarrollo personal.
«Te tengo que abrir tres puertas»
Todos los casos que relata el fiscal son dramáticos. En uno de ellos en el que la víctima, de 13 años, sufrió abusos en 11 ocasiones. El 'Brujo' supuestamente logró sus objetivo tras llevar a la menor a una casa y diciéndole «de forma cruda y fría que le tenía abrir tres puertas, al tiempo que señalaba la boca, el pecho y el pubis». Aprovechándose de la confusión de la niña, y de la confianza que el acusado tenía con sus padres, ésta cedió a desnudarse después de que el mentalista volviera a la carga ordenándole que lo hiciera «en cinco segundos».