Un joven ibicenco de 20 años con un grave trastorno de la personalidad fue el supuesto autor del fuego que destruyó el 21 de diciembre un domicilio de la calle Madrid y obligó a desalojar durante una noche a todos los moradores del número 62. Sus problemas mentales le jugaron otra mala pasada un mes antes, en octubre, cuando se cree que también incendió otra casa donde se alojaba ubicada en la zona de Can Misses, vivienda en la que residía un familiar cercano. El sospechoso ingresó anteanoche en la prisión de Eivissa por orden de la responsable del Juzgado de Instrucción número 3 de Eivissa después de valorarse detenidamente las circunstancias de su caso.
Acogido
Lo sucedido en ambos domicilios pudo ser aclarado después de que el juzgado tuviera conocimiento de la confesión efectuada por el acusado a personal sanitario que, al parecer, lo trató. Tras ello, la autoridad judicial requirió a la policía que detuviera a dicha persona a fin de tomarle declaración y ahondar en la posibilidad de que éste realmente estuviera detrás de los dos incendios. Según informó ayer Comisaría, a través de una nota de prensa, todos los hechos fueron admitidos por el sospechoso. En el juzgado, el acusado sufrió una crisis tras conocer que ingresaba en prisión. El cuarto primera del número 62 de la calle Madrid, lugar alquilado a unos jóvenes brasileños, fue la última residencia donde dicha persona intentaba encauzar su vida. Según la información recogida por este periódico, una fundación especializada en ayudar a personas con enfermedades mentales medió para que dicha persona se alojara en las dos casas en las que supuestamente causó sendos incendios.
Un trapo de fuego
En el caso de la calle Madrid, los bomberos pudieron precisar que el fuego se inició en el salón de estar. El sospechoso, un joven al que el reconocimiento forense también atribuyó un carácter impulsivo ante las frustraciones que se le presentaran, terminó de resolver todas las incógnitas. Explicó que en la tarde del 21 de diciembre prendió fuego a un trapo y lo arrojó sobre un sofá, dejando que éste ardiera y escapando cuando las llamas tomaron cuerpo.